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Bautizados, Hijos de Dios

Publicado: 07/01/2016: 3432

En el relato evangélico del bautismo de Jesús, el Hijo de Dios se pone en la cola de los pecadores, se une a cuantos se reconocen necesitados de perdón y piden la conversión.

Nuestra vida de bautizados está llamada a ser gozo eterno al reconocernos hijos de Dios

Esto, que puede resultarnos paradójico, manifiesta el camino que Jesús ha elegido, en libertad, para adherirse al designio de su Padre. Se trata de un camino de abajamiento y de humildad que concluirá en el sacrificio en la cruz.

Precisamente Aquel que carece de pecado, se pone entre los pecadores para hacerse bautizar, para   este gesto de penitencia y pedir la gracia de volver al Padre con todo el corazón, para ser totalmente suyo. En todo bautismo, el sacerdote recuerda a los padres que, al pedir este sacramento para sus hijos, piden su unión con Jesús de modo profundo y para siempre.

A partir de ese momento, nos encomendamos a las manos de Dios, nos sentimos acogidos en un abrazo de amor, del mismo modo que una madre sostiene y abraza a su niño. Nuestra vida de bautizados está llamada a ser gozo eterno al reconocernos hijos de Dios, partícipes de la relación filial que Jesús tiene con el Padre y capaces de dirigirnos a Él llamándolo con plena confianza: ‘Abba, Padre’.

Diócesis Málaga

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