NoticiaBlanco sobre Negro Miguel Antequera: «En Alameda y Fuente de Piedra se quiere a los curas» Miguel Antequera, sacerdote diocesano Publicado: 13/05/2019: 31615 Entrevista al sacerdote Miguel Antequera, nacido en Nerja en 1975 y ordenado en 2015. ¿Qué te parece si empezamos con algo sencillito? ¿Para qué vivimos? ¿Por qué y para qué estamos aquí? Fenomenal, vamos a comenzar con cosas sencillitas. La sencillez es una gran virtud que necesitamos en los momentos de triunfo y su hermano el valor es otra virtud que necesitamos para los momentos de fracaso. ¿Estamos aquí para hacer méritos para la otra vida y para glorificar a Dios? Cada mañana, al abrir los ojos, reconozco que Dios me regala un día nuevo, un día más de vida y no me lo da solo para cumplir con mis funciones vitales, es un día para cumplir con sus planes y para glorificarlo. Qué pena sería llegar por la noche a descansar y que, al hacer el examen de conciencia, reconociera que ha sido un día desperdiciado. Cada día que Dios nos da, son momentos para glorificar al Señor, tomando la cruz de cada día, pero sabiendo que es Él quien nos da la gracia para poder llevarla. ¿Qué aporta a tu vida el Evangelio? La vida, para mí, es como el mar. Es posible conocer el perfil de la costa, los peligros señalados… pero lo importante es tener una carta náutica. Es imprescindible navegar con una buena carta de navegación, aunque el barco de la Iglesia puede parecer anticuado por utilizar carta de navegación. Para mí el Evangelio es la carta náutica, siempre útil y siempre nueva. Es la carta marítima, que me ayuda a afrontar los mares de la vida. ¿Debe un hombre vivir para los demás, o eso es un mito cristiano humanista que no tiene nada que ver con la ley natural? El secreto de la felicidad es vivir para los demás. El modelo lo tenemos en Jesucristo. El Señor dio su vida por nosotros y el buen cristiano tiene que imitar a Jesús, que respeta, ama y sirve a los hombres y mujeres, como hermanos. Eso es experimentar la verdadera felicidad. ¿Quiénes son los enemigos de la vida? Creo que los enemigos de la vida son muchos: el demonio, el ambiente anticristiano, el egoísmo, la soberbia... También el enemigo puede ser uno mismo, ¿no crees? Claro que sí, cuando el hombre se mira a sí mismo y se considera dios, olvida que Dios es su principio y fin. ¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? Hay un dicho que nos dice: “la vida es para vivirla”. Muchas veces nos empecinamos en los problemas que nos impiden mirar hacia delante y nos aferramos en ellos durante mucho tiempo, a veces para siempre. La cruz hay que cogerla todos los días y dejarnos acompañar por Cristo. ¿A vivir se aprende? ¿Y a ser sacerdote? Al comenzar la vida no nos dan un manual de instrucciones, hemos de aprender a vivir y se aprende en el día a día. A ser sacerdote pasa igual que con la vida, se va aprendiendo a ser sacerdote en el día a día. ¿Crees que sabes vivir? Intento sacar a cada día lo mejor y darme al cien por cien. Y de las adversidades también aprender, lo bueno es ir acompañados de esa buena carta de navegación que es el Evangelio. ¿Has sufrido alguna crisis vital? ¿En qué o en quién te apoyaste cuando la sufriste? Sí. Con dieciocho años experimenté una gran crisis vital, que me hizo reflexionar bastante sobre la vida; tengo que dar gracias a Dios por apoyarme en Él y por la gente muy buena que me ha rodeado siempre. En este momento de la vida en el que estás ¿crees que te ha queda algo por hacer? Creo que sí, son tan solo 43 años los que tengo y creo que es mucho lo que tengo que hacer para dar gloria a Dios y seguir siendo Evangelio vivo con pies de cura. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Esta pregunta creo que no me la tendrías que hacer a mí, se la tendrías que preguntar a esas personas que Dios ha puesto en mi camino y ellos que dijeran lo bueno y lo malo que estoy aportando a la Diócesis de Málaga. Lo bueno para seguir perfeccionándolo y lo malo para subsanarlo. Y en concreto, ¿cuál es tu aportación en Alameda y Fuente Piedra? Contestaría con la misma respuesta que he dado anteriormente. Sería bueno preguntar a las gentes de Fuente Piedra y Alameda qué es lo bueno que está aportando su cura a nuestras comunidades y qué es lo que no está realizando como Dios quiere. ¿Notas que se les quieren a los sacerdotes en Alameda y Fuente Piedra? Esta pregunta sí puedo contestarla, en Alameda y Fuente Piedra se quiere a los curas y yo especialmente puedo decir que se quiere, se aprecia y se estima a su cura. ¿Cómo son las comunidades parroquiales de esos pueblos? La comunidad parroquial perfecta no existe, pero aquí gracias a Dios, trabajamos para hacer de nuestras comunidades de Alameda y Fuente Piedra, lugares de concordia, testimonio del amor de Dios y buscar que cada uno de sus miembros no padezcan miserias. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra iglesia local hoy? Todos los días vienen cargados de retos, pero el desafío es salir, no quedarse arrinconado. La Iglesia local, creo, tiene que ser cercana, sin prejuicios, sencilla, que sepa caminar junto con las mujeres y los hombres de esta época que olvidan a Dios. ¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar? Gracias a Dios, los pecados a los que me he enfrentado no han sido toros difíciles de lidiar, ni veo el confesionario como un ruedo. La confesión es la experiencia donde se siente la misericordia de Dios y el confesionario, el lugar donde siento esa misericordia. ¿Cómo podemos escapar de las falsas necesidades? Lo mejor es no crearte falsas necesidades. Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? Me importa cumplir con la misión que Dios ha puesto en mis manos, llevar la buena noticia del Evangelio a todas las personas, me importa la fraternidad. ¿Quién es Jesucristo para ti? Mi referente y al que me gustaría parecerme cada día más. ¿Te gusta complicarte la vida? La vida trae sus propias complicaciones y hemos de afrontarlas. Creo que si no me complicara la vida no sería yo. ¿Cómo te gustaría morir? Con las botas puestas y no dando mucho qué hacer. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? El historiador y filósofo francés Voltaire escribió: “Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”. La fe en Jesús nos garantiza la alegría eterna en los cielos. Tener esa felicidad también es posible aquí en la tierra, cuando vivimos como copias de Jesús. ¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote? El hacer ver a las personas que se acercan a la parroquia que la Iglesia no es una máquina expendedora de sacramentos y milagros o un grupo de amigachos que se reúnen algunos días de la semana. La Iglesia intenta ser la gente que se acerca a Jesús para vivir la vida desde otra perspectiva. ¿Qué preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal? ¿Quieres ser sacerdote? ¿Quieres ser sobre todo un hombre de Dios? Lo animaría a rezar a buscar la voluntad de Dios y le diría que sí es de Dios, ponga toda la carne en el asador. Y que si es solo un antojo o un capricho que no se engañe. ¿Dónde encuentras la felicidad? En gastarme cada día en el proyecto que Dios pone en mis manos. Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Si es así ¿qué hiciste para abrazarlo? En mis tres años de sacerdocio, no he tenido tiempo para sentir la soledad. Dios me ha puesto a mi cargo unas comunidades muy activas siempre estoy atareado o busco tareas en mis parroquias. ¿Tienes algún hobbie que te rescate del hastío? Me encanta el disfrutar del campo y en los pocos momentos que tengo de descanso busco pasar un tiempo disfrutando y contemplando este regalo que nos da Dios con la creación. ¿El regalo más bello que te ha regalo ser presbítero? Ser ministro de la gracia de Dios, y en especial celebrar la Eucaristía y la reconciliación. A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote? Indudablemente sí, es el mejor partido que estoy jugando. Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le responderías? La vida es bella, es un regalo de Dios y es para vivirla. Seguir a Dios es caminar por un camino apasionante, no creo que el final no sea también apasionante, si Dios es quien lo escribe. Cuando nos preguntamos por el sentido de la vida nos solemos poner muy serios. ¿La trascendencia está reñida con el humor, o también el humor es una manera de afrontar las grandes preguntas? Santa Teresa de Ávila nos dejó una gran frase: “un santo triste es un triste santo”, incluso nuestro querido papa Francisco nos remarca que la señal de los cristianos ha de ser la alegría.