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Hablan los capellanes hospitalarios

Publicado: 11/10/2023: 9559

Testimonio

Recabamos los testimonios de algunos de los capellanes hospitalarios que prestan su servicio en la diócesis de Málaga.

El enfermo y la familia pueden solicitar ser atendidos por el Servicio de Atención Religiosa católica de un hospital solicitándolo al equipo sanitario

 

Jaume Gasulla, capellán en el Hospital Civil de Málaga:
«Pienso qué significa para mí este apostolado, y la cabeza se me va a la Misión de la Iglesia. Este apostolado inédito para mí hasta ahora, lo recibo como una nueva oportunidad, una nueva plataforma para ser testigo de Jesucristo. Es decir: una nueva plataforma para ser testigo de la Buena Noticia que es Jesucristo, también en el momento del dolor, de la enfermedad, de la soledad. Una nueva oportunidad y una nueva plataforma para estar cerca de los amados de Dios, los que sufren por cualquier causa. Se cierran demasiados horizontes, y demasiado frecuentemente. Jesucristo nos ofrece horizontes abiertos y de esperanza justamente cuando más los necesitamos, en los momentos en que nuestra fragilidad se hace hiriente. Estar ahí, enviado por Jesucristo, intentando ser bálsamo en su nombre. Es la misión de la Iglesia. En una primera aproximación, esto es lo que me planteo al empezar este nuevo apostolado».

 

Ernesto Ruiz Canales, capellán en el Hospital Costa del Sol de Marbella:
«Desde la dimensión del sacerdote, es un tiempo de hacer llegar la misericordia de Dios en los sacramentos del perdón, de la Eucaristía, de la unción de los enfermos y la tan temida y mal llamada extrema unción. Cuando se dice que se conoce de verdad a las personas en una cama de hospital, es totalmente cierto, es ahí donde se ve toda nuestra fragilidad y a su vez la grandeza de Dios que conforta a sus hijos con la esperanza y el amor. No es una tarea fácil, hay que dedicar muchas horas a la semana y en muchos casos armarse de paciencia, en otros echarle cara para entrar y ser portador de alegría en los momentos de inquietud de nuestros enfermos. También es difícil, pues son muchas las veces que en la semana tienes que entregar a Dios a nuestros hermanos que están a punto de morir y prestar consuelo a sus familiares en un momento de mucho dolor. Toda esta experiencia ha sido muy formativa, sensibilizadora y llena de dones que agradezco al Señor pues esto también me ayuda y entra en mi oración todos los días».

 

Francisco Aurioles de Gorostiza, capellán en el Hospital Materno Infantil de Málaga:
«Los enfermos son mediadores que con su fuerza orante evangelizan y con su plegaria unida al Corazón del Hijo y al Corazón de la Toda Santa, interceden constantemente por la Iglesia y por toda la humanidad. El del enfermo es un apostolado y una genuina pastoral que no necesita evaluarse ni planificarse porque brota de su alma y tiene la certeza de saber que no está solo, puesto que el buen Jesús y la Virgen Madre, no solamente le confortan en esos momentos de prueba, sino que cuentan con su cooperación, sabiendo que la única prioridad es la confianza en Jesucristo, de ahí, que cuando se acompaña al que sufre y se ha sido testigo de tantas escenas de dolor, ellos nos enseñan a decir con una fuerza berroqueña: “Corazón Misericordioso de Jesús, en Tí confío”. El apostolado con los enfermos se hace patente en la compasión, es decir, se está junto al que sufre y se sufre con el que lo está pasando mal, porque ciertamente es un dolor auténtico y a la vez sereno, y así lo demuestra una santa enferma, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz al afirmar que “Jesús es Dios de Paz”. Por eso, la persona enferma en sus dolores físicos y psicológicos se acurruca en el Corazón de Jesús, al experimentar que Él es fuente de vida, que Él está lleno de bondad, que Él es asilo de amor, que Él es rico en misericordia con todo el que lo invoca, que sólo en el Corazón de Cristo está nuestra esperanza y nuestra salvación, pues todo lo demás, aún siendo a veces necesario es totalmente secundario».

 

Agustín Zambrana, capellán del Hospital Costa del Sol de Marbella:
«Sólo conozco este hospital y la verdad que experimento la alegría en los enfermos cuando los visitas y sobre todo los que te llaman expresamente. Nuestra labor es responder a las urgencias y si es posible acompañar a las familias. Esta realidad es en pocas ocasiones. Además atender a los médicos y enfermeras y enfermeros que te piden de vez en cuando confesión».

 

Antonio Castilla, capellán del Hospital Clínico Universitario de Málaga:
«Como cura de hospital, procuro vivir mi ministerio con mucha humildad. En los enfermos que visito se manifiesta con toda crudeza la pura humanidad desnuda, quebradiza y dependiente de otros. Esto me hace recordar mi propia fragilidad, la misma que veo en los enfermos a los a los que acompaño y ayudo desde la fe cercana. La enfermedad es un tipo de pobreza, ya que se carece de salud. Quien sufre la enfermedad y sus múltiples consecuencias, quien atraviesa esta experiencia tan significativa en su vida, experimenta que le han arrebatado de su propia existencia algo tan importante como es la salud. Por eso la falta de salud o la enfermedad es una pobreza. Esto me lleva a considerar el hospital en el que estoy como un ámbito privilegiado y urgente de primer anuncio. Es una periferia, en palabras del papa Francisco, en la que hay que estar. Recuerdo un precioso empedrado situado en la Granja del Buen Pastor del Seminario, que mandó hacer el obispo de la época, hoy santo, D. Manuel González: “No gana panes, sino gana almas”, en relación a la vocación sacerdotal. Jesús estuvo siempre cercano a los enfermos. ¿Cómo no lo voy a estar yo? ¿Cómo no estar cerca de esas almas?»

 

Rafael Quevedo, capellán del Hospital Clínico Universitario de Málaga:
«He descubierto la debilidad del ser humano en la grandeza y fortaleza de muchos enfermos, familiares y personal sanitario. He agradecido a Dios su presencia y cercanía en el mundo del dolor y la fragilidad. Muchos enfermos de distintas edades han vivido la sanación y ha recibido al Señor mediante la recepción de la comunión, con el sacramento sanador y fortalecedor de la Unción de enfermos, con el dialogo del sacramento de la penitencia o con el encuentro y la trasmisión de sus preocupaciones, sus alegrías, sus inquietudes, sus deseos y su necesidad de ser abrazados y queridos por un Dios que no sabe más que amar. Otros, que han fallecido, han sabido ponerse en las manos del Dios de la infinita misericordia. Recuerdo aquellas palabras ultimas de un enfermo que me decía: “Padre, me queda poco en esta tierra; voy al encuentro del Padre que, como el hijo prodigo me acogerá, me pondrá el traje nuevo y las sandalias y hará una fiesta con todos los que viven con él”. Bellas y edificantes palabras que han nutrido mi espíritu profundamente. Brota también un canto de alegría por el trabajo de equipo y fraterno que realizamos los tres sacerdotes en este servicio de sanación. Es hermoso poder realizar este ministerio como enviados de la Diócesis, para extender la ternura y la misericordia de Dios y de la Iglesia como pueblo de Dios, que camina en Málaga. Mantenemos el principio de unidad y comunión en la acción de acompañamiento en la fe de los bautizados y también de otras confesiones, o de no creyentes, o no bautizados. Como dijimos en una de nuestras reuniones, “nosotros venimos a servir al ser humano creado por Dios, para que los que crean se fortalezcan y lo no creyentes encuentren la acogida amorosa de Dios a través de sus ministros”. La experiencia con el personal hospitalario ha sido muy enriquecedora, por su acogida y cercanía. Desde colaborar con los capellanes en las celebraciones de la Eucaristía o en otros servicios. El poder acompañar a médicos, enfermeras y demás personal sanitario para prepararse a la recepción del sacramento de la confirmación y a la preparación para el sacramento del matrimonio. En algunos momentos, nos han solicitado para recibir el sacramento de la penitencia, o para hablar sobre aspectos que afecta a la moral de la vida, u otras cuestiones. Quisiera agradecer el trato y acompañamiento, a mí personalmente, que vine a la Diócesis a cuidar a mi madre y he encontrado un trato cercano y exquisito en todo lo que les he solicitado y ellos me han ofrecido hasta los últimos momentos de su vida. Doy gracias a Dios por todo lo vivido, como decía al comienzo esta experiencia me ha forjado y me ha hecho madurar en mi vida personal, cristiana y sacerdotal. He aprendido a vivir la fe bautismal, y la consagración presbiteral como un aprendiz en continuo crecimiento fraternal en la construcción del Reino de Dios».

 

Juan Baena, capellán en el Hospital Costa del Sol de Marbella:
«La primera vez que visité el Hospital me pareció un lugar muy de Dios. Él siempre está junto al que sufre y con el que se entrega por los demás. Y en ese mundo, en el que Dios ya está actuando, considero que mi labor es "hacerle visible". Ser un signo que hable de su cercanía y de su amor por nosotros: saludando con una sonrisa, propiciando el encuentro, sosteniendo una mano, ofreciendo los sacramentos... Y llevando después sus rostros a la oración».
 

 

Félix Clement Rajendran CMF, capellán en el Hospital Regional Universitario de Málaga:
«Después de un tiempo en el hospital, entiendo esta misión de capellán no solamente como llevar la comunión, escuchar las confesiones y administrar el sacramento de unción, es algo más. El acompañamiento a los enfermos y los familiares de los enfermos se valora mucho. A veces algunos familiares de los enfermos nos dicen que hacemos una tarea muy importante, pero yo recibo mucho más de los enfermos. Algunos me dan testimonio de cómo vivir nuestra fe. Algunos, sufriendo mucho, estando en sus últimos días, hablan profundamente de su fe. Algunos enfermos no pueden hablar, pero los familiares necesitan nuestro acompañamiento. Los familiares, cuando sienten que nosotros estamos interesados, nos reciben con mucho afecto. Las personas que viven su fe, miran los sufrimientos y la vida de una manera positiva. Estas personas me ayudan a crecer en mi fe. Yo veo mi presencia en el hospital como una tarea reciproca».

 

Carlos María Fortes García, capellán del Hospital Marítimo de Torremolinos:
«Es un hospital muy pequeñito y muy centrado en cuidados paliativos, por lo que en la mayoría de los casos atendemos a pacientes terminales. Particularmente es una labor dura, sobre todo con muchos pacientes muy jóvenes. En ocasiones me resulta complicado poder dar una palabra de aliento a los familiares, tan sólo me presto a que sepan que cuentan con nosotros y con mi oración. Por lo demás es un gozo contar con el personal que trabaja en el mismo y ver cómo auténticos profesionales humanizan hasta los momentos más oscuros de la vida. Para mí ellos son realmente un testimonio de entrega».

 


John Freddy Echavarría, capellán del Hospital Comarcal de la Axarquía:
«Los hospitales son hoy el “nuevo areópago” al que llegar con la fuerza transformadora del Evangelio y, siguiendo el ejemplo de Pablo, estamos llamados a hablar del “Dios desconocido” en medio de tantos dioses (ídolos), en esta sociedad líquida. La presencia del capellán en medio de los enfermos es reconfortante, da ánimo y a la vez confianza, sienten que Dios está con ellos, en esos momentos difíciles de sus enfermedades. Muchas veces encontramos dificultades por las reticencias de algunos familiares de los enfermos, cuando ven que el cura ha llegado a la habitación del enfermo, piensan automáticamente que su ser querido ya le queda poco tiempo en este mundo. Cuando el sentido de la visita del capellán es para acompañar y dispensar los sacramentos a esas personas que, temporalmente, se encuentran impedidas. Podemos terminar con la frase tan bonita de Jesús, en el Evangelio de san Lucas el capítulo 17, 10: “De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer”».

 

Rocky Xareal CMF, capellán del Hospital Clínico Universitario de Málaga:
«Soy un cura joven y con poca experiencia, este es mi primer año como capellán del hospital, intento dar lo mejor de mí para este apostolado. Mi misión día a día no sólo es visitar y ofrecer la asistencia religiosa a los enfermos sino también acompañar a las familias de los pacientes con actitud atenta, dialogante, solidaria y evangelizadora y, también, ofrecer al personal sanitario del centro mi presencia cercana y fraternal. ¿Qué significa para mí este apostolado? Identificarme progresivamente con Cristo, el buen samaritano. Prologar el amor y la misericordia de Dios a los que sufren. Al mismo tiempo voy a aprender reconocer la presencia del Señor en los enfermos».

 

Mauricio Salinas Sotomayor, capellán del Hospital Regional Materno Infantil de Málaga: 
«El Apostolado de la Salud es la “Escuela del servicio divino”, escuela donde se aprende a amar, amar a Dios y a los hermanos. Es un don, un bien, para toda la Iglesia, sea para sanos y enfermos. Para mí el Apostolado de la Salud muestra una fidelidad a la persona del Señor, a su mandato: “Anuncien la buena noticia y curen a los oprimidos por el mal…” Este Apostolado en los Hospitales nos identifica con Jesús mismo; sano, saludable, sanador y salvador. Todos los que ejercemos este “Apostolado de la Misericordia”, llenos de amor, participamos de una noble pastoral, ya que ante todo, es una pastoral humanitaria, donde sentimos con el que sufre y lo acogemos en el amor, viendo en cada enfermo el rostro sufriente de Cristo. Esta pastoral con los “cristos enfermos”, sea de nuestras parroquias como también en los hospitales, ha de ser un apostolado gratuito, testimonial, caritativo, una pastoral que reproduce el arte de relación y de ayuda del mismo Señor Jesús que pasó por nuestro mundo haciendo el bien.

 

 

Gerardo Rosales, capellán del Hospital Comarcal de Ronda:

«La capellanía del  Hospital es muy compleja pero al mismo tiempo muy reconfortante. Por un lado están los pacientes, que necesitan una atención inmediata. Pero quizás la parte más olvidada es la atención que se les ofrece y presta al personal que trabajan en el mismo. El personal sanitario tiene la necesidad de afrontar casos de muerte, enfermedades y situaciones muy difíciles de atender. No sólo tratan a pacientes, sino también a los familiares. Dar una mala noticia no es fácil, atender un paciente sabiendo por lo que están pasando es muy duro. El personal de limpieza, mantenimiento y administración también se encuentran con momentos tensos que tienen que asumir. Pacientes y familiares que no saben como actuar en ciertos momentos. Para eso estamos los capellanes, no sólo para los pacientes, sino para todo el personal que trabajan en los hospitales. Damos nuestro apoyo, les llevamos la “Palabra del Señor”, los reconfortamos. Les damos pequeños momentos de paz y les acercamos el sacramento del Perdón y de la Eucaristía en días señalados. Es un ambiente que hay que cuidar con cariño y esmero, con atención y disponibilidad, porque las personas que están en este edificio se enfrentan a situaciones complejas y muy duras de la vida. He aprendido mucho de mi tiempo como capellán, me han hecho más humano y cercano a las personas. Me han dado muchas lecciones de vida, de fuerza y de aceptar la voluntad de Dios, de personas que a pesar de todos los males, siguen con fe y Esperanza al Señor».

 

Carlos Acosta, capellán del Hospital Marítimo de Torremolinos:
«Son muchas las presencias del Señor, en la comunidad, en su Palabra, en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía... Es una vocación a la que me he sentido llamado desde que soy cura, pero que se hace realidad en mis últimos cinco años... y hasta que Dios disponga. Después de mi presencia en los hospitales en la Capellanía, ser Capellán para mí significa: descubrir al mismísimo Señor en el rostro del enfermo, también en las manos, el cuidado, la ternura, la atención misericordiosa del médico, enfermero o auxiliar con los que el Señor te enseña... Descubrirme a mí mismo haciendo presente al Señor en su ternura y misericordia para con todos, católicos o de otras religiones. Recuerdo el día de nochebuena del año 2018, que después de la misa del Gallo de la Parroquia, me dirigí al Hospital Materno, pasé por las diferentes plantas de niños y al regresar a casa, de camino sentía en mi corazón una alegría que me desbordaba porque Jesús tenía posada en aquel Hospital. Me gustaría dejar estas citas de San Mateo, que me ayudan a comprender mejor el ser capellán y mi quehacer en el hospital: «...Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. (Mateo 10, 7-8)»; «... estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme... (Mateo 25, 36)» y un apéndice, además de los milagros de curaciones, en el Nuevo Testamento la palabra enfermo/s aparece 45 veces».

 

Víctor Hugo Andrade, capellán del Hospital Comarcal de Melilla:
«Durante mis 26 años de vida ministerial, el acompañamiento al enfermo, al que sufre la debilidad en su cuerpo, ha sido fundamental. En los actuales momentos me encuentro en la ciudad de Melilla (parroquia de San Agustín) como capellán en el Hospital Comarcal, compartiendo este apostolado con el padre Vicario Eduardo Resa. Lo más significativo de este servicio que presto es la alegría de mostrarle a la persona que sufre alguna enfermedad, la misma presencia de Cristo buen consuelo a través de los sacramentos de la Reconciliación, Unción y Comunión. Produce satisfacción notar que el acompañamiento no es sólo al enfermo, es también a su familia que casi siempre está ahí también en la habitación. Como sacerdote somos voz de esperanza y a ellos también».

 

Manuel Esono Eyene, capellán del Hospital Civil de Málaga:
«Como capellán del hospital, mi labor es llevar a los enfermos el rostro amoroso de Cristo, Ese rostro de compasión y de cercanía. Cristo Jesús pasó en esta vida curando a los enfermos, dándoles ánimo, dándoles esperanza. Yo, como sacerdote, tengo que hacer lo mismo. Dar ánimo a los enfermos, dar esperanza a los pacientes y la esperanza de que, desde el sufrimiento se puede llegar a la vida, a la salud. Esta es mi labor. El capellán acompaña al enfermo, está llamado a llevar el amor de Dios al que sufre, porque la enfermedad nos deja muy limitados y el capellán tiene que hacer ver al enfermo que la vida sigue adelante. Esta es mi labor, mi trabajo en el hospital».

Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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