NoticiaHOAC Día de la Seguridad y la Salud en el trabajo Publicado: 12/04/2023: 8335 28 de abril José Luis Fernández Orta, miembro de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) reflexiona sobre la seguridad y salud en el trabajo: El 28 de abril se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. A cuenta de esta celebración podríamos tener como referencia las palabras de Jesús: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es De Dios” (Lc 20, 25) o lo que es lo mismo: no déis al César lo que es de Dios y no déis a Dios lo que es del César. El trabajo forma parte de nuestras vidas, por lo menos para la mayoría de quienes nos tenemos que levantar cada día para ganarnos el sustento. Trabajamos para vivir, para contribuir a la sociedad, para poder obtener esos bienes y servicios que nos hacen vivir una vida decente. No vivimos para trabajar, ni para dejar la vida en el puesto de trabajo. A pesar de este principio, en Málaga, en el año 2022, fueron 30 personas las que dejaron su vida en el trabajo. Los registros son graves, máxime cuando se comunicaron 21.423 accidentes laborales, un 13,8% más que en el ejercicio anterior. Se produjo un accidente laboral cada cinco minutos, uno grave cada ocho horas y un fallecido cada doce días aproximadamente. Detrás de cada accidentado y fallecido existen personas que sufren y familias que experimentan una pérdida irreparable. En todo esto no contamos con la gran cantidad de enfermedades que se producen por la falta de condiciones laborales dignas. Según el Departamento de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal “las enfermedades relacionadas con el trabajo son cuatro veces más letales que los accidentes laborales”. El magisterio de la Iglesia nos enseña que se tiene derecho a “ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio para la salud física de los trabajadores y no dañen su integridad moral” (Compendio DSI nº 301). Como Iglesia debemos unirnos, como cada 28 de abril, en el recuerdo de las víctimas, sentirnos solidarios y cercanos a ellas y elevar nuestra voz, junto con tantos hombres y mujeres de buena voluntad que se empeñan en mejorar esas condiciones que permitan eliminar la siniestralidad y dignificar el trabajo cuidando de la salud y de la vida como bienes básicos e irrenunciables. Como cristianos estamos llamados a velar por el valor de la vida por encima de otros valores, por eso debemos reclamar que el trabajo se haga en condiciones seguras para que se pueda ganar el pan de cada día y contribuir a la mejora continua de las condiciones de vida de cada persona en la sociedad. El César, que representa los poderes económicos, nos exige la vida en el trabajo, pero la vida le corresponde a Dios. No le demos al trabajo nuestra vida y trabajemos para que podamos vivir en comunión poniendo en el centro de las relaciones económicas a la persona, al bien común y a la solidaridad. Sabemos que la siniestralidad tiene remedio. En una época como la nuestra no podemos permitir que se pierda la vida en el trabajo por causas perfectamente evitables. ¡El trabajo es para la vida. Ningún muerto más!