Vida DiocesanaHojas de hierba

Dónde está Dios cuando emerge el sufrimiento

Publicado: 14/09/2013: 2250

Este domingo celebra el calendario litúrgico católico la fiesta de la Virgen de los Dolores. Tradicionalmente continúa celebrándose el viernes previo al Domingo de Ramos pero la reforma litúrgica lo situó en septiembre. Justo después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

 No obstante, para tranquilidad de muchos, el Misal contempla que en los lugares donde se celebre tradicionalmente la fiesta de la Virgen de los Dolores pueda celebrarse el último viernes de Cuaresma.  

Más allá de cuándo se celebre lo que es cierto es que contemplar la figura de María, bajo la advocación de los dolores es todo un aprendizaje para el camino de fe cristiano.  El sufrimiento es compañero de viaje en la vida.  Pretender que desaparezca, aparte de ser tarea inútil, nos conduce a la deshumanización.  ¿Dónde podemos encontrar luz para sobrellevar el sufrimiento?  ¿Dónde está Dios cuando emerge el sufrimiento en la vida?  Dios está en el mismo sufrimiento.  Por la fe sabemos que en Dios somos, nos movemos y existimos. Por tanto, nada es ajeno al amor de Dios.  Cuando un niño sufre, cuando un enfermo sufre, cuando un padre o una madre sufre Dios está con él.  Pero necesitamos saberlo, descubrirlo, experimentarlo. Y para eso hace falta fe.  Santa María experimentó el sufrimiento en su vida. Y lo hizo desde la fe.  Basta echar una ojeada a su biografía. 

Ser inmigrante es duro.  Haber sido repudiada, lo hubiera sido más aún. Ser viuda y tirar adelante a solas con la educación de Jesús era difícil.  Pero ver morir al hijo es desgarrador para una madre. El lugar por excelencia del sufrimiento materno es el Calvario. Comprueba si puede haber dolor más inmenso que el dolor de la madre al ver morir a su hijo.  El cardenal Amigo lo explica de manera bellísima: «Cuanto más se bajaba la cabeza del hijo, más se elevaba la de la madre. Cuanto más se cerraban los ojos del hijo, más se abrían los de la madre. Cuanto más se hundía el cuerpo del hijo, más se erguía el de la madre y elevaba los brazos para que el cuerpo muerto del hijo cayera sobre el vivo amor de su madre.»

Trasciende este puñado de horas. Barrena el aparente sinsentido del dolor.  Descubre una nueva manera de vivir.   Malo es morir de sed. Pero peor morir teniendo el agua tan cerca. Cristo vivo se pone a tu lado. Pasa delante de tus ojos. Se sienta junto a la cama del enfermo.  Del agonizante. Se sienta junto a ti postrado en el banco de la paciencia.

Autor: diocesismalaga.es


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