«Esta mañana Málaga amanecía llorando porque ya no está entre nosotros nuestro querido Obispo emérito D. Antonio Dorado Soto. Desde su llegada como obispo a Málaga en el año 1993 y durante todo su episcopado ha sido un pastor diligente de toda la feligresía de Málaga, a los que iba conociendo progresivamente y entablando lazos de amistad. Su mirada alegre y bondadosa fue ganando a cada uno de los malagueños que tuvimos la dicha de tratarlo. El quería mucho al Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila y le unía una estrecha amistad con Pedro y Trini Samos. Ha estado muy cercano a nosotros en momentos importantes de nuestro movimiento y siempre nos ha animado a ser fieles al Señor, con el entusiasmo, alegría y buen humor que le caracterizaban. Ha culminado su caminar por este mundo y aunque su muerte nos entristece, nos consuela la certeza de que ya está gozando para siempre de la presencia de Dios al que siempre hizo presente entre los hombres. ¡Querido D. Antonio: siga intercediendo desde el cielo por todos sus hijos de la diócesis de Málaga y por los miembros de nuestro movimiento!»