DiócesisHomilías

Acción de Gracias por la beatificación de los Mártires de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (Hospital de San Juan de Dios-Málaga)

Publicado: 24/10/2014: 12732

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA BEATIFICACIÓN DE LOS MÁRTIRES DE LA ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS

(Hospital de San Juan de Dios-Málaga, 24 octubre 2014)

Lecturas: 2 Mac 7, 1-2.9-14; Sal 126, 1-6; Jn 12, 24-26.

1. Celebramos hoy esta acción de gracias a Dios por la Beatificación de los Hermanos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que ofrecieron su vida al Señor de manera martirial en Málaga, durante la persecución religiosa española del pasado siglo. Los Hermanos de San Juan de Dios tienen beatificados más mártires de la persecución religiosa; hoy damos gracias a Dios de modo especial por aquellos que murieron aquí en Málaga.

Su vida fue una generosa entrega a los enfermos atendidos por la Orden Hospitalaria. Murieron entre los días 16 y 17 de agosto de 1936. Deseo remarcar un dato histórico, que no siempre es bien comprendido: no hubo mártires de la Guerra Civil española (1936-1939), sino mártires de la “persecución religiosa”, que en España empezó en 1931, desde el inicio de la Segunda República. En los dos últimos años de la Guerra Civil apenas hubo mártires, porque habían sido ya asesinados la mayor parte.

Fueron sepultados en una fosa común en el cementerio de san Rafael, permaneciendo en dicho camposanto hasta el día 1 de diciembre de 1941.

Junto a otros mil mártires, procedentes de ese camposanto y de otros lugares, fueron exhumados y trasladados a una cripta de la Santa Iglesia Catedral, que se encuentra en la capilla del Santísimo Cristo de la Victoria, también llamada de los Caídos. Allí se guardan tan preciadas reliquias; y esta tarde tendrá lugar la bendición de una Placa conmemorativa. Era deseo de los Hermanos de San Juan de Dios haber traído sus restos a esta Capilla; pero no ha sido posible por no haber podido identificar sus cuerpos.

El 13 de octubre de 2013 nuestros Mártires, junto a otros muchos fueron beatificados en Tarragona.

2. Cada uno de ellos es ejemplo de servicio y de caridad hacia el prójimo. Podemos brevemente describir sus características personales.

El Hermano Silvestre PÉREZ LAGUNA, que encabeza el grupo de los beatos, nació en Villas del Campo (Soria) en 1873. Se distinguió por sus dotes intelectuales, por su dedicación a los enfermos mentales y por la prestación de servicios en las farmacias de las casas, llegando a dirigir la farmacia de los Hermanos de san Juan de Dios en la Isla Tiberina, en Roma. Desempeñó su misión como superior y vicesuperior en distintas Casas de la Orden: Valencia, Carabanchel Alto, Granada, Ciempozuelos, Santiago de Chile y Málaga. Fue Consejero Provincial varios años y representante

Provincial en América. Y publicó algunos trabajos en las revistas Caridad y Ciencia y en la Caridad.

El Hermano Segundo PASTOR GARCÍA. Nacido en Mezquitillas (Soria) en 1885, trabajó las casas de la Orden Hospitalaria en Sant Boi (Barcelona) Palencia, Ciempozuelos y Málaga, prestando sus servicios como cocinero.

El Hermano Baltasar CHARCO HORQUÉS, nació en Granada en 1887. De carácter alegre, afable y cariñoso. Formó parte de las comunidades de Sant Boi (Barcelona), Pamplona, Madrid, Guipúzcoa, Palencia, Valencia, Granada, Santurce, Vizcaya y Málaga. Se le consideraba como un religioso ejemplar como enfermero y como Hermano.

El Hermano Gumersindo SANZ, nació en Almadrones (Guadalajara) en 1878. Perteneció a distintas comunidades en la península y en 1929 fue destinado a Málaga. De carácter afable, piadoso y laborioso. Durante muchos años fue limosnero; y recorría a pie las tierras de Andalucía y Extremadura pidiendo ayuda para los niños hospitalizados.

El Hermano Honorio BALLESTEROS RODRIGUEZ. Nacido en Ocaña (Toledo) en 1895, prestó sus servicios hospitalarios y de formación en Ciempozuelos, Palencia, Madrid, Carabanchel Alto y Sant Boi de Llobregat, Santiago de Chile y Málaga. Fundó una Escuela de Enfermería. También publicó algunos trabajos.

El Hermano Raimundo GARCÍA MORENO, nació en Lucena (Córdoba) en 1896. Se le destinó a las Casas de Madrid, Jerez de la Frontera y, a primeros del año 1936, al Sanatorio Psiquiátrico de Málaga.

El Hermano Estanislao PEÑA OJEA, de Talavera de la Reina (Toledo) nació en 1907. De carácter alegre y simpático, aceptado por todos. Estuvo en Jerez, Granada, Sant Boi y Málaga. Considerado siempre como un joven educado, fervoroso y cumplidor.

Y el Hermano Salustiano ALONSO ANTONIO, nació en Torno (Cáceres) en 1876. Estuvo en Barcelona, Guipúzcoa y Ciempozuelos. Desde 1931 prestó servicios en Jerez, Sevilla, Granada y Málaga.

He preferido comentar brevemente algún dato o rasgo de cada uno de ellos, para que no se difuminen sus personalidades en un grupo. Han sido personas concretas con nombres y apellidos, Hermanos de San Juan de Dios, que ofrecieron su vida por Dios y por los enfermos.

3. Con todo, tienen unas características comunes. Todos ellos decidieron quedarse en sus puestos de trabajo junto a los enfermos: unos estaban sirviendo la cena a los enfermos, otros realizando los menesteres propios de la tarea que tenía asignada.

Todos ellos arriesgaron su vida, a pesar de tener la oportunidad de salir de Málaga. Fueron invitados por el propio Superior de la comunidad a salir del sanatorio y refugiarse en sus familias o conocidos; algunos fueron requeridos por sus mismos padres, madres y hermanos, invitándoles a regresar a sus hogares familiares. Pero todos decidieron permanecer en sus puestos, junto a los enfermos psíquicos. 

Estos Hermanos de San Juan de Dios estuvieron dispuestos, como los hermanos macabeos, a arrostrar la muerte sin renunciar a su fe (cf. 2 Mac 7, 1). Ellos nos dieron ejemplo de que «vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará» (2 Mac 7, 14). Vale la pena perder la vida temporal, para encontrarse con Cristo en la Vida eterna.

Todos fueron obligados a salir de la Casa de forma violenta y con muchas vejaciones; se los llevaron al cementerio de san Rafael en Málaga y los acribillaron allí a balazos.

Sufrieron una muerte violenta sin juicio de ninguna clase. La sola razón era el odio a la fe católica, la ideología atea, el sinsentido y la sinrazón. Para quienes les ajusticiaron su delito consistía en ser hombres de Dios, que servían a Dios y al prójimo enfermo; éste fue su único delito.

Es bueno recordar estos hechos históricos, para mantener la memoria de los mártires y pedir al Señor que esto no vuelva jamás a suceder; hemos de ayudar a nuestros contemporáneos, sean creyentes o no, a que estas barbaridades no vuelvan a ocurrir.

4. El Evangelio nos ha recordado que «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24). Nuestros Hermanos ofrecieron su vida y cayeron en tierra, para dar fruto abundante.

El objetivo de sus verdugos era aniquilar la Iglesia en España. En los libros sobre la persecución religiosa en España, escritos por Mons. Vicente Cárcel, se publica una carta de un embajador ruso en España que comunica a sus superiores que se había cumplido el objetivo de aniquilar la Iglesia en España.

Sin embargo, como podemos comprobar, la Iglesia en España sigue en pie y con muchos cristianos que siguen a Cristo. Contra Dios no se puede luchar. La sangre de los mártires ha dado su buen fruto.

No tengamos reparo en ofrecer nuestra vida por Dios y por los demás. Quien intenta guardar su vida, según el Evangelio proclamado, la pierde; y quien la ofrece la gana para la vida eterna (cf. Jn 12, 25).

Los Hermanos de la Orden Hospitalaria fueron “servidores” de Cristo en los enfermos; en ellos reconocían a Cristo pobre, llagado y necesitado. Los Hermanos Hospitalarios siguen reconociendo hoy a Cristo en los enfermos. Es a Cristo, enfermo y llagado, a quien le ofrecen los cuidados; y también vosotros, médicos, enfermeros, cuidadores, personal sanitario y de servicios, voluntarios, que colaboráis con los Hermanos. Vosotros participáis de su carisma y descubrís a Cristo en el enfermo psíquico. Quiero agradeceros a todos vosotros vuestra entrega, junto con los Hermanos de San Juan de Dios. 

El mismo Jesús nos dijo: «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40).

5. En la oración colecta, al inicio de la Misa, hemos pedido a Dios por intercesión de los beatos Silvestre y compañeros, “ser fuertes en la profesión de tu nombre y servir con alegría a nuestros hermanos necesitados”. Son dos acciones muy importantes para el cristiano: servir y dar testimonio de la fe. Pedimos a los Beatos que nos ayuden a profesar sin ambages y sin miedos la fe en Cristo Jesús; y a servir con generosidad, como ellos, a los hermanos más necesitados.

Otra petición que hemos hecho en la misma oración ha sido la “configuración con Cristo”. Los Hermanos de San Juan de Dios se configuraron con Cristo “compasivo y misericordioso hacia los enfermos”. Nosotros hemos sido configurados a Cristo en el bautismo; vivamos con alegría esta identificación con Él; es decir, actuar como Cristo, sentir como Cristo, vivir como Cristo; y servir desinteresadamente a los demás.

Pedimos a Dios que nos conceda la gracia de consagrarnos con amor al servicio de los demás, sobre todo de los que pobres y de los que sufren; y dar testimonio fiel de nuestra fe.

¡Que la Virgen Santísima nos acompañe en nuestro camino terrenal hasta llegar a la patria del cielo, donde esperamos encontrarnos un día con nuestros hermanos beatificados y con todos los santos! Amén.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo