Las palabras del papa Benedicto XVI y el testimonio de miles de jóvenes llegados del mundo entero pueden propiciar el encuentro con el Señor, que se produce en lo más hondo del alma. También en este caso, "lo esencial es invisible a los ojos". ¡Y lo esencial es Jesucristo, Camino, Verdad y Vida! El Papa es un compañero de camino, el sucesor de Pedro, cabeza visible de la Iglesia, que nos invita a escuchar la llamada del Espíritu y a seguirla.

Y me pregunto si hemos sabido ayudar a los jóvenes a descubrir la belleza y la grandeza de la fe. Cuando los escucho, tengo la impresión de que les hemos transmitido una visión de Jesucristo devaluada. Para ganarse su escucha y su cercanía, hay padres, profesores y catequistas que les han propuesto una fe sin hondura, que no entusiasma a nadie, debido a las rebajas a la hora de acoger y confesar el Credo de la Iglesia, de seguir los principios morales y de ser Pueblo de Dios.

Me lo decía entre escandalizada y perpleja una persona joven, que estudia en un colegio confesional. Para una gran mayoría de sus compañeros, la perversión del aborto, la centralidad de la misa del domingo, las relaciones sexuales fuera del matrimonio, la contribución del estudio serio al bien común, la lucha por la justicia y otros valores evangélicos son antiguallas que ya sólo defienden los obispos y algún cura. Al final, Dios, más que un amigo, es "un amiguete"; Jesús de Nazaret, un hombre bueno; la moral, lo que establece mi conciencia; la confesión, algo caído en desuso; y la oración, un medio de relax. ¿Olvidamos que tienen derecho a que les anunciemos, con nuestra vida y con nuestra palabra, el Evangelio íntegro?

Juan Antonio Paredes, delegado de medios de comunicación social