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Curar a los enfermos, pero sin eliminar a los sanos

Publicado: 16/04/2006: 208

La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, reunida recientemente en Madrid, aprobó un importante documento con el que la Iglesia en España sale al paso de la legislación que regulará en nuestro país la reproducción artificial.

Los seis puntos de la nota se inician con la definición de la “producción de seres humanos en los laboratorios” como una práctica “contraria a la dignidad de la persona”.

A partir de este principio, se analiza por qué hay que tratar al embrión desde el primer momento con el respeto que merece todo ser humano; por qué es engañoso e infundado el concepto “preembrión” (que recoge la Ley en trámite); la consideración del embrión como “mero material biológico” y por lo tanto su uso para la investigación y la industria más allá de la reproducción; la consideración de “técnica curativa” para prácticas eugenésicas; y la clonación humana.

Tal como recoge la nota y comentó más tarde a los periodistas el padre Martínez Camino, “la Iglesia, al denunciar como ilícitas las prácticas de la reproducción artificial y los graves abusos contra la vida y los derechos de los hijos que van aparejados a ellas, desea promover ante todo la piedad y la justicia entre las generaciones”.

Además, advirtió que “la Ley que ahora se prepara legaliza nuevas formas de práctica de la eugenesia. Porque autoriza también expresamente este procedimiento “con fines terapéuticos para terceros”. “Si inaceptable es ya el hecho de producir un niño, además, en este caso, como instrumento o medio en beneficio de otro, más grave es aún que todo ello se haga por el mismo procedimiento eugenésico antes descrito, es decir: eliminando a los embriones enfermos o no compatibles para conseguir el nacimiento de uno sano y compatible”.

La CEE sostiene que “los planteamientos emotivos encaminados a justificar estas prácticas horrendas son inaceptables” y añade que “hay que curar a los enfermos, pero sin eliminar nunca para ello a los sanos”.

En este sentido Martínez Camino comentó que la aparente “soledad” de la Iglesia al denunciar estas prácticas científicas injustas, se comprende si se tiene en cuenta que mucha “gente no sabe de qué se trata” y que hay una “opinión políticamente correcta que oscurece la verdad de los hechos”.

Autor: Revista Diócesis

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