NoticiaBlanco sobre Negro Juan Carlos Millán: «Mi viaje favorito es el que emprendes en una conversación» Juan Carlos Millán, sacerdote diocesano Publicado: 20/05/2019: 16688 Entrevista al sacerdote Juan Carlos Millán, nacido en Málaga en 1989 y ordenado en 2014. «Encuentro la felicidad en el contacto diario con la gente a la que se me ha encomendado» ¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? Vivirla siendo uno mismo y sabiendo que es voluntad de Dios y no voluntad nuestra la misma vida. ¿A vivir se aprende? Totalmente. Yo creo que uno seguirá creciendo en años y en sabiduría aprendiendo; dejaremos de aprender de la vida el día que Dios nos llame ¿Y a ser sacerdote? Es aprendizaje diario. Ya se encarga el Señor de irnos conduciendo por sus enseñanzas. Algunas veces claramente, y otras veces como los burros, a palos. ¿Crees que sabes vivir? Por supuesto; cada momento es un momento que difícilmente puede volver a repetirse. Con la vida igual. ¿Has sufrido alguna crisis vital? En el año 2013, justo el penúltimo año de Seminario sufrí una grave negligencia médica que casi me cuesta la vida. ¿En qué o en quién te apoyaste cuando la sufriste? Sentí la soledad de la UCI en la que en nada ni nadie te puedes apoyar, pero cuando te das cuenta de que no es soledad 100%, porque quien mueve tu vida está ahí contigo, cambia mucho. Por orden de apoyo, primero Dios y la fe; segundo y primordial la familia y tercero amigos y conocidos. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Ser sacerdote. Ser otro obrero a su servicio ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra iglesia local hoy? Llegar a la toda la gente de forma respetuosa, sea creyente o no. Saber estar en el mundo, pero sin ser del y como el mundo. Hablarle al mundo de hoy en el lenguaje de hoy. ¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar? El conformismo, el “cómo ha salido bien” pues estupendo, no ir más allá pudiendo. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? Los que me conocen saben que siempre digo que las tonterías hay que dejarlas a un lado. Me importan las cosas vitales para mi fe y para mi vida. En ese orden de importancia tienen un lugar señalado las personas en sí, más que las cosas. ¿Quién es Jesucristo para ti? Podría decir la respuesta típica de mi vida. Pero aparte de serlo es el apoyo diario, el confidente que mejor me conoce y al que no me avergüenza mostrarme tal y como soy. ¿Quién dice la gente que eres tú? El cura al que es difícil pillarle cuando habla en serio a cuando no; de barrio, (ríe) ¿Te gusta complicarte la vida? Bastante a veces ¿Cómo te gustaría morir? Los que me conocen saben siempre las dos opciones que siempre doy a esta pregunta. Me gustaría morir con las botas puestas celebrando la Eucaristía o tocando un órgano. ¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura? Que sea claro con Dios y con él mismo. Muchas veces nos rodeamos de tonterías y de miedos innecesarios que nos hacen dudar y desvían la atención de lo verdaderamente importante: tu historia de amor con Dios, y más en la vocación al sacerdocio. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Por supuesto, con alguna complicación, y si me lo permites, para compartir la felicidad. ¿Qué te preguntas? El por qué a veces los cristianos, que somos seguidores de Cristo y que deberíamos dar ejemplo de ser, o intentar ser como Él, a veces somos peores con los demás, que mucha gente que la iglesia “ni fu ni fa”. A veces asustamos, más que damos testimonio. ¿Cómo te ves con el paso del tiempo? Más viejo en años, como es lo normal, pero espero que sin cambiarme el carácter. ¿Has mejorado como los buenos vinos? Como los buenos vinos, creo que sí, pero muy poco a poco. ¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote? Aunque parezca algo poco importante, el no poder conducir. El querer llegar más y mejor a más cosas y no depender tanto de que me lleven o traigan, o el transporte público; eso es algo que a veces me resulta complicado, pero se sobrelleva. ¿Qué preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal? Si le ha preguntado a Dios qué quiere de él. ¿Dónde encuentras la felicidad? En el contacto diario con la gente a la que se me ha encomendado. ¿Rezas para tener éxito? No, pero sí pongo en manos del Señor los proyectos personales y comunitarios para que salgan bien. ¿Te preocupa cómo vive la gente? Por supuesto. ¿Por qué? Nuestra vida y nuestras preocupaciones no son las mismas que las de la gente. Hay gente que su vida es peor que la nuestra por desgracia, y si ahí no entramos, nuestro ministerio se queda cojo. ¿Eres un sacerdote dócil? Sí ¿Qué es para ti el tiempo? Algo importante para gastar, pero nunca para perderlo. ¿De qué te arrepientes o tiene remordimientos? De que a veces puede uno dar más de lo que da, y no lo da conscientemente. ¿Cuál consideras la virtud más sobrevalorada? Creo que todas las virtudes deberían estar sobrevaloradas por encima de los defectos. ¿Cuál es tu viaje favorito? El que emprendes cuando empiezas con una conversación con alguien. Siempre se sabe el lugar de inicio, nunca cuando se termina. Y de lugares del mundo, como músico, Salzburgo es mi ciudad favorita. ¿Pequeños placeres? Sentarme a comer pipas mientras charlo con un amigo. Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Por ahora no he tenido la oportunidad de vivir la soledad como un calvario. A veces es hasta necesaria en el bullicio de vida que a veces llevamos. ¿Un olor que recuerdes? El puchero de mi madre. ¿Un perfume que se cautive? El olor del Santo Crisma en el pulgar después de un bautizo. ¿Tu flor favorita? La rosa de color rosa ¿La palabra más hermosa del diccionario? Amistad ¿El regalo más bello que te ha hecho ser presbítero? Contar con sacerdotes a los que no se conoce de nada, y que por una cosa u otra te toca tenerlos cerca y parece que nos conocemos de toda la vida como amigos íntimos. A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote? Sí, rotundo. Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le responderías? La vida siempre tiene su gracia. Lo importante es saber buscarla en todo lo que ocurra, bueno o malo. Es maravillosa si cada día lo vemos como una auténtica maravilla, no si los vemos todos iguales. La monotonía es la cosa más sosa y sin gracia que puede haber.