NoticiaDeportes El Colegio Español marca cinco goles en la “Clericus Cup” Publicado: 19/03/2013: 6479 • Crónica del sacerdote José Manuel Llamas El Colegio Español de San José ha jugado hoy su último partido en la "Clericus Cup", contra el Colegio San Pablo, formado por sacerdotes y seminaristas africanos. Los españoles han marcado cinco goles para despedirse de la competición, cuyos autores han sido Antonio el Cordobés, Menduiña e Iniesta. El sacerdote malagueño José Manuel Llamas, que está participando en dicho torneo de fútbol, junto a otros sacerdotes de varias diócesis españolas que viven en el Colegio Español de San José, nos ofrece una crónica del encuentro. Este colegio participa por primera vez en la competición y recibió el apoyo del seleccionador nacional. José Manuel llegó a Roma el pasado mes de septiembre, para estudiar la especialidad en Patrología. El seleccionador nacional, Vicente del Bosque, les ha enviado un vídeo de apoyo a los participantes del Colegio Español de Roma, que es la primera vez que participa. Desde que jugaron el primer partido, los medios de comunicación nacionales y locales se han interesado por la experiencia que están viviendo. Programas deportivos de COPE y Cadena Ser han contactado con los sacerdotes españoles y diarios como Marca y Sur han publicado reportajes. En la entrevista concedida al diario Sur, José Manuel afirma que “al principio rezamos todos juntos sobre el terreno de juego, y lo hacemos también al final. A través del deporte te puedes encontrar con Dios, y el fútbol también tiene su faceta pastoral”. CRÓNICA DEL TERCER Y ÚLTIMO PARTIDO, POR J.M. LLAMAS El sábado 16 de marzo jugaron su último partido, contra el Colegio San Pablo, formado por sacerdotes y seminaristas africanos. Y a la tercera... ¡se desató la Furia! Esta mañana nos levantamos muuuuuy tranquilos. Sin ninguna presión: estábamos eliminados. Sin necesidad de mostrar nada, porque no había mucho que mostrar. Con nuestro capitán Rajoy, expulsado en el partido anterior y con una gripe de no te menees, metido en cama. Y con la noticia de que nuestros oponentes habían perdido el encuentro anterior, contra los americanos, en penaltis: creíamos que serían peores... Llegamos al campo, calentamos entre risas, hicimos la alineación y decidimos colocar a cada uno en su puesto: Antonio de Córdoba e Iniesta en la delantera; Menduiña, Gabriel, Bernardo y Pedro en el centro; defensa con Jesús y Fernando de centrales, e Ignacio y Ricardo como laterales. Y en la portería, como siempre, Isaac. Foto, oración y a jugar. Pronto comenzamos a ver que aquella gente era más parecida a nosotros, que este partido era “de nuestra liga”. Los pases llegaban, la defensa cerraba con seguridad, el centro del campo repartía balones y la delantera comenzaba a inquietar a los contrarios. Nuestra afición jaleaba con más alegría que otras veces. En el banquillo veíamos las cosas bien, entre otras cosas porque yo tenía las gafas puestas. Y llegó el primer gol: el primero en la historia del equipo del Colegio Español dentro de la Clericus Cup. Lo marcó, tras un magistral pase, Antonio de Córdoba. Gritos, abrazos, saludos, como si hubiéramos ganado tres Champions League del tirón. Seguíamos jugando bien, moviendo el balón, y Menduiña subía y bajaba con velocidad y decisión. Nos quitaron el segundo gol, también de Antonio, por injusto fuera de juego, pero Menduiña se encargó de poner las cosas en su sitio: un cabezazo a la salida de un córner y un zapatazo pusieron el 3-0 antes del descanso. No podíamos creérnoslo. Comenzó la segunda parte, entré yo por la banda (sin gafas, por supuesto) y se retiró Gabriel. Fuertes en defensa, sacando balones, el equipo siguió funcionando bien. Llegó el cuarto, también de Menduiña, y el quinto, de ¡Iniesta de mi vida! Se desató la euforia. Nos colaron un penalti tras una escapada por la banda que fui incapaz de parar, pero no pasó nada: a pesar de que el árbitro era más malo que cogerse un dedo con la puerta del metro cuando te estás bajando y arranca, a pesar de que ya estábamos fuera, habíamos salvado el honor de forma más que sobresaliente. Podíamos haber dividido los goles entre los tres partidos, pero ¡bien está lo que bien acaba! Lo celebraremos con una barbacoa en el patio del Colegio Español, hasta que el cuerpo aguante, que a buen rollo no hay quien nos gane. ¡Gracias, Señor, por esta experiencia! ¡Ha sido una alegría vivirla! EL TORNEO Este torneo, que se celebró por primera vez en 2007, cuenta con la participación de 16 equipos, con jugadores de 65 países, la mayoría de Brasil, Italia, México y Estados Unidos. Está organizado por el Centro Sportivo Italiano.Oficialmente, el objetivo de la liga es "revitalizar la tradición del deporte en la comunidad cristiana y proporcionar un lugar para la competición atlética amistosa entre los miles de seminaristas, que representan cerca de un centenar de países, que estudian en Roma. La “liga clerical” fue una creación del Cardenal Tarsicio Bertone, un experto y apasionado del fútbol. Como obispo de Génova llegó a comentar por radio partidos del campeonato italiano. Pero sus inicios se hunden en 2003, cuando Jim Mulligan, un seminarista del Pontificio Colegio Beda, fundó un torneo eliminatorio en el que participaron ocho equipos internacionales de los Colegios de los Seminarios de Roma. Esta competición se llamaba entonces la copa de Roma. El primer partido en la competición tuvo lugar en mayo de 2003 entre el Pontificio Colegio Beda y el Colegio Inglés Venerable. (Se ganó 5 - 2 por el Colegio Inglés.) TARJETAS Es curioso que, además de las tarjetas amarilla y roja, existe en esta competición una nueva tarjeta, la azul, que supone una sanción de cinco minutos para el juego antideportivo. Equipo del Pontificio Colegio Español de Roma Mariano Herrera Fraile Bartomeu Villalonga Moyà Ángel Ávila Hernández Ignacio Azcoaga Lasheras Pablo Calderón Gandullas Juan In Kyu Bernardo Henarejos Orenes Juan Iniesta Sáez José Manuel Llamas Fortes Antonio Menduiña Santomé Alberto Montes Rajoy Antonio Morales Fernández Isaac Moreno Sanz Jesús Moriana Elvira Pedro Narbón Font Hilary Kauseni Ndeke Gabriel Sánchez García David Sánchez Ramos Ricardo Sanjurjo Otero Oscar Valado Domínguez Fernando Valdivieso Tagle CRÓNICA DEL PRIMER PARTIDO, POR J. M. LLAMAS «Mala quincena para todos los equipos españoles en Europa» El Colegio Español, muy mermado físicamente, sigue las huellas del Barcelona. Quizás sea el campo de césped artificial, que algunos miembros del equipo no hemos pisado nunca. Quizás sean los diez años de vida de más que llevamos a las espaldas, o los diez quilos de más de media, o la cuarta menos de altura, o los medios de entrenamientos de una y otra escuadra, o no haber jugado nunca este torneo, o que su delantero entrenaba en el Manchester y el nuestro estaba lesionado en la rodilla, o que no se podía jugar con gafas, cosa harto complicada cuando se tienen nueve dioptrías... El caso es que la victoria del equipo americano ha sido clara y contundente. Seis a cero. Y eso que el comienzo fue de lo más alentador: antes del partido vimos venir a unos tipos disfrazados de Piolín, Super Mario Bros, Supermán y Spiderman, y nos dijimos: “esta gente no sabe de fútbol”. Pero no: era la afición, ridícula, qué duda cabe, mas solvente. Sus gritos entonando el himno estadounidense contrastaban con nuestro “Chunda, chunda, da chunda chunda chunda” emocionado, pero algo menos contundente. Comenzó el partido, y comenzaron los problemas. Esos tipos corrían como un zorro detrás de una gallina, y los nuestros los veían pasar mientras intentaban que el hígado no saliese huyendo por la boca y el corazón no estallase. El medio del campo era suyo. Su defensa no tenía problemas porque se los dejaba todos a la nuestra. Cuatro goles en la primera parte, y un grito de ánimo desde los que ocupábamos el banquillo: “¡no son tan buenos, es que corren mucho!”. En la segunda mitad se igualaron más las fuerzas. Nos metieron un gol al inicio, pero los defensas de refresco salimos del banquillo al poco tiempo dispuestos a comernos a sus delanteros con patatas fritas. Cerramos filas, intentamos hacer al menos faltas, molestar lo más posible. Nos cayó uno más, una falta botada magistralmente. Pero, en comparación con el primer tiempo, el equipo estuvo mucho mejor. Eso sí: el final del partido ha sido un ejemplo de ese espíritu que nos ha hecho famosos en el mundo. Salimos cantando, contentos, saludando a los vencedores con efusividad y diciéndonos: “tampoco ha estado tan mal. El próximo será más fácil, ya no seremos novatos”. Alguna vez había que empezar a jugar. Nos ha tocado a nosotros abrir la lata de la Clericus Cup. Ánimo para todos, a intentarlo en el próximo partido, y a trabajar en lo que nos toca de verdad: estudiar día a día, que para eso hemos venido. CRÓNICA DEL SEGUNDO PARTIDO, POR J. M. LLAMAS El Colegio Urbano, en el que estudian sacerdotes y seminaristas de países africanos, ha sido el segundo rival del Colegio Español de San José en la “Clericus Cup”. El partido ha tenido lugar en la mañana del 9 de marzo. «Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible» Nueva derrota del equipo del Colegio Español en la Clericus Cup, y van dos. De dos. Lo bueno: por dos. Solamente dos. Dos a cero. Esta vez el equipo iba muy concentrado: éramos conscientes de nuestros pequeños valores deportivos y nuestras grandes carencias, de nuestra falta de entrenamiento y nuestra sobra de quilos, años y entusiasmo. Así, Menduiña, que ha dirigido el equipo excepcionalmente bien, nos indicó la única manera de jugar que nos podía salvar: fuertes en defensa, balones a las bandas, y pases a la delantera. Esta semana incluso nos acordamos de llevar algunas bebidas de esas de colores que dicen que dan fuerza a los deportistas, pero al final suelen reducirse a agua cara con azúcar: en otras palabras, bebidas isotónicas. Comenzó el partido. La primera parte fue de tú a tú, e incluso tuvimos un par de oportunidades, una del gran Menduiña, que, lástima, dieron en el larguero. Pero su defensa era mejor de lo que habíamos escuchado, su delantero centro tenía calidad de sobra y los que entraban por las bandas corrían más que un romano persiguiendo al autobús. En el banquillo lo veíamos claro: si no metíamos un gol en la primera parte, la segunda iba a convertirse en un infierno. El físico no daba para más, y el fondo de armario (algunos otros y yo) tenía poco más que añadir, aparte de una visión de juego de nueve. Nueve dioptrías. Eso sí: nuestro hombre más experimentado, Jesús el de Córdoba, era un muro en el centro de la defensa, un auténtico Demichelis. Aguantábamos bien. La segunda parte iniciaba como terminó la primera: aguante atrás, pero poco juego delante. No funcionaba nuestro centro del campo, los balones largos siempre acababan en los pies de los de la camiseta amarilla y, poco a poco, los de la roja comenzaron a venirse abajo. Gabriel, que estuvo a punto de colar un balón desde el centro del campo al final del primer tiempo, no podía más, y el seguro Jesús estaba sin respiración. Llegó el primer gol, y llegaron los cambios. Me dispuse, como siempre, a tapar la banda izquierda a base de no dejar ni a sol ni a sombra al chavalote que quería entrar por allí. No se me dio mal: estaba concentrado, con la mirada fija en mi zona intentando aclarar las ideas o, por lo menos, la visión, cuando se desató la Furia Roja. Hicieron una falta al capitán del equipo, Rajoy, y, en un tris, se lió la pajarraca: se revolvió contra el que le había hecho la falta, tarjeta amarilla, siguió con las protestas, tarjeta roja y a la calle. Y yo en mi esquina, viendo menos que un gato de escayola, preguntándome qué demonios había pasado. Si con once ya era complicado, con diez fue imposible. Nos colaron otro gol, acabó el partido y salimos cantando lo único posible en tales circunstancias: aquel himno del Cádiz que se hizo tan famoso y que termina con la genial frase “... El resultado nos da igual”. Lo mejor de la Clericus, sin duda, está siendo que se hable de la Iglesia en los medios de comunicación, se haga con humor, con respeto y sin mala baba. Y lo mejor que nos llevamos es, sin duda, algo que yo nunca había tenido en mi vida: una equipación de fútbol a juego. También, naturalmente, el buen rato que estamos pasando entre nosotros y con los demás. Aún nos queda un partido, que disfrutaremos como buenos perdedores. ¡Ánimo a todos, y quedad con Dios! Autor: Encarni Llamas Fortes