Gerardo Rosales contaba así su llamada vocacional: «aunque yo venga de una familia muy religiosa, Dios me ha permitido que conociera otras religiones, otras maneras de pensar, he competido en deportes de aventura, artes marciales... Llegó un momento de mi vida en que tenía todo hecho: un trabajo fijo, una novia, proyectos de casarme; y a nivel deportivo, todos los logros. Pero había algo dentro de mí que no era lo que tenía. Estuve en ONGs, campamentos de subsaharianos, en Palestina, pero no encontraba la respuesta. No fue un momento concreto, pero en una competición, tras una victoria, estando en lo alto del podio con toda la gente aplaudiendo dije ¿esto para qué? Ahí me decidí a buscar mi camino y ahora pienso que es lo mejor que me ha pasado».

José Miguel Porras, por su parte, ha contado cómo fue, en el contexto de su vida cofrade, donde el Señor lo llamó. Nos obstante, afirma que «el Seminario es reflejo de la pluralidad eclesial, algunos provenimos de cofradías; otros, de colegios religiosos, de movimientos...»

Daniel Coronado ha contado su experiencia como responsable de las charlas en los institutos de la capital mañagueña. «Allí damos una visión de lo que es la Iglesia, del sacerdote y de la labor que los curas hacen en la Iglesia y en la sociedad de hoy. La pregunta más repetida por los jóvenes: "¿Porqué los curas no se casan?"»

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