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Visita pastoral a la parroquia San Rafael Arcángel (La Cimada-Los Prados)

Publicado: 14/03/2013: 2125

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Visita Pastoral a la parroquia San Rafael Arcángel en La Cimada-Los Prados, el 14 de marzo de 2013.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA SAN RAFAEL ARCÁNGEL

(La Cimada - Los Prados, 14 marzo 2013)

 

Lecturas: Ex 32,7-14; Sal 105,19-23; Jn 5,31-47.

 

1.- Pecado del pueblo de Israel

Acabamos de escuchar el texto del libro del Éxodo, que es el que narra toda la historia del pueblo de Israel, desde que salieron de Egipto y fueron atravesando el Jordán, el desierto, el Mar rojo hasta entrar en la Tierra prometida. Y el personaje que acompaña al pueblo es el caudillo Moisés.

Fijaros que conversación mantienen Dios y Moisés: «Entonces habló el Señor a Moisés, y dijo: «Anda, baja. Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. Bien pronto se han apartado el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto» (Ex 32,7-8).

“Anda baja”, ese pueblo en vez de adorar a Dios se ha hecho sus ídolos: un becerro de oro para adorarle.

2.- Amenaza por parte de Dios e intercesión de Moisés

Ante esta situación de idolatría dice el Señor: «Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore» (Ex 32,10). Dios tiene intención de destruirlos.

Entonces Moisés intercede y dice: «¿Por qué, oh Señor, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte? ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para matarlos en las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo» (Ex 32,11-12). Moisés intercede por el pueblo para que Dios no los castigue.

3.- La fe en la actualidad

Eso ocurrió hace mucho tiempo; pero, ¿qué ocurre hoy día? ¿Todas las personas del mundo adoran al Dios de Jesucristo? ¿Todos son cristianos? (Responden unos niños: ¡no!). Hay muchos millones de personas que no son cristianos.

¿Todas las personas que viven en Los Prados viven la fe cristiana? (Responden unos niños: ¡no!). Los niños suelen ser más claros que los mayores, ¡eh! No todas las personas que viven en Los Prados, en la Serranía de Ronda, en Ronda ciudad, en Málaga, en España, no todos, viven la fe en Jesucristo. Algunos viven otra fe, otros ninguna.

Y otros se han fabricado unos ídolos propios y dicen que no son creyentes, no adoran a ningún dios; pero resulta que están adorando al dios que ellos se han fabricado. Ese dios puede llamarse dinero, placer. Hay gente que se dedica toda su vida a su ídolo, al que se ha fabricado y no sigue, ni quiere saber nada del Dios verdadero, del Dios de Jesucristo.

Unos buscan la felicidad pensando que está en un lugar, en un sitio, en una cosa, en una persona; y resulta que no la encuentran. La felicidad no está ahí.

Pero hay gente que se fabrica sus ídolos; es decir, ¿qué es un ídolo? Aquello que uno busca pensando que ahí está la felicidad. Unos en el trabajo, otros incluso en una persona o en una familia, o en el dinero, o en el poder, o donde sea. Hay muchos sitios donde la gente va buscando la felicidad, pero tampoco la encuentran.

Si fuera con este diálogo, el Señor les diría a los profetas de hoy y a los cristianos: “Anda, habla con estos porque estoy ya hasta la coronilla de ellos, porque en vez de acordarse de mí que les he dado la vida van detrás de lo que no da vida, van detrás de unos ídolos, van detrás de otras cosas. A mí no me dedican tiempo, no viene a Misa los domingos, no conocen nada de mí, no aman a su prójimo, se aman a su vientre, se aman sus caprichos, no aman a nadie”. Entonces dice Dios: “Los voy a destruir”.

Ante estos los cristianos dirían: “No Señor, no nos destruyas, ten paciencia, a ver si se convierten, a ver si te buscan, a ver si cambian, a ver si te conocen más, a ver si te aman y aman a los demás”.

Pero eso podría decirlo también el Señor de nosotros. Si no le amamos, si no le conocemos, si no nos convertimos a Él, podría decir: “Ya estoy cansado de estos niños, ya estoy cansado de esta gente, voy a aniquilarla, voy a quitarla de aquí, a hacerla desaparecer”. Entonces, los cristianos tenemos que pedir: “Señor, no nos hagas desaparecer, no te enfades con nosotros. Intentaremos amarte más, queremos conocerte más, queremos vivir como tú nos enseñas. ¡Perdónanos cuando fallamos, pero no te enfades con nosotros!

El diálogo que tuvo Dios con Moisés sucedió hace miles de años. Jesucristo, el Hijo de Dios, se encarnó y nos salvó, impidiendo que Dios destruyera a la humanidad. Fue un acto de amor su encarnación y un acto sublime de amor su muerte en la cruz; con esos actos de amor el Señor nos ha perdonado.

Gracias a Jesús nosotros podemos vivir para siempre y no morir, aunque tengamos que pasar por la muerte temporal, pero no morimos para siempre, sino que si nos unimos a la muerte de Jesús podemos con Él seguir viviendo siempre.

Siempre es una palabra que se entiende poco. A ver, ¿cuántos años son siempre? (Respuesta de los niños: muchos). Y, muchos ¿cuántos años son: veinticinco, cien, mil, un millón, mil millones de años? (Respuesta de los niños: muchos más). Claro, son muchos más. Pues eso es, podemos vivir siempre, toda la eternidad, sin fin, no acabará nunca.

Y vosotros, ¿qué preferís: vivir haciendo lo que os dé la gana durante sesenta años y estar sufriendo millones de años, o vivir según nos pide el Señor durante sesenta o cien años y después estar viviendo gozosos y alegres durante toda la eternidad? ¿Lo primero o lo segundo? (Respuesta de los niños: lo segundo).

4. Invalidez del propio testimonio y validez del testimonio de otro

Y, ¿cómo sabemos que eso es verdad, amigos míos? Esto se complica, ¿verdad? ¿Cómo se yo que existe la eternidad? (Respuesta de los niños: porque lo ha dicho Jesús). Y, ¿cómo se yo que Jesús me ha dicho la verdad? Os he pillado, ¿eh?

Lo hemos escuchado antes en el evangelio. Mirad lo que dice Jesús: «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido» (Jn 5,31). Cuando hay un juicio, ¿lo que uno testifica es lo que el juez testifica como válido? Para que el testimonio de uno valga, ¿qué es lo que hace falta? (Respuesta de los niños: testigos). Testigos y pruebas. Pues Jesús mismo dice que su testimonio, si el dijera de sí no sería válido; pero, añade: «Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí» (Jn 5,32).

¿Quién es ese “Otro”? (Respuesta de los niños: Dios). Dios Padre. El Padre da testimonio de Jesús, el Hijo. Con lo cual, lo que Jesús nos ha dicho tiene valor porque es el Padre quien se lo dice, porque es el Padre quien lo atestigua, porque es el Padre quien lo resucitó. En alguna ocasión cuando se bautizó dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3, 17).

Luego, el testimonio y el amor, ¿de dónde nace? ¿Dónde está el origen del amor? Esta pregunta es para los mayores: ¿dónde está el origen del amor humano? ¿Está en el hombre? La capacidad de poder amar una persona a otra, sea esposa, esposa, hijos, padres…; la capacidad que tiene el ser humano de amar, la fuente de ese amor, ¿dónde está, en su corazón?

5.- El gran amor de Dios

La fuente del amor humano no está en el corazón propio, sino en Dios. Porque Dios nos ha creado, nos ama previamente; antes de que existiéramos, estábamos en su mente. Gracias al amor que Dios nos tiene nosotros podemos amar.

Una pregunta más fácil: ¿Qué es antes, el amor de vuestros hijos a los padres o el amor de los padres a los hijos? (Respuesta de una feligresa: el amor de los padres a los hijos). ¿A que está claro? Los hijos son capaces de amar cuando amados antes por los padres, ¿de acuerdo? La misma regla de tres: los hombres pueden amar cuando experimentan el amor de Dios. Y Dios nos ha amado porque nos lo ha manifestado a través de Jesucristo, su Hijo, que murió en la cruz.

Esto del testimonio sirve también para el tema de la fe. Estamos celebrando el Año de la Fe. Nosotros, ¿por qué creemos, por qué tenemos fe? Porque nos lo han contado.

6.- Los testigos de la fe

Pregunto ahora a los mayores. ¿Por qué celebráis la fe? ¿Por qué venís a la Eucaristía y creéis en Dios? Porque os fiais de quienes os lo enseñaron, llámense vuestros padres, los religiosos, las religiosas, sacerdotes, catequistas, ¿verdad? Bien, y ellos, ¿por qué lo hicieron? Porque otros anteriormente le habían transmitido la fe. Y si nos remontamos en el tiempo, ¿hasta dónde llegamos? A Jesucristo y a los Apóstoles que convivieron con Él.

¿Quiénes son los testigos de la vida, de la muerte y de la resurrección de Jesús? (Respuesta de una feligresa: los Apóstoles). Y los Apóstoles fueron transmitiendo, dando testimonio hasta hoy en día.

¿A quién le toca ahora ser testigo? Año 2013, en Los Prados (Respuesta de las feligresas y niños: a nosotros). ¡A vosotros! Los padres a los hijos, y vosotros, la última generación a los que vengan detrás.

Nos pasamos la fe por transmisión y testimonio del otro, no el testimonio mío. Si es mío no vale. El testimonio de uno en su propia defensa no vale, tiene que haber otros testigos.

De la fe son testigos los Apóstoles y nosotros nos remontamos al testimonio de los Apóstoles. Lógicamente, ahora tenemos que remontarnos también a los Apóstoles, por eso nuestra fe es apostólica; el Credo es apostólica, porque proviene de los Apóstoles, pero lo transmitimos nosotros, de generación en generación.

Entonces, ¿estáis dispuestos a ser testigos de esa fe hoy en esta sociedad? (Respuesta de los feligreses: ¡sí!). ¿Aunque no os crean? ¿Aunque se rían de vosotros? (Respuesta de los feligreses: ¡sí!) ¿Aunque se burlen? (Respuesta de los feligreses: ¡sí!).

Pues vamos a pedirle al Señor en esta Eucaristía y en esta Visita Pastoral del Obispo que fortalezca nuestra fe en este Año de la Fe, que nos de fuerzas, que purifique la fe, que nos ayude a amarle más, a conocerle más y a vivir mejor como cristianos.

7.- El nuevo papa Francisco

Hoy tenemos un motivo especial de dar gracias a Dios, especialísimo. ¿Cuál es? (Respuesta de los feligreses: la elección del nuevo papa). Y, ¿cómo se llama el nuevo papa? (Respuesta de los feligreses: ¡Francisco!).

Pues vamos a darle gracias a Dios en esta Eucaristía por el regalo del nuevo papa Francisco. Le damos gracias. Él también nos ayudará a confirmar esta fe, a ser testigos, a vivirla mejor. Amén.

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