Cristianas que sienten la necesidad de silencio y oración. Nuestro carisma contemplativo nos lleva a: adorar, impetrar, expiar, reparar y escuchar (el silencio se hace escucha).

Nos reunimos durante la noche para adorar a Dios por medio de Cristo presente en la Eucaristía, representando a la comunidad de la humanidad y a la Iglesia en su deber de adoración continua. Buscamos en la oración-adoración luz para hacerla compromiso de vida (adorar, acompañar y alimentar), intentamos hacer un ambiente de oración, un núcleo de acogida.

Adoramos turnándonos porque creemos en el valor del esfuerzo compartido y la fuerza que aglutina la comunidad, sabemos que la vida cristiana es una vigilia en espera del retorno del Señor.

Adoramos ante la Eucaristía con Cristo, unidas a su sacrificio redentor en comunión de amor con el Padre y el Espíritu Santo.

El amor a la Eucaristía impulsa a ser presencia viva del amor de Dios salvador y misericordioso. Nuestras vigilias son una parada al mes para revisar nuestra vida, no olvidemos que el cristiano debe ser: orante, austero y servicial, y estas actitudes deben revisarse.

Dios da la vocación, nosotros tenemos que ser dóciles a la llamada, respondiendo con autenticidad y coherencia. Nuestra oración es personal y comunitaria.

El orden de un turno consta de: preparación litúrgica, comentario del tema de formación, Eucaristía, liturgia de las horas y oración personal, que repetimos turnándonos hasta las 7.00 horas, en que finaliza.
Deseamos que muchas personas conozcan el carisma de ANFE.

Es tiempo de caminar siendo contemplativas de noche y testigos de día. «Necesitamos santos que amen la Eucaristía, se santifiquen en el mundo y no tengan vergüenza de vivir en cristiano» -papa Francisco-.