NoticiaColaboración Que no falte la alegría Publicado: 10/07/2016: 17028 Mientras releía el libro entrevista sobre Benedicto XVI, "Luz del mundo", he recordado una frase que escribió Gilbert K. Chesterton: “Convertirse en católico ensancha la mente”. Y es que la fe del verdadero católico le lleva a encontrar el equilibrio entre los opuestos: entre vida y muerte, gracia y pecado, verdad y mentira, pureza y vileza. Y también entre fe y razón, justicia y amor, entrega y alegría, y muchos más. En el citado libro, Peter Seewald, dice a Benedicto XVI: "Usted no quería ser obispo, no quería ser prefecto, no quería ser papa". Y Benedicto XVI lo reconoce y responde: "Así es, justamente. Cuando se dice sí en la ordenación sacerdotal, es posible que uno tenga la idea de cuál podría ser el propio carisma, pero también sabe: me he puesto en manos del obispo y, en última instancia, del Señor. No puedo buscar para mí lo que quiero. Al final tengo que dejarme conducir..." Ahí está el secreto del equilibrio entre los opuestos: saberse conducir, dejarse iluminar por la luz del Señor, que es la luz del evangelio. Y con alegría, reconoce Benedicto XVI: "Mi vida ha estado atravesada siempre también por esta línea de que el cristianismo brinda alegría, da amplitud. En definitiva, la vida se haría insoportable siendo alguien que está siempre y sólo en contra". Por eso, señala que: "donde falta la alegría, donde muere el sentido del humor, no está el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo. Y al revés: la alegría es un signo de la gracia. Quien está profundamente sereno, quien ha sufrido sin por ello perder la alegría, ese no está lejos del Dios del Evangelio, del Espíritu de Dios, que es el Espíritu de la alegría eterna". Me parece que no nos hemos detenido suficientemente en la alegría que emana de los escritos de Benedicto XVI. Buen tiempo este verano para releer alguno de ellos y que no nos falte la verdadera alegría, sólo así lograremos el equilibrio que necesitamos ante tantos opuestos. ¡Feliz verano!