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Sagrada Familia: ¡No nos dejemos robar la comunidad!

Icono de la Sagrada Familia, de Kiko Argüello
Publicado: 24/12/2014: 17712

María y José cumplen con lo prescrito en la Ley: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor» (Ex 13,2). Es el gran signo de la entrega personal a Dios, al que pertenece totalmente. Un gesto que expresa que la vida es un don sagrado que no nos pertenece, sino que viene de Dios y a Él se orienta. La identidad del ser humano, por tanto, no se entiende al margen de Dios, sino en una íntima referencia a Él

La Sagrada Familia se nos presenta como modelo de vida comunitaria ante el desafío, mencionado por el papa Francisco, de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos (EG 87). No a las familias “archipiélagos” que viven bajo un mismo techo sin compartir realmente sus vidas. No a las familias “pluridireccionales” sin un proyecto común que oriente las miradas de todos.   No a las familias “digitales” que viven bajo el dominio de ipads, tablets, iphones... interconectados con todos y con nadie en una confusa maraña de redes virtuales pero no reales.

Todo lo que apague el calor del hogar no es expresión de la comunión auténtica que sana y regenera. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos (EG 87).

Rafael Vázquez

Sacerdote diocesano, delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso y director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales.

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