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La niña Estrella y la selección de embriones con fines terapéuticos

Publicado: 16/02/2012: 2868

El catedrático emérito de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Málaga, Vicario para la Vida Consagrada y jesuita, Ignacio Núñez de Castro, reflexiona sobre la selección de embriones con fines terapéuticos.

Hace unos días la prensa y televisión comunicaban el nacimiento de la niña Estrella en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. El bebé ha sido procreado por fecundación “in vitro” tras una selección de embriones, para salvar a un hermano Antonio, de cinco años, que padece una enfermad grave, aplasia severa. La única esperanza de curación de Antonio es un hermano compatible. Todos nos alegramos del nacimiento de una nueva vida, pero desgraciadamente los medios de comunicación silencian que esa vida ha sido lograda a coste de los embriones desechados en el proceso de selección.

La historia comienza en los Estados Unidos de América en Denver con el nacimiento de Adam Nash, el primer niño medicamento, -así se ha popularizado esta técnica-, seleccionado para curar a una hermana que padecía la anemia de Fanconi [1]. La única cura posible para curar la anemia de Fanconi, enfermedad que consiste en un fallo de la médula ósea, es el transplante de células troncales hematopoyéticas; el transplante de donadores compatibles, que no sean hermanos con antígenos de histocompatibilidad idénticos, está asociado con una alta morbilidad. La familia de Adam aceptó el desafío y tras cuatro años, después de cinco ciclos de fecundación in vitro y diagnóstico preimplatatorio y un coste de unos 100.000 dólares, la madre quedó embarazada y dio a luz un hijo sano. La sangre del cordón umbilical fue recogida al nacimiento y se hizo el transplante correspondiente de las células troncales de la sangre y su hermana fue curada [3]; efectivamente se había abierto una puerta como dice el Editorial de la Revista Blood.

En España la primera selección de embriones y transplante con éxito del primer niño medicamento tuvo lugar en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. El día 12 de Octubre nació Javier sano y compatible con su hermano Andrés que padecía una beta-talasemia. El 13 de Marzo de 2009 la prensa daba la noticia de que se había realizado con éxito el transplante de la sangre del cordón umbilical de Javier a Andrés; el 23 de enero se le había hecho a Andrés el transplante de las células troncales del cordón umbilical de su hermano Javier. Andrés fue dado de alta el 18 de febrero de 2009 [3]. En España ha sido posible llevar a cabo todo el protocolo gracias a la ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción asistida, que en su artículo 12.2 autoriza la técnica después de estudiar, caso por caso, según el artículo 12.2:


«La aplicación de técnicas de diagnóstico preimplantacional para cualquier otra finalidad no comprendida en el párrafo anterior, o cuando se pretendan practicar en combinación con la determinación de antígenos de histocompatibilidad de los preembriones in vitro con fines terapéuticos para terceros, requerirá la autorización expresa, caso a caso, de la autoridad sanitaria correspondiente, previo informe favorable de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida, que deberá evaluar las características clínicas, terapéuticas y sociales de cada caso».

Según el Profesor Lacadena, la probabilidad final teórica de engendrar, mediante esta técnica, un niño sano y compatible es muy pequeña. Para la selección hay que llevar a cabo un diagnóstico genético preimplantatorio y ha de hacerse siempre en embriones obtenidos por fecundación in vitro y transferencia de embriones (FIVTE). Debe tenerse, por tanto, en cuenta la baja eficacia de la FIVTE y la suerte de que el embrión sano seleccionado sea un buen donante, compatible sin problemas de rechazo inmunológico. Por otra parte, para el diagnóstico genético preimplantatorio se necesita, además de la unidad de reproducción asistida, una gran destreza en la micromanipulación para obtener una célula de un embrión en el estadio de ocho células, lo que requiere una amplia colaboración entre genetistas y clínicos [4]. Esta reflexión es importante, porque se ha hablado del valor técnico y terapéutico conseguido, y nos felicitamos por ello, pero «no se habla de los numerosos embriones eliminados o perdidos, que es la cara negativa de la moneda» [5].

Nos encontramos, pues, en el caso de Estrella ante una variante más de la FIVTE que nos vuelve a plantear serios problemas éticos: la selección de embriones tras un diagnóstico genético pre-implantatorio. El juicio ético en el caso de Estrella, semejante al de Javier, es el mismo: el fin, por muy altruista y loable que sea, no puede justificar los medios para llegar a tal fin.

Todos celebramos el nacimiento de Javier y de Estrella, que Andrés haya superado su enfermedad y que Antonio la pueda superar. Algunos incluso se extrañaron, en su día, que Javier fuera bautizado en la Iglesia Católica, después de que la Conferencia Episcopal Española criticara la selección embrionaria. Es natural que Javier fuera acogido en el seno de la Iglesia, pues estamos convencidos que toda vida humana es un don de Dios, pero hay que hacer notar, como lo hizo la nota de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española, que «se ha puesto el énfasis en la feliz noticia del nacimiento de un niño y en la posibilidad de la curación de la enfermedad de su hermano. Expresada así, la noticia supone un motivo de alegría para todos. Sin embargo, se ha silenciado el hecho dramático de la eliminación de los embriones enfermos y eventualmente de aquellos que, estando sanos, no eran compatibles genéticamente. El nacimiento de una persona humana ha venido acompañado de la destrucción de otras, sus propios hermanos, a los que se ha privado del derecho fundamental a la vida» [6].

Someter la vida humana a un criterio de pura eficacia técnica es tratar al embrión humano como un medio y no como un fin en sí mismo, y, por tanto, privarle de toda dignidad, sometido a un puro control de calidad técnica. Se plantea, pues, un problema ético que tiene muchas facetas: además de las reservas éticas ante la FIVTE, debe considerarse el elevado coste de vidas humanas para la selección de un embrión sano y compatible, que ya desde el primer momento de su existencia es considerado como medio. Por otra parte, no se puede olvidar tampoco la carga psicológica que se le impone al niño que desde su concepción, aunque haya sido deseado, no ha sido deseado únicamente por sí mismo, sino también en beneficio de su hermano.

 

[1] Satkiran  S. Grewal, Jeffrey P. Khan, Margaret L. MacMillan, Norma K. C. Ramsayand John E. Wagner, “Successful hematopoietic stem cell transplantation for Fanconi anemia from an unaffected HLA-genotype-identical sibling selected using preimplantation genetic diagnosis”, Blood, 103 (2004) 1147-1151.

[2] Es interesante el título del Editorial de la RevistaBlood del número en el que se publica todo el procedimiento: “No hay donador? Entonces se crea uno!”, “No donor? Then create one!”,  Blood, 103 (2004) 1147-1151.

[3] Diario de Sevilla, 13.03, 2009.

[4] JOE LEIGH SIMPSON, SANDRA A. CARSON and PAULINE CISNEROS, “Preimplantation Genetic diagnosis (PGD) for hereditable neoplasia“, Journal of the National Cancer Institute Monographs, nº 34, 2005, pp. 87-90

[5] JUAN RAMÓN LACADENA, “La selección de embriones con fines terapéuticos: una reflexión bioética”, Moralia, 32 (2009) 69-84. 

[7] CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Nota de la Secretaría General, Madrid, 2008, 17,10.
 

 

  

Autor: Ignacio Núñez de Castro

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