Para Antonio, su ministerio sacerdotal en estos pueblos de la Serranía está siendo muy enriquecedor. Son pueblos pequeños, de gente sencilla. “En Semana Santa tienes que partirte en cuatro, porque para todos los preparativos recurren a ti. La verdad es que no me queda más remedio que recurrir a un hermano sacerdote, porque humanamente es difícil estar en los cuatro pueblos. Pero, al final, siempre hay alguien que se presta a servir a estas comunidades en estos días tan señalados”, afirma Antonio.

“Lo que más destacaría de la Pascua Serrana es cómo viven y celebran la Resurrección. Para mí, fue una auténtica novedad, nunca lo había visto en ningún lado. Y es la manera de celebrar la Nueva Vida en Cristo Resucitado. Lo expresan procesionando a un Niño Jesús, signo de la Nueva Vida que nos trae la Resurrección. Popularmente entre ellos lo llaman: “El Niño del Huerto”. En la plaza central de las distintas poblaciones, aunque no en todas es igual, montan un huerto con naranjas o limones de los campos y huertos vecinos. En Algatocín, la Virgen va en busca de su Hijo, que ha quedado oculto (haciendo referencia al sepulcro) y junto con san Juan, va al huerto: y allí se produce el encuentro de la Madre con su Hijo Vivo y Resucitado”.

 Para los próximos años, Antonio tiene un deseo: poder celebrar  con las cuatro comunidades juntas la Pascua de Resurrección.