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Oficio de Tinieblas. Gregoriano y polifonía de Esteban de Brito (I)

Publicado: 08/04/2020: 17160

El doctor en Musicología por el Pontificio Instituto de Música Sacra de Roma, director del coro y organista 2º de la Catedral de Málaga, Antonio del Pino, nos ofrece una serie de pequeños vídeos para los días centrales de Semana Santa, cuentan con traducción simultánea e imágenes de los originales del archivo catedralicio malagueño.

En este primer vídeo de la serie de tres que ofreceremos en estos días centrales de la Semana Santa, presentamos una selección de la primera parte del concierto celebrado el pasado 7 de diciembre de 2019 en la Catedral de Baeza. En dicho concierto se ofreció el primero de los nocturnos del llamado "Oficio de tinieblas" que tenía lugar durante los maitines del jueves, viernes y sábado santo si bien por motivos prácticos debido a su duración se adelantaban a la tarde anterior (o quizás porque al paulatino apagado de las velas del tenebrario se deseaba añadir el ocaso natural del atardecer).

El Oficio de Tinieblas se dividía en tres nocturnos, pero sólo en el primero ellos tenían lugar las Lamentaciones puestas en música por los maestros de capilla de catedrales, iglesias y monasterios de todo el orbe católico. A su vez, los nocturnos tenían una primera parte consistente en tres salmos con sus correspondientes antífonas que finalizaban con un versículo y el rezo del Padre nuestro en secreto. A continuación comenzaba la primera de las Lamentaciones que en este caso que presentamos es de un maestro de capilla de la Catedral de Málaga entre 1613 y 1640, el portugués Esteban de Brito.

En el comentario de los dos próximos vídeos nos ocuparemos de los aspectos ceremoniales de tan particular rito y de la figura colosal de Juan Francés de Iribarren, maestro de capilla en el tercio central del s. XVIII. Pero no "empecemos la casa por el tejado" y dediquemos este primer encuentro virtual a ofrecer alguna pincelada de los textos del Antiguo Testamento que, tras su normalización en la liturgia de las horas después del Concilio de Trento (1545-1563), servía como base literaria a infinidad de composiciones literarias que atesoran nuestros archivos de música.

El libro de las Lamentaciones, atribuido al profeta Jeremías, recoge de forma poética la reflexión de un pueblo ante la desazón producida por una triple calamidad que se antojaba imposible e inimaginable: asedio de Jerusalén, destrucción del Templo y deportación a Babilonia.  Este libro del Antiguo Testamento presenta cinco capítulos que se corresponden con cada una de las lamentaciones, las cuales utilizan un artificio literario denominado acróstica alfabética, de ahí la presencia entre versículo y versículo de las letras del "alefato" hebreo.

Para entender el mensaje teológico del Libro de las Lamentaciones se debe trascender la amplia y bella descripción del asedio de Jerusalén que aún siendo una ciudad hermosa es mucho más ya que constituye la sede de las promesas de Dios y es símbolo de su presencia y su justicia. El problema del sufrimiento humano ocasiona a menudo grandes crisis en las religiones monoteístas ya que la propia imagen de Dios es "afectada" por el dolor de un pueblo que se interroga por su silencio o incluso por su abandono. No es que se ponga en duda ni entre en crisis la convicción sobre la bondad divina, pero, pese a tan profunda desesperación, el pueblo debe encontrar la serenidad suficiente para entender que en Dios no se encuentra ni el origen del mal ni un estado que es sólo consecuencia de la acción libre y del pecado del hombre. Por eso, todas estas Lamentaciones musicalizadas finalizan añadiendo al texto de Jeremías una invitación a la conversión procedente del libro del profeta Oseas, como conclusión de que únicamente en la vuelta a los planes de Dios se encuentra la felicidad del hombre de cualquier época.

 

Beatriz Lafuente

Licenciada en Periodismo e Historia. Casada desde 2011, es madre de un hijo.

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