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Semblanza de Florencio Aguilar Ramos

Publicado: 11/03/2008: 3142

 

Semblanza de D. Florencio Aguilar Ramos, fallecido en Torremolinos el 11 de marzo de 2008, a los 80 años de edad. Leída en la Misa Exequial celebrada en la que fue su parroquia durante 31 años, Madre del Buen Consejo.

“Han llegado los días de penitencia”, repetimos cada día en este tiempo de Cuaresma. Y cómo han llegado para nuestro querido y admirado D. Florencio. Cuánto dolor, cuánta renuncia y qué paciencia para soportarlo todo en unión con su Cristo Crucificado y con su Madre del Buen Consejo, cuyas imágenes él contempla extasiado en sus ratos de oración en el templo, en su templo de Torremolinos.

Hace poco, agobiado por la enfermedad, me confesaba sinceramente: He pasado más de 50 años tratando, dentro de mis muchas limitaciones, de imitar a mi Maestro en la predicación, en el servicio litúrgico y caritativo a mis feligreses en las parroquias donde la obediencia me ha colocado; ahora me toca imitarlo e identificarme con Él en el dolor.

Ha pasado casi un año, once meses, desde aquel 14 de abril, sábado de la Octava de Pascua, cuando fue operado en la Clínica Gálvez, para extirparle unos focos cancerígenos que le minaban la boca. Junto a él estuvieron aquella mañana su buenísima prima Dolores, sus hermanos y sobrinos, además del Vicario de la Costa Occidental, D. Manuel Torres, el capellán, D. Marcelino, y el amigo de siempre, D. Adrián. Durante todo el tiempo de su estancia en la clínica, tanto nuestro Obispo como estos y otros compañeros y amigos, estuvieron pendientes de su salud y le visitaron con gran frecuencia, particularmente el arcipreste, D. José María Ramos y su gran amigo, D. Francisco Martín. Después de numerosos altibajos y algunos momentos de extrema gravedad, por fin recibe el alta médica el 7 de mayo y es trasladado en ambulancia a su casa parroquial en Torremolinos. Aquí ha estado atendido constantemente por quien ha estado siempre a su lado, su prima Dolores.

Y todos los feligreses han estado constantemente acudiendo a interesarse por su salud y rezar por él en los cultos de la parroquia. Sobre todo los hermanos de las Cofradías y los catequistas. Muy pronto, a pesar de que le aconsejábamos lo contrario y de que en varias ocasiones hubo que llevarlo de urgencia a la clínica, comenzó a bajar a la Iglesia y al despacho parroquial, asumiendo la dirección de la pastoral como si estuviera sano. Yo le decía que no se preocupara por nada, que allí estaba yo para atender todo; pero su celo por servir, que le ha caracterizado siempre, le empujaba a ocuparse de todo. Pronto comenzó a celebrar la Santa Misa, unas veces concelebrando, otras él solo, incluso predicando la homilía… qué trabajo le costaba hablar. En varias ocasiones hubo que internarlo; pero en cuanto se veía medio restablecido, ya estaba de nuevo al pie del cañón. Durante estos meses ha recibido visitas de nuestro Obispo que le han animado mucho, y de todos sus compañeros sacerdotes.

Él ha agradecido siempre con gran amor las atenciones y cuidados recibidos, tanto de sus familiares y compañeros, como de los sacerdotes que le han ayudado en la atención a los feligreses. D. José Luís Pérez, el jesuita P. Vicente Luque, catequistas, miembros de Cáritas, Legión de María, etc… Agradecido en grado sumo se mostró siempre a quien le atendió constantemente de forma generosa y desinteresada, la enfermera jubilada Pepita Rey, que ha sido para él madre, hija y hermana en una pieza. Me he extendido en este período de su vida porque en la adversidad es donde se demuestra el temple de una persona; y D. Florencio ha demostrado un gran temple humano, cristiano y sacerdotal.

Aparte sus 31 años al servicio de esta parroquia, hay que destacar sus ocho años en Teba, en donde aún se le recuerda con admiración y cariño; allí dejó una comunidad religiosa que se enriqueció con vocaciones del mismo pueblo. Y los ocho años en Vélez-Málaga como párroco de San Juan y arcipreste, dejando un recuerdo imborrable entre los feligreses y entre los sacerdotes de la zona. Antes, recién ordenado sacerdote, ejerció por breves períodos su ministerio en Ronda y en varios pueblos de la serranía, entre ellos su pueblo natal, Benarrabá. En todos ellos dejó una huella de bondad y de buen trabajo pastoral. De todos ellos ha recibido visitas de gente agradecida…

De su carácter alegre y extrovertido se puede decir mucho. Pero para él los mejores momentos fueron siempre los pasados con sus hermanos sacerdotes. Era hombre de consejo, que sabía dar siempre con la apalabra oportuna y edificante para quien le consultara; y, ¿cómo no?, sabía sazonar la conversación con algún chiste que hacía reír a todos. Y a la hora de tomar algo o comer juntos, que a nadie se le ocurriera convidar o pagar entre todos a escote… él siempre sacaba de su bolsillo (nunca usaba cartera) los billetes necesarios para pagar.

Así era de generoso con los amigos. Igual lo era con el pobre que se acercaba a pedirle ayuda; a veces le gritaba un poco (debido a su sordera), pero conseguía que se fuera contento…

En enero de 2004 visitó, junto con D. Lorenzo Orellana y D. Juan Manuel Barreiro, la Misión diocesana de Caicara del Orinoco: también allí sacó su montón de billetes para colaborar con las escuelas y otras obras sociales que llevaban adelante los misioneros de Málaga. También visitaron a los otro sacerdotes malagueños que están en Venezuela y al Sr. Arzobispo de Ciudad Bolívar, que quedó encantado del carácter de D. Florencio y de su generosidad.

Por fin llega el relevo. D. Florencio mismo había pedido al Sr. Obispo que nombrara un nuevo párroco, ya que se daba cuenta de que no podía seguir adelante. En consecuencia, el día 21 de octubre de 2007, el Sr. Vicario, acompañado por otros varios sacerdotes, presenta al nuevo párroco, D. Ángel Antonio Chacón.

También él ha estado muy al cuidado de la salud de D. Florencio, y éste ha tratado también de ayudarle en cuanto ha podido. Son nada menos que 31 años los que D. Florencio ha estado al servicio de esta parroquia con una dedicación extraordinaria; no ha podido soportar el apartarse de ella y ha querido permanecer junto a ella hasta la muerte. Los dirigentes de la Cofradía consiguieron para él un apartamento junto a la Iglesia, de modo que ha podido sentirse unido a ella hasta la muerte.

¿Qué más puedo decir? Que en D. Florencio hemos tenido un ejemplo que seguir de celo apostólico y de fraternidad con los sacerdotes. Roguemos para que el Señor, que ha permitido que haya pasado esta Cuaresma de dolor, le conceda al fin la alegría de la Resurrección de Cristo. Amén.

Pbro. Amalio Horrillo Coronil

Autor: diocesismalaga.es

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