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Una malagueña santa

Publicado: 05/02/2006: 467

•   Testigo de que Dios es Amor. Primer Centenario de su muerte

Madre Petra, vecina del Valle de Abdalajís, fundó una obra centrada en la atención a los más pequeños y ancianos.

Madre Petra es una mujer con un corazón grande, capaz de amar a Dios sobre todas las cosas y descubrir su presencia en cada una de las personas que Dios puso en su camino. Nació en un precioso pueblo de Málaga, el Valle de Abdalajís el 6 de diciembre de 1845.

Fue una niña llena de vitalidad y fantasía, aunque perdió a su madre con sólo 3 años. Sin embargo, no le faltó el cariño de su abuela y de toda su familia, donde aprendió la ternura y el cariño de una madre hacia sus hijos. Fueron pasando los años y siente gusto por las cosas de Dios y leer vidas de santos. Alos 15 años experimenta en su corazón un sentimiento diferente: llega el primer amor. Este amor le desborda hasta los preparativos de la boda, cuando los acontecimientos políticos hacen que esta relación se rompa.

El deseo de servir a Dios vuelve a ella y tras tomar la decisión, lo primero que hace es abrir la Casa de los Pobres, donde con otras tres jóvenes formarán la primera comunidad, en la que acoge a los pobres del pueblo y que hoy, ubicada en su Casa Natal, continua la obra iniciada por ella. Con los pobres comparte sus alegrías y sufrimientos, trabaja día y noche y no pocas veces pasan hambre y tienen poco tiempo para dormir. Sin embargo, a los pobres siempre les llega lo mejorcito y en abundancia, ya que ellas pasaban el día pidiendo por los cortijos de los alrededores para ellos. Las necesidades son muchas por lo que se abre otra casa en Álora, para atender a más ancianos. De allí marcharán a Vélez-Málaga, donde harán el 2 de febrero de 1881 sus primeros votos. “Hijas, habéis nacido con el Niño Jesús”, les dijo el Obispo (la Navidad de 1880); seréis Madres de Desamparados. Una vez constituida la Congregación, llegaron a ella muchas jóvenes sintiendo la misma llamada, por lo que se hizo necesario abrir una casa noviciado en el barrio de Huelin, en Málaga (año 1882).

En 1883 inauguró el primer colegio de enseñanza de la Congregación en Ronda, para salir al paso de otra necesidad: la formación religiosa y humana de la niñez y la juventud. El amor inquieto de esta mujer la llevó hasta Gibraltar (1884), Andújar (1885), Barcelona (1886), Martos (1887), donde irá abriendo nuevas casas para los ancianos. En Valencia (1893) será donde Madre Petra encontrará el lugar definitivo para el noviciado, a la sombra de la Virgen de los Desamparados. Además, creó un hogar de niñas necesitadas. Terminó sus fundaciones allí donde había empezado, en Málaga, en un pueblo llamado Arríate donde abrió una residencia para ancianos. El pequeño grano que tan sencillamente se había sembrado en el Valle extendió sus ramas en muchos rincones del mundo, multiplicando por todas partes los frutos del Amor Misericordioso que Dios le había infundido: España, América, Italia…En el año 1906 la vida de Madre Petra se acerca a su fin. La enfermedad, su entrega infatigable y los muchos sufrimientos minan su salud, muriendo en Barcelona.

Madre Petra fue una de esas personas que Dios eligió para convertirla en testigo viviente de su misericordia. “¿Qué sería de los pobres si Dios no inspirara estas obras?”.

Su carisma hoy sigue vivo en sus Hijas y en todos aquellos que se dejan cautivar por la personalidad de esta mujer que no supo hacer en su vida otra cosa más que amar y hacer el bien. “Deus Caritas est” (Encíclica de Benedicto XVI).

Autor: Revista Diócesis

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