El montaje del andamio, que iba a servir para descolgar la obra hasta el suelo con el objetivo de acceder a ella más cómodamente, ha facilitado una mejor perspectiva de la forma en la que se había instalado tras su última intervención. De esta manera, los miembros del equipo de restauradores han podido percatarse de la provisión de un protector de madera sobre el cuadro que, a modo de pantalla, ha impedido que la pintura y el polvo desprendidos del techo durante estos años cayeran sobre la parte trasera del lienzo. También se han podido descubrir protectores similares en los laterales del cuadro. Estas protecciones, unidas a la colocación oblicua del cuadro, que dificulta que los desprendimientos caigan directamente sobre la pintura, han sido claves para que el estado de conservación de la misma sea tan bueno.

«Tanto tela como pintura como marco están en un magnífico estado de conservación –según el informe técnico–. No hay ningún tipo de patología como xilófagos u otro tipo de afecciones. La tela está muy bien tensada al bastidor por lo que no hay abolsamiento ni craqueladuras (cuarteado de la pintura). Los barnices también están en muy buen estado y los depósitos de suciedad que tienen son los normales de la acumulación de polvo».

El informe técnico de Chapitel continúa afirmando que «los ángulos que sostienen el cuadro son de forja y no están oxidados, por lo que mantienen muy bien su sujeción. Los desprendimientos que hay son poco apreciables y consisten sobre todo en restos de pintura». 

Tras la inspección de cercanía y la valoración positiva del estado de conservación del cuadro, los técnicos han decidido realizar los trabajos de limpieza e instalación de un nuevo protector desde el mismo andamio, sin necesidad de desmontarlo de su actual emplazamiento.