NoticiaSeminario José Amalio: «A los jóvenes os digo: atreveros a ser curas, nunca os arrepentiréis» Publicado: 11/03/2024: 40627 20 años de cura El 17 de marzo, domingo más cercano a la fiesta de san José (patrono de los seminaristas), se celebra el Día del Seminario. Allí se forman los futuros sacerdotes. ¿Qué es para un cura lo mejor de serlo? En estos días de campaña vocacional, se lo hemos preguntado a varios con diversa experiencia. 20 AÑOS DE ORDENACIÓN José Amalio González Ruiz celebrará este año su 20 aniversario sacerdotal: el 11 de septiembre. En la actualidad es párroco de San Juan y San Andrés, en Coín, y María Auxiliadora en Villafranco del Guadalhorce. También es Consiliario Diocesano del Movimiento Cursillos de Cristiandad y capellán del Colegio Diocesano San Juan Pablo II, de la Fundación Victoria. «Esta es otra nueva y buena ocasión para compartir con mi Iglesia diocesana de Málaga el agradecimiento desbordante por el don recibido: la vocación sacerdotal. Muchas veces me he preguntado: ¿cómo que la gente no se hace cura? Es fantástico estar de parte del Señor en medio de la vida de la gente, de todo tipo de gente. El mundo en sí mismo es una continua llamada a entregarme y a descubrir, y ayudar a descubrir a otros, el inmenso amor que Dios nos tiene y da un sentido diferente a nuestra vida; estar con la gente proclamando esperanza en medio de las dificultades y tristezas, y viviendo felicidad en medio de las alegrías; construir comunidades cristianas que representen el corazón de Dios por su acogida y por su misericordia. A los jóvenes os digo: atreveros a ser curas, nunca os arrepentiréis». Antonio Castilla, sacerdote de la diócesis de Málaga × 15 AÑOS DE ORDENACIÓN Antonio Castilla Delgado recibió la ordenación sacerdotal hace casi 15 años, el 11 de julio de 2009. Fue el primer sacerdote ordenado en la diócesis de Málaga por D. Jesús Catalá. En la actualidad es vicario parroquial en la Asunción y San Vicente de Paúl, en Málaga. «Recuerdo perfectamente el 11 de julio de 2009. La Catedral, tan bella como siempre, estaba rebosante de gente: sacerdotes y diáconos, compañeros del Seminario, familiares y amigos, comunidades parroquiales, y seguro que algún que otro turista despistado que permaneció en su interior para ver lo que sucedía aquella mañana. En la sacristía, y a pocos minutos de comenzar la celebración, el Sr. Obispo dirigió a los ordenandos, que entonces éramos diáconos, unas breves palabras que acogimos con cariño y gratitud. Un acólito golpeó la campana para avisar del comienzo de la ordenación sacerdotal, el órgano hizo sonar los primeros acordes del canto solemne de entrada y la procesión hasta el presbiterio marchó a paso lento. Desde aquel día ya han pasado casi 15 años. «En todo este tiempo, la providencia divina me ha llevado por lugares, experiencias y tareas que han ido conformando de forma discreta mi vida sacerdotal. ¡Cuánto bien me ha hecho el presbiterio de Málaga y qué privilegio formar parte de él! Hombres de firme vocación, disponibles siempre al servicio de todos, con corazones que aman y dan la vida como ama y da la vida por las ovejas el Buen Pastor. Y qué decir de esas otras personas, tantas en estos años, que he ido encontrando a cada paso dentro en la Iglesia y en otras realidades. Dios mismo me ha visitado en cada una de ellas. Con una sonrisa, miro hacia atrás y todo ha sumado para bien, todo ha sido gracia. «Lo mejor de ser cura, sin duda, es aceptar que la vida ya no nos pertenece. Es de Dios y para los demás. Tradicionalmente esto se ha llamado la cura animarum. Y aunque mi experiencia es corta en años, sí puedo apuntar que la fuente de donde brota todo es la amistad con Cristo. Nuestra vocación nos empuja a servir al pueblo de Dios en sus necesidades espirituales y humanas, el Espíritu Santo nos vivifica y pertrecha de lo necesario para ser compañeros de caminos, historias y procesos. Nos sentimos mensajeros de Dios y, con palabras de san Manuel González, evangelios vivos andando por las calles. «Y puesto a imaginar igual sería bonito que, al cruzarnos con ese sacerdote anciano que pasea por la calle, o con ese joven cura rural que se ha pasado la semana visitando y acompañando en la fe a la gente de sus pueblos, o con el párroco de la iglesia del barrio que ha terminado la misa después de una jornada intensa… igual sería bonito acercarnos y decirle con afecto: gracias, gracias por tu sí a Dios». × 10 AÑOS DE ORDENACIÓN Juan Carlos Millán Guerrero celebrará el próximo 28 de junio 10 años de ordenación sacerdotal. En la actualidad es párroco en Santa Catalina Mártir (Arenas), la Inmaculda Concepción (Daimalos) y San Isidro (Trapiche), y vicario parroquial en San Juan Bautista (Vélez-Málaga). «Lo mejor de ser cura, es el sentimiento de felicidad plena que produce el saber que el Señor cuenta contigo para seguir con su tarea. »Vivimos en una sociedad donde todo el mundo busca la felicidad y el estar en el sitio adecuado, y cuando me preguntan si soy feliz como sacerdote, desde el día de la ordenación, la respuesta siempre es afirmativa. »Algunas veces hay momentos buenos y otros momentos de prueba que con la ayuda del Señor siempre se intentan superar, pues como en todo en la vida, nunca nadie dijo que fuese fácil, pero esos buenos momentos, y sobre todo el compartir tu fe con las comunidades a las que eres enviado, son los que hacen que el ser sacerdote merezca la pena». Ernesto Ruiz Canales, sacerdote de la diócesis de Málaga × 5 AÑOS DE ORDENACIÓN Ernesto Ruiz Canales recibió la ordenación sacerdotal hace casi 5 años, el 29 de junio de 2019. En la actualidad, es párroco de Istán y vicario parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, en Marbella. «Lo mejor de ser cura, ha sido el regalo de tener ese encuentro personal con Cristo en el servicio a una comunidad. Compartir todo lo que nos une y que también dejamos a los pies de la mesa del altar; las penas, las alegrías, las esperanzas, lo sueños, lo deseos, las frustraciones de la vida y todo ello desde la experiencia de sabernos llamados a anunciar la Buena Noticia. »Todo este tiempo he tenido una familia que se ha hecho cada vez más grande; en la que nos podemos aportar la alegría de sabernos amados por Dios. No ha sido fácil, ha sido un camino de aprender, conocer y crecer en lo humano y lo divino, formándome con herramientas que me permitan darme más y mejor en mi ministerio. »También ha sido un tiempo de ir confirmando la llamada que el Señor me ha hecho a mí y a mis hermanos sacerdotes que se entregan todos los días en su sacerdocio; especialmente a los que fueron mis formadores y compañeros y han sido un ejemplo para aprender de ellos y que esto ha sido y sigue siendo la experiencia más feliz de mi vida y en la que seguiré dando gracias a Dios todos los días» Ordenación Daniel Gutiérrez × RECIÉN ORDENADO Daniel Gutiérrez Santiago es el sacerdote más joven de la diócesis de Málaga, en la actualidad. Recibió la ordenación sacerdotal el 13 de enero de 2024, cuando aún tenía 24 años. Es vicario parroquial de Nuestra Señora de los Dolores, en el Puerto de la Torre. «Ser cura es un gran regalo que intento cuidar día a día» «En estos casi dos meses de cura que llevo estoy disfrutando mucho del ministerio recibido. Para mí es un gran regalo que intento cuidar día a día. Tengo la suerte de ir viviendo mi ministerio en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, comunidad que me ha visto crecer. Soy afortunado por poder estar a su servicio. Lo que más me fascina del ministerio es ese ser intermediario entre Dios y los hombres. Hablar a los hombres de Dios y de todo lo que nos regala, y hablar a Dios sobre las inquietudes de su pueblo. Ser cura es algo muy grande, porque estás en los momentos más importantes de la gente. Acompañas al recién nacido en el bautismo, a los niños que se preparan para recibir a Jesús, a los jóvenes llenos de inquietudes, a esas madres que quieren sacar a sus familias adelante, a esas personas que llegan rotas al sacramento de la reconciliación, a quienes sufren el peso de los años, a quienes se encuentran en sus últimos momentos de vida… En definitiva, al sacerdote se le invita a acompañar a las personas en todas las etapas de la vida. Esto es algo muy delicado y muy gratificante. Soy afortunado por poder entrar en los corazones de tanta gente para hacerles llegar el amor de Dios. También decir, que sigo emocionándome con cada sacramento, y en especial con cada Eucaristía, que Cristo se haga presente por medio de mis palabras y mis manos, es algo increíble. El ser sacerdote es un regalo muy grande.