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La Catedral celebra el bautismo del Señor

Publicado: 12/01/2014: 8680

El domingo 12 de enero se celebra la Fiesta del Bautismo del Señor con la que culmina el tiempo de Navidad. Con tal motivo, el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, ha presidido en la Catedral el Sacramento del Bautismo. Un bebé, de la parroquia de San Lázaro, ha sido bautizado por el prelado malagueño en el día de esta festividad en la que la Iglesia celebra el inicio de la vida pública de Jesús. Una fiesta que simboliza el paso de la infancia de Jesús a su vida adulta.

Desde hace tres años, el primer templo malagueño celebra en este día la incorporación a la comunidad cristiana de niños procedentes de distintas parroquias de la Diócesis. El pasado 23 de noviembre, la Catedral de Málaga acogió la confirmación de 350 cofrades, coincidiendo con la Clausura del Año de la fe. De esta manera, la S.I. Catedral Basílica de Málaga se ha convertido en un templo donde se administran los tres sacramentos de Iniciación Cristiana: bautismo, confirmación y eucaristía. En este día, con la última celebración de la Navidad católica, recordamos el significado del sacramento de la incorporación a la comunidad cristiana.

Recordamos las palabras del papa Francisco sobre el significado de este sacramento. La importancia de su celebración en el primer templo de la Diócesis de la mano de su prefecto de Liturgia, José León Carrasco. Y nos acercamos a una de las pilas bautismales más antiguas de nuestro país, situada en San Pedro de Alcántara, y fechada en los orígenes del cristianismo.

FRANCISCO: «EN LA CONFESIÓN RENOVAMOS LA GRACIA DEL BAUTISMO»

En el Credo afirmamos: «Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados». Se trata de la única referencia a un sacramento en todo el Credo. En efecto, el Bautismo es la «puerta» de la fe y de la vida cristiana. La expresión se puede dividir en tres puntos: «confieso»; «un solo bautismo»; «para el perdón de los pecados».

«Confieso». ¿Qué quiere decir esto? Es un término solemne que indica la gran importancia del objeto, es decir, del bautismo. En efecto, pronunciando estas palabras afirmamos nuestra auténtica identidad de hijos de Dios. El bautismo es en cierto sentido el carné de identidad del cristiano, su certificado de nacimiento y el certificado de nacimiento en la Iglesia. Todos vosotros sabéis el día que nacisteis y festejáis el cumpleaños.  Todos nosotros festejamos el cumpleaños. Os hago una pregunta, que ya hice otras veces, pero la hago una vez más: ¿quién de vosotros recuerda la fecha de su bautismo. El primer cumpleaños es el nacimiento a la vida y el segundo cumpleaños es el nacimiento en la Iglesia.

Segundo elemento: «un solo bautismo». Esta expresión remite a la expresión de san Pablo: «Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4, 5). La palabra «bautismo» significa literalmente «inmersión», y, en efecto, este sacramento constituye una auténtica inmersión espiritual en la muerte de Cristo, de la cual se resucita con Él como nuevas criaturas (cf. Rm 6, 4). Se trata de un baño de regeneración y de iluminación. Regeneración porque actúa ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el reino de los cielos (cf. Jn 3, 5). Iluminación porque, a través del bautismo, la persona humana se colma de la gracia de Cristo, «luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9) y expulsa las tinieblas del pecado.

Podemos preguntarnos: ¿es un hecho del pasado, aislado en una fecha, esa que hoy vosotros buscaréis, o una realidad viva, que atañe a mi presente, en todo momento? ¿Te sientes fuerte, con la fuerza que te da Cristo con su muerte y su resurrección? ¿O te sientes abatido, sin fuerza? El bautismo da fuerza y da luz. ¿Te sientes iluminado, con esa luz que viene de Cristo? ¿Eres hombre o mujer de luz? ¿O eres una persona oscura, sin la luz de Jesús?

Por último, una referencia al tercer elemento: «para el perdón de los pecados». En el sacramento del bautismo se perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, como también todas las penas del pecado. No puedo bautizarme más de una vez, pero puedo confesarme y renovar así la gracia del bautismo. El Señor Jesús es muy bueno y jamás se cansa de perdonarnos. Incluso cuando la puerta que nos abrió el Bautismo para entrar en la Iglesia se cierra un poco, a causa de nuestras debilidades y nuestros pecados, la confesión la vuelve abrir, precisamente porque es como un segundo bautismo que nos perdona todo y nos ilumina para seguir adelante con la luz del Señor.

Autor: diocesismalaga.es

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