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La misión de la comunidad eclesial en el mundo del dolor

Publicado: 21/05/2006: 1260

•   La Pascua del Enfermo, una invitación a caminar “junto a ellos”

Este domingo, 21 de mayo, la Iglesia celebra la Pascua del Enfermo.

Bajo el lema: “...y caminó con ellos”, se nos invita a reflexionar sobre la importancia de que toda la comunidad eclesial se implique en la atención humana y el acompañamiento espiritual de los miembros de la misma que sufren el dolor y la enfermedad.

Una de las instituciones religiosas que más ha hecho en Málaga por la atención a las personas enfermas es la comunidad de Hospitalarias del Sgdo.Corazón de Jesús, cuya congregación está celebrando el 125 aniversario de su fundación por S. Benito Menni. Es muy conocido en Málaga su complejo asistencial, especializado en el tratamiento de personas con enfermedad mental. El coordinador de Pastoral y Humanización del mismo nos va a ayudar a reflexionar en torno al sentido cristiano del sufrimiento.

Para el hombre de hoy, la enfermedad se ha vuelto casi insoportable, hasta el punto de que hay quien dice que la vida del enfermo grave no merece ser vivida. Sin embargo, para los cristianos, la enfermedad tiene también un sentido. Como señala Danilo Farneda, Coordinador del Servicio de Pastoral y Humanización del Complejo Asistencial de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, «el porqué del sufrimiento ha preocupado a los hombres de todos los tiempos. Y la pregunta continúa abierta. La afanosa búsqueda por comprender el porqué del dolor no termina dando resultados definitivos y convincentes. Podemos encontrarnos con ‘buenas razones’, pero no parece haber razonamiento alguno que consuele y satisfaga a la persona que sufre».

“Ante la imposibilidad de respuestas teóricas– continúa Farneda – , Jesús de Nazaret nos ofrece una nueva mirada al misterio del dolor y la enfermedad. Y esa mirada no es otra que la que surge de lo más profundo del misterio Pascual. Él vivió el miedo ante el dolor y lamentó su soledad. Pero, en el abandono más profundo, mantuvo su radical confianza en el Padre. Habló muy poco durante su pasión... No fueron sus palabras, sino sus actitudes las que se impusieron. Se abandonó en manos de Dios».

«La clave de todo el sentido de su pasión está en la profunda relación que establece con su Padre. En la oscuridad de la cruz, encontramos una respuesta luminosa. La actitud de confianza en el Padre no lo libra del dolor, pero llena este dolor de sentido. Un sentido de profunda solidaridad con los hombres y con su Padre. Es aquí donde se fundamenta el sentido cristiano del dolor y la enfermedad, sea mental o no».

«Debemos evitar posturas doloristas –señala–, pensando en un dios menor, sádico y vengativo, que nos envía el dolor y la enfermedad como prueba o como castigo, o aún como purificación... No estaríamos hablando del Dios de Jesús de Nazaret. Nuestro Dios es un Dios de VIDA y de vida en plenitud».

«Vivir la enfermedad en clave cristiana es comprometernos con el Dios de la VIDA, es luchar contra el dolor y sus causas y, al mismo tiempo, abandonarnos confiadamente en sus manos».

Autor: Revista Diócesis

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