NoticiaSemana Santa De Betania a Jerusalén Imagen generada por ordenador perteneciente a la película "Jerusalem 3D" en la que se representa la Jerusalén del siglo I según los últimos consensos arqueológicos en torno a la configuración del segundo templo Publicado: 11/04/2019: 11508 Geografía del Domingo de Ramos, por Emilio López Navas, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis. Seguramente Jesús de Nazaret elige este emplazamiento para vivir unos días allí porque Jerusalén, la Ciudad de David, se llenaba de personas durante las fiestas de peregrinación: Pascua, Tabernáculos y Pentecostés. Además, Betania era la residencia de una familia amiga de Jesús compuesta por Marta, María y Lázaro. Para llegar desde la acogedora casa de Betania hasta Jerusalén, el Nazareno y los suyos, no sólo los doce apóstoles, sino también un grupo considerable que acompañaba al Nazareno desde Galilea, tenían que rodear el Monte de los Olivos desde el que se veía imponente la figura del templo de Jerusalén. Sea como fuere, este es el primer tramo de bajada que transita el grupo desde Jericó. Y para esta bajada y, sobre todo para la entrada en el templo, lo normal en la visita de los peregrinos a Jerusalén era dirigirse sin rodeos al lugar más sagrado para ellos: el templo; sin embargo, Jesús actúa de una manera extraña, enviando a los discípulos por delante de Él para preparar su entrada en la ciudad. La señal que esperaban Centrándonos en el tema de la burrita, todo nos reenvía a una concepción monárquica de esta llegada. Los que acompañan a Jesús interpretan el gesto de usar la borriquita en su entrada en Jerusalén como la señal que esperaban: Jesús es descendiente del rey David y llega a su ciudad como aquel rey; y lo hace así porque Él también lo es. Todos los gestos: palmas, mantos y aclamaciones muestran que así lo ha entendido la gente; y es que las múltiples imágenes del Antiguo Testamento que se retoman en este único gesto de Jesús no pueden llevar a otra conclusión. Sin embargo, es interesante notar que no se trata de un recibimiento de los habitantes de Jerusalén, de los jerosolimitanos, sino de una aclamación de los que vienen con Jesús. De hecho, el evangelista Mateo nos cuenta que Jerusalén “se conmovió”, ¡como ante un terremoto!, ante la llegada de Jesús y se preguntaba quién era ese. Es interesante destacar esto porque solemos decir que la misma gente que lo aclamó el Domingo de Ramos lo condenó el Viernes Santo, cuando no es correcto. La multitud que viene con Jesús sí lo ha reconocido como Mesías, según se desprende del significado de “Hosanna” y de la utilización de la expresión “Bendito el que viene en nombre del Señor”, del salmo 118, aquel que tiene que venir. Ahora bien, la retirada de Jesús de nuevo a Betania, después de una primera ojeada al templo de Jerusalén, emplazará hasta otro momento el desarrollo de los acontecimientos.