Una jornada que, por segundo año, estará marcada por la pandemia, con un recuerdo especial hacia tantas personas que han sufrido y siguen sufriendo por su causa. Desde la Delegación de Pastoral Familiar se invita a las parroquias a celebrar este día de forma especial, siguiendo siempre las normas de seguridad vigentes en el momento, ya sea en la celebración de la Eucaristía, con una hora santa... con numerosas iniciativas creativas que surgen en las comunidades, para lo que se ofrece este subsidio litúrgico.

El papa Francisco, en el número 5 de la carta apostólica Patris Corde afirma que «muchas veces, leyendo los “evangelios de la infancia”, nos preguntamos por qué Dios no intervino directa y claramente. Pero Dios actúa a través de eventos y personas. José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero “milagro” con el que Dios salvó al Niño y a su madre… Incluso nuestra vida parece a veces que está en manos de fuerzas superiores, pero el Evangelio nos dice que Dios siempre logra salvar lo que es importante, con la condición de que tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia».

Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida han publicado un mensaje, que pueden leer aquí, en el que plasman una atenta mirada a la sociedad actual y el avance de la cultura de la muerte por la proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. Ante esta situación, reflexionan sobre cuál debe ser la respuesta de los cristianos en este momento histórico. Ante esta cultura de la muerte, «debemos ser custodios de la vida» porque, como afirmaba San Juan Pablo II, «la vida es siempre un bien».