NoticiaEntrevistas El Brujo: «A mí me curó la mística» Publicado: 03/06/2014: 40030 Rafael Álvarez \"El Brujo\" habla para DiócesisMálaga en el estreno de su nueva obra. Ars Málaga vivió un lleno absoluto con \"La luz oscura de la fe\", una reflexión personal del artista sobre San Juan de la Cruz. «La espiritualidad y el arte van de la mano, son manifestaciones del potencial divino del hombre» Antes del estreno de su última obra, Rafael Álvarez "El Brujo" cuenta a DiócesisMálaga el porqué de escoger a San Juan de la Cruz para volver a dirigirse al público. «San Juan de la Cruz es un grandísimo místico, y a mí la mística siempre me ha interesado mucho. Tiene ese punto de que cualquier místico de cualquier religión se entiende con otro místico, como cualquier fanático de cualquier religión se parece a un fanático. En todos lados hay fanáticos y en todos lados hay místicas. Mística tiene relación con el silencio. Fray Juan de la Cruz lo expresa de forma admirable en su poesía, con una serie de equivalencias entre luz, oscuridad... y es muy importante para mí porque en un momento determinado de mi vida a mí me curó la mísitca». Para El Brujo Málaga es especial. «Tengo una predilección por Málaga pero lo curioso es que Málaga también la tiene por mí. O bien es el teatro Alameda o el Cervantes o la Catedral o ahora aquí, en el Palacio Episcopal. Hay tres focos de atracción a Málaga, y luego está el público, que es muy empático, muy cariñoso y muy receptivo». Esta obra surge, en palabras de su autor, de un momento de madurez, donde la técnica se pone al servicio de la capacidad creativa, en el sentido de hacer algo que te nazca, que no esté ya tan regulado ni tan en función de la presión mediática, de la atracción del público o de la comercialidad o la conveniencia sino algo que te sugre de dentro. Entonces los místicos del siglo de oro son un auténtico tesoro no sólo espiritual sino también artístico porque además la espiritualidad y el arte van de la mano, son manifestaciones del potencial divino del hombre, del potencial creativo de cualquier ser humano». El Brujo vivió una profunda experiencia de conversión ya en su madurez, y desde esa vivencia, afirma que «nadie puede convencer a otro de esto de la fe. La Madre Teresa, a quien yo profesaba devoción y admiración profunda, decía que ella no podía sino rezar porque se produjera ese encuentro (y esto es muy de la India, allí nadie trata de convertir a nadie), la única conversión que se puede producir es entre el alma personal y Dios. Eso es un tesoro del hombre, y si quieres convertir a alguien tiene que ser con tu actitud, con tu conducta, porque la gente está ya cansada de que le cuenten sermones». LA LUZ OSCURA DE LA FE ‘La luz oscura de la fe’ parte de dos episodios de la biografía de este poeta del XVI: uno de su niñez, cuando cae en un pozo oscuro donde tiene una cierta revelación que le salva la vida –«un acontecimiento muy poético», puntualiza El Brujo–; y otro en su madurez, cuando estuvo preso en una cárcel de los Carmelitas por encabezar una reforma en el seno de la orden. «Y de allí huyó de una forma muy cinematográfica», adelanta El Brujo. Desde el mismo título de la obra, Rafael Álvarez hace un guiño al lenguaje poético de San Juan, con ese «juego de paradojas y de equivalencias de conceptos que son aparentemente antitéticos pero cuyo choque revela otros significados». De hecho, explica que la fe para San Juan se expresaba como una luz, «no física ni visual», sino como aquello que iluminaba el «oscurecimiento del entendimiento humano». San Juan de la Cruz, «una figura de la mística de Occidente poderosísima», se incorpora así a la nómina de personajes religiosos revisados por El Brujo (con obras como ‘El Evangelio de San Juan’, ‘San Francisco, juglar de Dios’). Y habrá más: «Estoy investigando sobre la figura de Santa Teresa, porque el año que viene se cumple el quinto centenario de su nacimiento».