¿Para eso se ha preparado este acto? Espero que no.  El ingente esfuerzo de los cofrades para poner en la calle siete imágenes de María Santísima, elegidas porque evocan aspectos de la dogmática de fe católica mariana, no se ha hecho principalmente para empujar la economía malagueña.  Por tanto, sería un error medir su éxito en términos económicos, empresariales o de marketing.  Indudablemente son indicativos beneficiosos para una ciudad que siente en su propia carne el azote de la crisis; pero como en todo conviene ir a la esencia.   Y más en materia de fe.  Porque si olvidamos lo que realmente mueve el Mater Dei,  nos perdemos lo mejor de esta historia.  Una historia que hunde sus raíces en la fe del pueblo malagueño.  Y por eso se lanza a la calle.  La gente sale a la calle a rezar. Algo que ayuda a sobrevivir en medio de la infinidad de problemas que asaltan a los corazones de muchos vecinos.  Que con motivo de esto la gente consume, se desplaza o pernocta bien está.  Pero si acentuamos solo la dimensión económica o meramente cultural al final erramos el camino. 

No obstante, la constatación de la importante convocatoria y sus repercusiones evidencian algo que algunos se empeñan en ocultar: que la fe cristiana está afianzada en el pueblo de Málaga.  La gente no sale a la calle a ver siete tallas artísticas.  Ni tampoco la gente se mueve por algo que no le interesa de verdad.  Lo que se organiza no son mítines, son expresiones de fe popular y por tanto quienes pretendan aprovechar para sus intereses particulares el tirón popular equivocan el lugar.  Es un acto de fe. Una celebración con motivo del Año de la fe convocado por Benedicto XVI que hunde sus raíces en la fe católica, apostólica y romana.

Artículo publicado el martes 24 de febrero en la columna semanal El Alféizar de SUR