DiócesisHomilías Nombramiento de Jesús Nazareno como patrono de Archidona Publicado: 09/11/2014: 13934 NOMBRAMIENTO DE JESÚS NAZARENO COMO PATRONO DE ARCHIDONA (Archidona, 9 noviembre 2014) Lecturas: Ez 47, 1-2.8-9.12; Sal 45, 2-9; 1 Co 3, 9c-11.16-17; Jn 2, 13-22. (Dedicación de la Basílica de Letrán) 1. El pueblo de Archidona solicitó la proclamación de Jesús Nazareno como su Patrono. La devoción a Nuestra Señora de Gracia, designada oficialmente como Patrona de Archidona desde hace dos siglos, ha ido siempre vinculada al amor a Jesús Nazareno. Deseo hacer una aclaración sobre el título que la piedad popular dirige a Jesús Nazareno, llamándole “Padre” (Nuestro Padre Jesús). Este título viene dado por el afecto y el amor entrañable a la persona de Jesucristo; pero el término “Padre” debemos usarla exclusivamente para dirigirnos a Dios-Padre de nuestro Señor Jesucristo (cf. 2 Co 1, 3). Jesús es el Hijo Unigénito del Padre; y por tanto, es Hermano nuestro. Desde principios del siglo XVIII se hablaba de la Virgen de Gracia como patrona de la villa aunque no a título oficial, sino acuñado por el pueblo en base a la profunda devoción mariana. Fruto de esta devoción fue la iniciativa promovida a instancias del Consistorio de la localidad para reconocer de manera oficial el título de “Patrona” de la villa, hecho que tiene lugar el 25 de noviembre del año 1804. De este modo se formalizó oficialmente el patronazgo de la Virgen de Gracia en la villa de Archidona. A pesar de que en la propuesta inicial iba recogida también la nominación del Nazareno, junto a la de la Virgen de Gracia, no se trató el asunto en dicha sesión, cayendo en el olvido. Pero el amor manifestado a Jesús Nazareno estuvo siempre presente en el corazón de los hijos de este pueblo, que acudían ante su imagen en actitud de agradecimiento y de petición; hermosa imagen que contemplamos ante nosotros, llena de ternura. Por ello habéis solicitado el título de Patrono para la imagen de Jesús Nazareno. 2. Archidona ha expresado a lo largo de los siglos su amor a la Virgen y al Nazareno a través de sus plegarias, de sus devociones y de sus fiestas religiosas. Tanto en los momentos de prosperidad como de penuria los archidoneses habéis manifestado vuestra devoción a Nuestra Señora de Gracia y habéis elevado su oración ante la imagen de Jesús Nazareno, a quien veneráis y acudís con gran amor. Ambas manifestaciones de piedad popular, sincera y profunda, han coexistido a lo largo de la historia de este pueblo. A la Virgen de Gracia se acudía con fervor filial como a una madre; y a Jesús Nazareno se le pedía la salvación y la misericordia divina. La imagen del Nazareno llegó a Archidona a finales del siglo XVI o principios del XVII; y desde el primer momento gozó de una gran acogida y reconocimiento por parte de todo el pueblo. A lo largo de los siglos los archidoneses han vivido su amor al Nazareno, agradecidos por los dones y favores recibidos de Dios. De manera especial lo han vivido los miembros de la Cofradía de los “Nazarenos”, que se sienten bendecidos con este gran amor divino. 3. Jesucristo no deja indiferente a nadie. Quien se encuentra con Él debe necesariamente tomar partido: «El que no está conmigo está contra mí» (Mt 12, 30). Los archidoneses tomasteis partido a su favor y aceptasteis vivir según sus enseñanzas, que Él mismo nos ofreció: «El que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10, 38-39). Habéis tomado partido por Cristo. Eso debe notarse en vuestra vida diaria; no solo en la oración y en la piedad, no solo en los actos religiosos; sino transformando todas las dimensiones del ser humano: el trabajo, la familia, la sociedad, las leyes, la cultura, la vida económica. Todo debe quedar iluminado por la luz de Cristo. Hoy se cumple el deseo de este pueblo, tan anhelado durante largo tiempo. Celebramos esta Eucaristía con motivo del nombramiento de Jesús Nazareno como Patrono de Archidona, junto a su bendita Madre, Nuestra Señora de Gracia. 4. La Iglesia conmemora en este día la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma, que tuvo lugar el día 9 de noviembre del año 324. El papa Silvestre la dedicó al Salvador, a Cristo, cuya imagen aparece en lo alto de la fachada de dicha iglesia. Los papas fijaron su residencia en el Palacio junto a la Basílica, convirtiéndose en su sede catedralicia y en madre y cabeza de todas las iglesias de la ciudad de Roma y del mundo. Siglos más tarde los papas se trasladaron a San Pedro del Vaticano, pero la sede papal sigue siendo San Juan de Letrán. Cada iglesia particular celebra la dedicación de sus templos y catedrales. Resulta lógico, por tanto, que celebremos la dedicación de la “Iglesia madre”, la catedral del Papa, por ser la cabeza visible de toda la Iglesia y el fundamento de unidad y de comunión (cf. Lumen gentium, 18). 5. La Basílica de San Juan de Letrán está dedicada al mismo Cristo, el Salvador. El evangelio de hoy presenta a Jesús entrando en el templo y, viendo a los vendedores de animales y a los cambistas (cf. Jn 2, 14), en un arranque de celo hizo «un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas» (Jn 2, 15). Cuando los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» (Jn 2, 18), Jesús les respondió: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré» (Jn 2, 19). El Señor hablaba del templo de su Cuerpo; hablaba de él: «Cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús» (Jn 2, 22). La muerte y la resurrección de Jesucristo son el gran signo que le acredita como Mesías y que le autoriza a purificar el templo de Jerusalén (cf. Miq 03, 14) con la expulsión de los mercaderes. 6. Jesús es el templo, de cuyo costado abierto mana una fuente viva y vivificante, que purifica las aguas saladas del mar muerto: «Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas» (Ez 47, 8). Cristo es el manantial de agua viva, que salta hasta la vida eterna, como le dijo a la samaritana junto al pozo de Jacob (cf. Jn 4, 14). Deseamos que el Patronazgo de Jesús Nazareno sobre esta villa y sobre cada uno de los archidoneses redunde en abundantes gracias y en fecundidad espiritual para sus hijos. Las aguas bautismales, que manan desde la Iglesia a todo el mundo, son fuente de vida eterna; limpian los pecados de la humanidad y renuevan al ser humano: «Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia» (Ez 47, 9). 7. Ser miembro de la cofradía de los Nazarenos o de otra cofradía, o ser miembro de la comunidad parroquial, o ser cristiano, ser miembro de la Iglesia, en definitiva, es como estar junto a las aguas purificadoras y revitalizantes, que hacen fructificar a los árboles, como dice la visión del profeta Ezequiel: «En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales» (Ez 47, 12). Ser feligrés e hijo de Archidona, y de modo especial ser miembro de la Cofradía de los Nazarenos, implica desde ahora una actitud de mayor compromiso bautismal; de dar a conocer la figura de Cristo, nuestra Salvador y Redentor, de anunciar la salvación, que Él nos trae, de ser discípulos misioneros, como nos dice el papa Francisco (cf. Evangelii gaudium, 24; 119); evangelizadores, que viven iluminados por luz de Jesús y transmiten esta luz a los demás. 8. Hace doscientos años fue declarada Patrona de Archidona Nuestra Señora de Gracia; como podéis ver, Dios no tiene prisa; podría haberse hecho también en aquel momento el Patronazgo de Jesús Nazareno; y, sin embargo, se ha hecho ahora. La fe, la caridad y la esperanza, virtudes teologales, están presentes en esta comunidad cristiana; solo hace falta renovarlas. Cuando parece que el fuego del hogar se apaga, solo hace falta quitar las cenizas, aventar y reponer la leña, para que el fuego se reavive. Pedimos al Señor que no se apague jamás el fuego de la fe, del amor y de la esperanza en este querido pueblo de Archidona. ¡Quitad las cenizas, aventad el fuego, limpiad el polvo! ¡No os apeguéis a las modas actuales, que vayan en contra de Dios! Jesús limpió el templo de cambistas y negociantes. Hay que limpiar nuestros corazones del polvo, que se nos pega al caminar, de las ideologías que están presentes en nuestra sociedad van contra la luz del Evangelio. Pedimos a Nuestra Señora de Gracia que nos acompañe en nuestra vida terrena, para llegar un día a disfrutar en su compañía de la patria celeste. Y que ambos Patronos, la Virgen y Jesús Nazareno, concedan bendiciones abundantes sobre todos los hijos de este querido pueblo de Archidona. Amén. 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