DiócesisHomilías

Vigilia de oración con motivo de la Semana del Matrimonio (Parroquia El Carmen-Málaga)

Vigilia de oración en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en Málaga, presidida por el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá
Publicado: 18/02/2022: 7924

Homilía pronunciada por el obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la vigilia de oración con motivo de la Semana del Matrimonio celebrada en la parroquia El Carmen de Málaga

VIGILIA DE ORACIÓN CON MOTIVO DE LA SEMANA DEL MATRIMONIO

(Parroquia de El Carmen-Málaga, 18 febrero 2022)

Lecturas: Rut 1, 16-17; Jn 2, 1-11.

1.- ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar! (Sea por siempre bendito y alabado, responde la asamblea). Hemos expuesto el Santísimo, dando mayor relevancia a su presencia sacramental.

Acabamos de escuchar el texto del libro de Rut, en el que acompaña a su suegra y le dice: «No insistas en que vuelva y te abandone. Iré adonde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios» (Rut 1, 16). Lo más importante de esta afirmación es «tu Dios será mi Dios», porque Rut no era de religión judía.

Cuando se ha hecho la primera pregunta sobre recordar los acontecimientos importantes de nuestra historia de salvación, supongo que todos habréis pensando en el primer encuentro entre vosotros. 

Pero, ¿cuántos habéis pensado en el bautismo? (Algunos fieles levantan la mano). ¡Muy bien; me alegro! El primer acontecimiento de salvación en nuestra historia es el bautismo, en el que somos hechos hijos de Dios y el Señor nos llena de su Espíritu, nos «cristifica». Después vienen otros acontecimientos y otros encuentros; pero el primordial y básico es el bautismo.

2.- Una vez se acercaron a una parroquia dos novios que querían casarse y el párroco le preguntó a él: “¿Tú sabes con quién te vas a casar?”. Y el novio le contestó: “¡Claro, con Mari-Carmen!”. Y le hizo otra pregunta: “Y, ¿quién es Mari Carmen?”. Os podéis imaginar cuál hubiera sido la respuesta; podría haber dado muchos datos sobre sus padres, su familia, sus estudios en la universidad, sus gustos y muchos datos más. 

Pero antes que contestara el novio, el párroco le dijo: “Mari-Carmen, con quien vas a casarte, es una hija de Dios, es templo del Espíritu Santo, es presencia de Cristo. ¿Cómo la vas a tratar? ¿Cómo la vas a amar?”. Y, a continuación, el párroco le preguntó a ella: “Y tú, ¿sabes quién es tu novio?”. Ella le respondió: “Ya lo he entendido”.

¿Con quién se une una persona en santo matrimonio? Con un hijo de Dios, gracias al bautismo. Después será otras cosas; será profesionalmente un buen técnico, un gran profesional, un intelectual, etc. Pero ante todo es un hijo o una hija de Dios.

3.- Rut aceptó la religión de su suegra. Aquí entra el tema de la educación en la fe de vuestros hijos. Somos conscientes de que hay problemas en la transmisión de la fe; sabemos que no todos los hijos aceptan la religión de sus padres y que no todos viven la misma fe. 

Pero eso no os debe preocupar tanto a los padres, ni vivirlo con angustia. Habéis hecho con todos los hijos lo mismo; les habéis ofrecido vuestro amor, la fe de la Iglesia y vuestra cultura. Después cada uno hace su recorrido y su proceso personal histórico. Hay que seguir rezando por ellos y seguir amándoles.

Tal vez nuestras familias no asumimos adecuadamente la celebración del bautismo. Se celebra el “cumpleaños” y se celebran muchas cosas. En las Visitas pastorales suelo preguntar a los niños si saben cuándo es su “cumpleaños” y todos lo conocen; a continuación, les pregunto el día de su santo y algunos lo saben, pero muchos lo desconocen; y cuando les pregunto qué día fueron bautizados casi nadie lo sabe. Y estamos hablando de niños hijos, cuyas familias vienen a misa.

Considero que hemos de dar más importancia al bautismo. «Tu Dios será mi Dios», dijo Rut. Y nuestros hijos deberían decir a sus padres: «Tu Dios será mi Dios». Si llega un momento en que no lo dicen, que no sea por negligencia por nuestra parte.

4.- En el relato del Evangelio de las bodas de Caná, Jesús hace el primer milagro de su vida y lo hace en unas bodas. Con tantos milagros que hizo, el primero fue para santificar el matrimonio; y lo hizo a instancias de la Virgen.

La presencia de María es importantísima en nuestras familias. Las Bodas de Caná nos dan a entender lo importante que es el matrimonio para Cristo, que lo santifica con su presencia y les regala a los novios el don precioso del mejor vino.

Pensad en la importancia del vino en nuestra cultura: tiene sabor, da vida, da chispa, es signo de fiesta. El vino procede de muchas uvas, que han sido pisadas en el lagar o prensadas en el torno. Es el fruto de un conjunto de elementos naturales fermentados. Todo su simbolismo debe ir calando en nuestra vida.

5.- El Papa nos ofreció su reflexión sobre la «La alegría del amor» (Amoris laetitia).  Estamos llamados a manifestar la alegría de vivir el matrimonio y la familia. Vivirlo y transmitirlo debe ser motivo de alegría. Estamos llamados a transparentar la hermosura del evangelio de la familia. 

Cuando la gente nos vea debería poder decir: “¡Qué maravilla; con qué gozo y alegría viven su matrimonio!”. No sería necesario explicarlo con palabras, basta con vivirlo. Cuando uno pasa por un sitio donde están bailando y haciendo fiesta, piensa: “¡Qué fiesta más hermosa!”. Pues la gente, al vernos, deberían decir: “¡Qué maravilla es la familia y el matrimonio!”.

6.- Vamos a pedirle al Señor que esta Semana de la Familia y todo lo que habéis reflexionado, rezado y compartido, vaya calando poco a poco en nuestra mente y en nuestro corazón. Y que luego se traduzca y se trasluzca ante los demás; se transparente en nuestra forma de ser, de vivir en nuestro día a día.

Le pedimos a la Virgen del Carmen, en cuya parroquia estamos, que nos ayude a ser familias como un “Carmen”, es decir, como un “Carmelo”, como un jardín; ese es el significado del nombre de Carmen. 

La Virgen es el jardín que acoge a Cristo. Y el matrimonio debe ser ese jardín que acoge a los hijos, al amor y a Cristo.

Pidámosle, pues, a la Virgen del Carmen que nos haga vivir con alegría este sacramento tan precioso. Que así sea.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo