NoticiaColaboración Paco ¿dónde vas a estar mejor que en una iglesia? La oración, un refugio y un consuelo Publicado: 06/08/2014: 13222 \"Agobiado por los interrogantes e inquietudes que se presentaban en mi mente, y como un probar, decidí consumir droga: sus efectos me hicieron hipotecar preocupaciones, aliviar sombras y cancelar la sensación de soledad\". "Seducido por esta experiencia, no encontré argumentos para no volver a consumir cuando se presentara la ocasión... y las ocasiones fueron abundantes. En poco tiempo tuve conciencia del error cometido, pues aumentaron miedos y angustias, y se multiplicaron los problemas. Me encontraba perdido por dentro y por fuera, y no sabía hacia dónde ir. Ausente del presente, con un pasado repleto de remordimientos, y sin vislumbrar esperanzas, mi vida, cada vez más vacía, era esencialmente biológica, y una nube de oscuridad y negrura me invadía. Había creado un espacio muerto a mi alrededor que me separaba de amigos, conocidos y familiares: sentía rencor y odio hacia todo y todos. Un día, al pasar por una iglesia, se me ocurrió entrar para pedir dinero al cura, y si no lo conseguía, echarle un bullón; como no estaba, me quedé un rato sentado en un banco. Fue entonces cuando recordé a mi madre cuando me decía que Dios estaba en todas las iglesias del mundo y que podía pedirle lo que yo quisiera, pues escucha toda plegaria y siempre responde. Mecánicamente me puse de rodillas, marqué la señal de la cruz sobre mi frente, y, fijando mi mirada en el sagrario, empecé a repetir: ¡ayúdame Señor, que no puedo más! Llegó un momento en que me sorprendí con unos sollozos incontrolables, y abundantes lágrimas en mis ojos. No sé el tiempo que estuve así, pero sí que experimenté una sensación de tranquilidad, serenidad y paz desconocida. Durante unos días no pude apartar de mi mente lo sucedido y, añorando el gozo experimentado, volví a la iglesia. De manera especial, me encontré cautivado por estas visitas que cada vez eran más frecuentes, y más anchas en el tiempo. Al comentar estos hechos con mi médico, éste me animó, e hice mío sus argumentos: “Paco ¿dónde vas a estar mejor que en una iglesia? Tú, con fe o sin fe, no dejes de ir allí, y reza y reza, creas o no, tú reza y ya está. A algún lado tienen que ir tus rezos”. Actualmente, aunque todo sigue igual; todo es diferente. Destellos firmes de esperanza me llenan por dentro y otras luces iluminan mis pensamientos y mis caminos. «Buscadme y viviréis» (Amós 5, 4)".