DiócesisHomilías Asamblea de “Caritas Diocesana” (Casa Diocesana-Málaga) Publicado: 28/04/2012: 3503 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la asamblea de "Cáritas Diocesana" en la Casa Diocesana de Málaga el 18 de abril de 2012. XXII ASAMBLEA DE CÁRITAS DIOCESANA (Casa Diocesana-Málaga, 28 abril 2012) Lecturas: Hch 4, 8-12; Sal 117; 1 Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18. 1.- Curación de un tullido En este tiempo pascual la Iglesia nos propone considerar la vida y la actividad de la primitiva comunidad, los primeros apóstoles y discípulos que van pregonando la Buena Nueva del Evangelio y van bautizando. Hoy hemos escuchado en el texto de los Hechos el bautismo de gente pagana y la donación del Espíritu. Ante esa realidad los apóstoles no pueden negarse porque, desde una mentalidad judía, desde una mentalidad de pueblo elegido, no pensaban que los demás también tenían derecho a conocer la Buena Nueva y a ser bautizados en el nombre de Jesús. Ese mismo Espíritu es el que le hace caer en la cuenta y ellos tienen que hacer un esfuerzo por derribar cierta mentalidad. Les hace caer en la cuenta de que el Evangelio es para todos, de que el bautismo, la filiación divina es para todos y la donación del Espíritu es para todos. En esa actividad los discípulos y apóstoles van haciendo signos que animan a otros a aceptar la fe en Jesucristo. Recordemos el caso de cuando Pedro y Juan iban al Templo, encontraron un tullido, que es la lectura del IV domingo de Pascua. Encontraron un tullido que les pidió limosna, entonces los discípulos le contestaron: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar» (Hch 3, 1-6). 2.- En nombre de Jesucristo Nazareno Pedro, en un discurso que hace a los jefes, a los ancianos del Pueblo, cuando le preguntan por qué ha hecho eso les responde: «Lo he hecho en nombre de Jesús de Nazaret a quienes vosotros matasteis» (Hch 3,10a). Y «ese es el único por el que se nos ha dado todo poder, no hay otro nombre por el que podamos salvarnos sino por Jesús». Esa es la explicación que da Pedro: «Sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros» (Hch 3,10). Celebramos esta XXII Asamblea de Cáritas Diocesana de Málaga con un lema: “Cáritas, una respuesta de esperanza”. ¿En nombre de quién hacemos las cosas? ¿En nombre del buen hacer?, ¿en nombre nuestro?, ¿en nombre incluso de Cáritas?, ¿en nombre de decir “somos unos ciudadanos comprometidos”? Lo hacemos en nombre de Jesús. Se evangeliza en nombre de Jesús, se bautiza en nombre de Jesús, se comparte en nombre de Jesús, se hacen señales visibles en nombre de Jesús. Un poco lo que hace Cáritas es cierto milagro, con pequeñas aportaciones de muchos podemos hacer muchas cosas. Y no llegamos y nos quedamos preocupados y apenados de no poder resolver las cosas. El Señor -estoy convencido- tampoco nos pide imposibles. Tampoco Él curó a todos los enfermos y sanó a todos los leprosos de Israel, ni resucitó a todos los que morían, tampoco lo hizo. Él hace signos. Nosotros tenemos que tener la humildad de hacer signos, ¿signos de qué? Del amor de Dios. 3.- Llamados a vivir como hijos de Dios y hermanos de los hombres Estamos llamados a vivir como hermanos, como hijos de Dios y, por tanto, hermanos de los hombres. Hemos escuchado en la segunda lectura por qué somos capaces de amar. “¿En qué consiste el amor?” (cf. 1 Jn 4, 10a) Se pregunta san Juan en su primera carta. El amor no consiste en que hagamos cosas, en que nosotros seamos capaces de darnos y de dar a los demás. El amor, ha dicho san Juan, consiste en que Dios nos ha amado primero, en que hemos sido amados (cf. 1 Jn 4, 10). Y la experiencia humana, la realidad, la psicología nos dice que un ser humano no sería capaz de amar sino ha sido capaz de ser amado y de ser acogido. Por tanto, ¿por qué podemos amar? Porque hemos sido amados por Dios, nos ha creado, nos ha enviado a su Hijo, al que hemos enviado a la cruz con nuestros pecados, ha resucitado y se ha entregado por nosotros. ¿Qué hacemos nosotros? Una simple respuesta al amor que hemos recibido de Dios. «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es» (1 Jn 3, 1-2). Lo que estamos haciendo aquí en la vida terrena es un simple reflejo, esto va en aumento. El amor o el proceso de amar no tiene límites. Esto es como un entreno. El Señor nos permite que compartamos con los demás lo que Él previamente nos ha regalado; compartimos de lo que hemos recibido, en mayor o en menor cantidad; unos son más generosos y otros menos. Pero lo que hacemos es compartir el amor experimentado y recibido. Los bienes donados por la bendita benevolencia de Dios tampoco es que, como decimos, que nos lo hemos ganado, lo que, trabajando, he sudado; eso es cierto, pero lo has conseguido porque se te ha permitido hacerlo, otros no pueden ni hacerlo. Todo es dádiva del Señor. Podemos poner un poco de esperanza. Cáritas es una respuesta de esperanza. Pero una respuesta de esperanza no solamente en sentido esperanza humana: una respuesta de esperanza cristiana que va unida a la fe y al amor cristiano, que son las tres virtudes teologales que nos sitúan en sintonía con el Señor. Podemos poner gotas de esperanza, gotas de amor, juntas esas gotas podrían formar un mar o un océano. Estoy convencido, y así lo dicen todos los estudiosos del tema, que a la Humanidad le sobran recursos; tiene recursos más que suficientes, y que es una falacia eso de que como somos tantos millones no hay alimentos para todos, eso es una auténtica mentira, sobra para todos, porque Dios no se deja ganar en generosidad. Y si Dios nos crea como seres humanos no puede dejarnos en la miseria, lo que pasa es que no sabemos distribuir bien las riquezas y no distribuimos bien los recursos. Nosotros somos como un punto de referencia, como un flash en la sociedad y en la Humanidad para decir que actuando así sería posible resolver los problemas de hambre y de necesidades que tiene la Humanidad. Es como un ejemplo, pero no podemos ser más pretenciosos. Podemos ser un ejemplo, un modo, un estilo. Podemos pedirle hoy al Señor que nos enseñe a ser humilde en nuestras respuestas, a que nos ayude a percibir que lo poco que podemos hacer es todo dádiva suya. Que el ejemplo que podamos dar o las situaciones que podamos resolver son en realidad manifestación de su amor, del suyo, que previamente hemos disfrutado nosotros o estamos disfrutando nosotros. 4.- Jesucristo, el Buen Pastor El Evangelio nos ha recordado que es Jesús es Pastor, pero le añade un adjetivo importantísimo, es el Pastor Bueno porque hay pastores asalariados, mercenarios (cf. Jn 10, 12-13). Ese Pastor Bueno tiene unas características concretas, da la vida (cf. Jn 10, 11). Dice Jesús: «Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre» (Jn 10, 17-18). Con Él podemos nosotros ser capaces: igual que se compromete Él, da la vida por los suyos, defiende a sus ovejas, se acerca a los que están al margen de la vida, a los enfermos, a los más necesitados, a los pobres, a los pecadores… porque todas esas pobrezas son la expresión de la pobreza más radical que es el pecado. No quiero hacer teorías, pero todos los grandes economistas han dicho y han explicado que la gran crisis económica ha sido producida por falta de ética y por falta de confianza. Si hacemos un mundo más humano, más ético, más amoroso, más creyente… habría menos momentos de crisis y habría menos necesidades. Me gustaría invitaros a que vayamos a la raíz de los problemas, no a los síntomas, como sucede en la medicina a veces, que se va a quitar la sintomatología: un enfermo tiene mucha fiebre y le dan para que se la quite la fiebre; no, vayamos a quitar lo que produce la fiebre. Queridos cristianos quitemos las causas que producen estas desigualdades y estas crisis y necesidades, tendríamos que trabajar mucho más por ahí. Jesús “da la vida” en la medida que él es “la vida” (Jn 14,6; 1,4; 11,25). La fe en Él –que hemos renovado en la Pascua– nos conduce a participar de esa vida (Jn 20,31; 3,15). La consecuencia: los creyentes en Él daremos la vida por los otros (Jn 15,13; 1Jn 3,16). No sólo dar cosas, o dar bienes, o dar materiales, darnos. Esta tarde cuando comentabais que a veces no podemos resolver los problemas, pero escuchamos a la gente, la gente no se va con el problema resuelto, pero se va habiendo sido escuchado, amado, comprendido. Y a lo mejor ese es mejor servicio, gozo y alegría para quien ha venido en busca de una solución. Es lo que pasó en el encuentro entre Juan y Pedro y el paralítico. Él buscaba una cosa que no recibió, buscaba dinero. Pedro y Juan no le dieron dinero, le dieron salud espiritual y física. Jesús conoce a sus ovejas y “conocer” (Jn 10, 15.16) es una palabra que, en la Biblia, y en Juan especialmente, está estrechamente relacionada con “amar-estimar”. Así, Jesús está hablando del amor entre él y nosotros (Jn 10, 14), un amor que viene del amor entre el Padre y el Hijo (Jn 10, 15). Todo tiene su culminación en Jesucristo. En el evangelio de hoy cuando Jesús se autoproclama “Yo soy el buen Pastor” es el autorretrato de Jesús; y en cierto modo, nos está invitando a que seamos sus ovejas, sus discípulos, los que compartimos con Él y Él nos capacita para compartir. Los que le amamos, porque nos ama, y nos capacita para amar a los otros y enseñar ese amor. Los primeros cristianos, desde muy pronto, encontraron en la figura del Pastor la imagen plástica que mejor representaba a Cristo. Nos han dicho antes también que hoy es el domingo del Buen Pastor, la Iglesia pide por las vocaciones, ya que se ha fijado este día mundial por las vocaciones, sobretodo, a la vida consagrada, a la vida sacerdotal, vamos a pedirle al Pastor Bueno, fuerte y vigilante que nos ayude a saber seguirle, y que nos conceda pastores que nos acompañen en nuestro camino, pastores buenos, a su estilo, como Él. Y si nosotros podemos asemejarnos un poquito a Él también, además de ovejas, hermanos entre hermanos, que podamos ser un poco pastores, indicadores del camino que es Jesús. Le pedimos a la Virgen Santísima que nos ayude, Ella ha sido la mejor discípula. Ella ha captado perfectamente quién era su Hijo Jesucristo y Ella ha vivido desde cerca ese amor maternal hacia Él, pero también porque había recibido la experiencia del gran amor de Dios Padre que le eligió para la maternidad de su Hijo. Que así sea. 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