A las 5 de la tarde, los miembros del Consejo Pastoral Parroquial lo esperaban en la puerta del templo parroquial, con una pancarta de bienvenida realizada por los niños de los grupos de perseverancia. 

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Entraron al templo y dedicaron un tiempo a la oración, delante de la imagen de la Patrona, la Virgen de la Victoria. 

Tras la oración, el párroco, Leandro Carrasco, hizo una presentación de los actos de la Visita y salieron a visitar los hogares de dos señoras mayores de la parroquia: María Teresa y Flori. La primera de ellas tiene casi 103 años y «se alegró muchísimo de recibir en su casa a un obispo, antes de morir. D. Jesús le dio la comunión, que recibió muy emocionada«, explica el párroco, quien añade que la visita concluyó con una merienda que ofreció en su casa antes de que el Sr. Obispo siguiera con los actos previstos. 

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A la mañana siguiente, María Teresa escribió al párroco para que le transmitiera a D. Jesús estas palabras: «¡Gracias de todo corazón por la tarde de cielo que usted y él me proporcionaron! Estoy encantada y agradecida. A esa tarde de cielo siguió una noche de cielo, Padre Leandro, entera durmiendo en un gozo dulcísimo de Dios. Esto lo manda Dios nada más. Este gozo es el cielo en la tierra. Ayer pasé un día de cielo y una cualidad magnífica que tiene el Señor Obispo es que en ese momento no existía para él, nada más que la conversación conmigo. Daba la sensación de que no tenía prisa, que quería escuchar. Y me ha dicho Flori que a ella le pasó lo mismo. ¿Qué cualidades más bonitas tiene? ¿Cómo se interesa? Padre, Dios se lo pague. Todo esto se lo debo a usted. Gracias y un abrazo de todo corazón».

Flori y su vecina Remedios también lo esperaban para recibir la comunión y dialogar un ratito con el prelado malacitano. «Fue un momento muy bonito de la Visita, el estar cerca de los enfermos; el Sr. Obispo estaba muy agradecido», explica el párroco.

De regreso en la parroquia, D. Jesús dedicó un tiempo al sacramento de la reconciliación para todos los feligreses que quisieron acercarse, entre ellos un niño de la parroquia.

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Después comenzó la Asamblea Parroquial, «en la que la gente participó con preguntas muy acertadas; todo el mundo estaba muy relajado y el diálogo fluía con naturalidad, siguiendo la línea de las prioridades pastorales y del primer anuncio», añade el párroco.

El momento más importante del día fue la celebración de la Eucaristía, sobre las 8 de la tarde, a la que siguió una sesión fotográfica con los distintos grupos de la parroquia: Consejo Parroquial, Grupo de Santa María de la Victoria, Hermandad Virgen del Rocío, Cofradía de los Dolores, catequistas, Cáritas, Hermandad de la Señora del Carmen y fieles de la parroquia en general.

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«Le regalamos varios detalles para que recordara esta Visita, como unos boquerones victorianos en vinagre, un bizcocho y una canasta de roscos de huevo y vino. Sus palabras de despedida fueron de agradecimiento porque se iba muy contento y había visto una parroquia viva y con vida», concluye el párroco.