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Luis Gutiérrez Rojas: «La moral cristiana no es represiva, nos hace más libres»

Luis Gutiérrez Rojas, psiquiatra, autor del libro "Vivir más libres"
Publicado: 23/02/2024: 13421

Consejos

Luis Gutiérrez Rojas es especialista en psiquiatría en el Hospital Clínico San Cecilio de Granada, de cuya universidad es también profesor. Conferenciante de éxito, participó recientemente en las jornadas de la Fundación Victoria. En su último libro ofrece claves para romper con las cosas que nos atan.

“Vivir más libres” es el título de su libro. ¿Qué pasa? ¿Que no lo somos del todo?

Nuestra sociedad, que tiene cosas apasionantes y que ha conseguido altos estándares de bienestar, es a veces una sociedad demasiado esclava porque no estamos acostumbrados a hacer las cosas que nos cuestan. Pero la vida no es así. Sabemos que, muchísimas veces, tenemos que hacer cosas que ni nos apetecen, ni nos gustan, ni nos motivan. Si no somos capaces de hacer aquello que nos cuesta, de salir, como se dice hoy tanto, de nuestra zona de confort, pues evidentemente somos pocos libres.

Algunos consideran el cristianismo como una atadura más. Dicen que los creyentes somos unos reprimidos. ¿Qué piensa?

Hay una frase muy buena del pensador C. S. Lewis —él era protestante y un muy buen cristiano— que decía que las normas morales son como las instrucciones que nos dan para que el ser humano dé el máximo, para que funcione bien. Es decir, es como si cogieras el manual de un coche y no le hicieras caso. Puedes ponerlo a 200 por hora y no pasarle la revisión del aceite, pero eso, tarde o temprano, va a hacer que el coche no funcione. Pues algo así pasa con la moral. Si una persona tiene una moral, un código de conducta, es muy probable que su cuerpo, que su mente, que su vida en definitiva sea mucho más plena, mucho más rica, mucho más consecuente. Las normas morales no son un sistema represivo que coarta nuestra libertad, sino al contrario, la mejor manera que uno tiene de dar la mejor versión de sí mismo.

Ahora, en Cuaresma, se nos propone para ser más libres, la penitencia, el ayuno o la oración más intensa. Parece contradictorio.

Es curioso, ¿no? Pero luego te asomas a la sociedad y ves que está contin uamente dándote el mismo mensaje. Está de moda el ayuno intermitente, hacer deporte o, como vi el otro día en una publicidad: retiros de abstinencia de dopamina. Se trata de estar sin el móvil, para luego tener mayor control de ti mismo. Es que esto es puro cristianismo. Cuando una persona se domina a sí misma, es decir, es capaz de controlar su cuerpo, es capaz de renunciar y sacrificarse, paradójicamente, resulta que se vuelve infinitamente más libre.

Lo podríamos ver en las madres y en los padres, en cómo se sacrifican por los hijos. Pero ese sacrificio tiene una parte de satisfacción, de felicidad, de entrega, que es alucinante. O cuando una persona en su trabajo intenta poner sus talentos al servicio de los demás. Aparentemente, pues tiene que sacrificarse, pero a la larga es mejor profesional, tiene más prestigio, la gente le busca y recibe muchísimo más de lo que da. Eso es lo que dicen todas las personas que se dedican a tareas de solidaridad. Luego planteémonos que no se trata de decir que no, se trata de decir que sí a aquello que nos hace mejores. 

En su última visita a Málaga, en las Jornadas de Fundación Victoria, habló mucho de los adolescentes, ¿cómo ayudarlos a crecer en libertad? 
Primero hay que decir que la adolescencia es una época buena de la vida. No hay que escandalizarse ni agobiarse porque el adolescente tenga cambios continuos de conducta, tenga altibajos o, a veces, tenga relaciones de agresividad o de irritabilidad porque podríamos decir que es propio de la edad. Tenemos que dejar que esa edad también salga porque, si no sale, es mucho peor. Un adolescente que no ha pasado su adolescencia pues evidentemente durará más y será peor. Lo que tenemos que hacer para ayudarles es esa mezcla entre el cariño y la exigencia. Hay que decirles lo bueno que hacen, que sepan que nos tienen a nosotros como una oreja, como un abrazo, como una mano que los apoya, que los escucha y que los entiende; pero a la vez que también les pone límites. También tenemos que decirles que no, enseñarles las consecuencias de sus actos y, en un momento dado, apretarles las tuercas. Esto es importante porque, si sólo caemos en decirle lo bueno, saldrá una persona sin ningún tipo de limitación; y si solo caemos en decirle lo que hace mal, pues evidentemente el adolescente vivirá sintiéndose poco querido.

¿A quién me recomendaría que regalara su libro “Vivir más libres”?

A cualquier que quiera conseguir ser más libre. Que quiera preguntarse cómo me puedo enfrentar a esas limitaciones que me hacen adicto, que me hacen esclavo, que me generan esa angustia existencial ante problemas sin importancia. En el libro explico cómo identificar esos nichos y también ofrezco pautas para poder crecer en ella.

¿Reírse de uno mismo también nos hace más libres?

El humor es una herramienta básica para enfrentarse a la vida. Si conseguimos un humor bueno, no un humor sarcástico o cruel, vamos a conseguir quitarle importancia a muchas cosas de la vida que nos agobian y que, sin lugar a dudas, no son tan importantes en el día a día.

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Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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