NoticiaSínodo Fermín Negre: «El sínodo quiere ser un gran concierto cuyo director sea el Espíritu» Fermín Negre Publicado: 25/01/2022: 11437 El sacerdote Fermín Negre, adscrito a la parroquia de San Manuel González de Mijas Costa y miembro del grupo de música católica contemporánea Ixcís, ofrece su visión del proceso sinodal en el que se encuentra inmersa la diócesis de Málaga junto a la Iglesia Universal ¿Cuál es tu visión del Sínodo? El cambio de época al que estamos asistiendo requiere una nueva mirada conjunta y nuevas respuestas desde el Espíritu. Estamos respondiendo casi de la misma manera a los retos de hoy a como cuando la sociedad era de cristiandad. Es como si estuviéramos ofreciendo cintas de casete a generaciones que no saben ni siquiera lo que son ni cómo utilizarlas, porque están en otra parte... A vinos nuevos, odres nuevos. Es urgente sacar del arca lo antiguo que es raíz y fundamento, y lo nuevo que hace que lo que ofrecemos no huela a rancio, sabido y obsoleto. Solo así conectaremos con la sed más profunda del ser humano –y hay mucha– en este siglo XXI. Como dice la Evangelii Gaudium 30: «En orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo, exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma». ¿Cómo lo estás viviendo? Pues con una sensación dispar. Por un lado, como mucha gente, con la impresión de que es una cosa más, un trámite que hay que cumplir y ¡a otra cosa, mariposa! Por otro, con la esperanza de que sea el grano de mostaza que infunda como fruto el valor y la decisión de aterrizarlo en un Sínodo en nuestra diócesis con una pregunta de fondo: ¿Qué quieres, Señor, de nosotros como pueblo de Dios que camina en Málaga y Melilla? Iniciar una búsqueda compartida de la voluntad de Dios que se encarne hoy en nuestra diócesis concreta. En muchos ámbitos de la pastoral, seguimos ofreciendo cintas de casete, siguiendo con el símil. Hace falta despertar la ilusión, contagiar pasión, ponernos en camino juntos con un propio sínodo de varios años, que alcance a todos, en proceso, sin prisas… al estilo de las asambleas del pueblo de Dios que tuvimos hace unos años, que sea como un nuevo Pentecostés. Si seguimos como estamos, ya sabemos lo que sucederá -y está sucediendo- en la mayoría de parroquias y comunidades. Hay que abrir nuevas puertas y ventanas al Espíritu. ¿Qué se puede aportar desde el mundo del arte cristiano en el que tú te mueves? En los encuentros de Músicos Católicos de la Subcomisión de Infancia y Juventud de la CEE todos los músicos, los más veteranos y los que están empezando, coincidíamos en la poca conciencia del valor que tiene la música católica contemporánea para la evangelización. ¿Qué sería de una Iglesia que no tuviera canciones para el camino? Seguro que Jesús cantaría los salmos y María no dejaría de tararear el Magníficat. En Latinoamérica nos llevan años de ventaja. Allí al ministerio de la música se le da una relevancia especial. La música une, crea lazos, es un cauce sencillo por el cual el Evangelio llega de los oídos al corazón de mucha gente con una facilidad pasmosa. La Buena Nueva es canción para ser interpretada por muchos instrumentos y diferentes voces. Es coral. Es maravilloso cuando, por ejemplo, en los conciertos los distintos se convierten en una sola alma y un solo corazón cantando una misma esperanza. El sínodo, en definitiva, quiere ser un gran concierto cuyo director sea el Espíritu. Como dice Francisco: «La Iglesia es una gran orquesta en la que existe variedad». ¿Con qué canción animarías a la gente a participar en el Sínodo? Pues barriendo para casa con esta de Ixcís de nuestro disco “Abrazando la noche” que se titula: «Todos uno». Así dice la letra: Siento tu presencia cuando al caminar todos somos uno juntos al andar, sin más divisiones, sin mirar atrás, en un mismo Espíritu siempre caminar, juntos caminar, siempre caminar. ¿Qué esperas del Sínodo? El Sínodo podría ser un punto de partida de un nuevo estilo de ser y estar que impulse una nueva primavera y nos lleve a la conversión pastoral de la que habla el papa. Conversión no es un barniz superficial que oculta lo que hay en el fondo. Es metanoia, que llega hasta lo más hondo. Quizás hablar de «metanoia pastoral» ayudaría a tomar mayor conciencia de lo que tenemos entre manos. En una reunión escuché decir: «hacer retoques para que todo siga igual». Ojalá no desaprovechemos la oportunidad de una revisión profunda del modo en que estamos intentando anunciar la buena noticia en nuestra diócesis. Una iglesia sinodal significa una iglesia participativa en la que cada miembro ponga en común los cinco panes y dos peces que ha recibido del Señor para el servicio y el bien de todos. Por eso, espero que el obispo y los curas -yo incluido- de vez en cuando aprendamos a decir «No lo sé. Busquemos juntos en el Espíritu sin miedo a nuevos caminos»; que no tengamos siempre la última palabra en todos los asuntos ni respuestas preconcebidas para todo; que caminemos más en horizontalidad, sabiéndonos al servicio y no por encima del pueblo de Dios, ya que somos parte de él. Nadie tiene la exclusiva del Espíritu Santo. Y de la relación con los laicos comparto esto que tanto preocupa a Francisco: «El clericalismo es una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice». Creo que el laicado, en general, ha dado un paso atrás en estos últimos años y necesita de nuevo recuperar su vocación corresponsable que nace no de que le den unas tareas que hacer, sino de su propio bautismo. Pasar de una Iglesia clericalizada a una Iglesia sinodal no es fácil, pero es el camino. Y, para terminar, recordar aquello de «Ecclesia semper reformanda est» (la Iglesia ha de estar siempre en proceso de reforma)… y cada uno de nosotros también.