NoticiaColaboración El obispo Ramón Buxarrais Mons. Buxarráis durante una celebración en El Buen Samaritano Publicado: 01/10/2021: 6538 El religioso del monasterio de Montserrat Josep Miquel Bausset firma el siguiente artículo dedicado al obispo emérito de Málaga D. Ramón Buxarrais Hoy 3 de octubre recordamos al obispo Ramon Buxarrais, en el 50 aniversario de su consagración episcopal. Nacido el 12 de diciembre de 1.929 en la localidad catalana de Santa Perpètua de Mogoda, estudió en el Seminario Conciliar de Barcelona y en la Facultad de Teología, en Sant Cugat. Ramon Buxarrais, que fue ordenado presbítero el 17 de diciembre de 1.955, fue nombrado coadjutor de la parroquia de San Pío X de la ciudad condal y después sirvió también la comunidad cristiana de la población de Lliçà de Munt. En 1.959 Buxarrais fue a Chile al servicio de la diócesis de Antofagasta, donde fue vice-rector y director espiritual del instituto “Obispo Silva Lezaeta” en Calama y también coadjutor de la JOC y capellán de la cárcel. En 1.962 fue nombrado rector de la parroquia del Buen Pastor de Antofagasta y el año siguiente, vicario general de Pastoral de Antofagasta y rector de la parroquia de San Joan Bautista de Calama y Administrador Apostólico de la Prelatura de Calama. En 1.967 ingresó como postulante en el monasterio trapense de Azul, en Argentina, que hubo de dejar por enfermedad. Buxarrais volvió a Cataluña y en 1.969 fue nombrado rector de la parroquia de Sant Esteve de Granollers y después, arcipreste. Y fue el 19 de agosto de 1.971 cuando el papa Pablo VI lo nombró obispo de Zamora, donde fue consagrado hoy hace 50 años. Posteriormente, el 14 de abril de 1.973 el papa lo nombró obispo de Málaga, donde en esta diócesis andaluza trabajó para profundizar y fomentar la piedad cristiana. También favoreció la caridad social por medio de Cáritas y supo transmitir el Evangelio con sus libros, como: “Cartas a Valerio”, “Confesiones de un obispo que no quiso serlo” o “Elisenda: vocación de ser raíz”. Trabajador incansable y hombre sencillo, el obispo Buxarrais dejó el palacio episcopal y se fue a vivir con un grupo de curas, a una residencia del barrio de Carranque. En la diócesis de Málaga instauró el diaconado permanente y cedió diversos bienes de la Iglesia para crear lugares de trabajo. El 11 de septiembre de 1.991, ahora hace 30 años, el obispo Buxarrais renunció al servicio episcopal de la diócesis de Málaga y se fue a Melilla como capellán de un centro asistencial confiado a las Hijas de la Caridad, la llamada, la “Gota de leche”, que acogía ancianos y niños. También fue capellán de la cárcel. Profeta del Reino, el obispo Buxarrais supo transmitir el Evangelio con pasión, y sensible al drama de la pobreza, defendió siempre la justicia ante el abuso de los poderosos de turno. Además de sus libros, punzantes y a la vez llenos de ternura y deliciosos, sus cartas pastorales llegaban al corazón, ya que trataban de situaciones concretas de la vida. Y es que el obispo Ramon tenía un oído muy atento al Evangelio y el otro, al pueblo que servía con solicitud. Así, en marzo de 1.987 escribió la carta: “Dejémonos evangelizar por la Cuaresma” y en Navidad de 1.988 escribió la carta: “Nos han secuestrado el Niño”, donde el obispo Ramon nos mostraba el contrasentido de celebrar la Navidad con el Niño Jesús, “secuestrado”, marginado y olvidado por el turrón, el cava, las fiestas y los regalos. En 1.991, con motivo de la Jornada Pro orantibus, el obispo Buxarrais escribió la carta: “Unas monjas que pierden el tiempo”, recordándonos la importancia que para la Iglesia tiene la vida contemplativa. También sus homilías no dejaban indiferente a nadie. Su homilía más conocida (y que más revuelto levantó), desatando una gran polémica, fue la que, en julio de 1.981, escandalizó a la jet set de Marbella. En su homilía, el obispo Ramon denunciaba, con razón, como las “carcajadas de los ricos parecen ahogar el grito de los pobres”. El obispo Buxarrais presentaba el problema del paro y del sufrimiento de la gente más vulnerable de su diócesis, contraponiéndolo a las “fiestas y aniversarios provocativos en la Costa del Sol”. Y es que al lado de la gente que tenía problemas económicos, la jet set de Marbella se rodeaba de “joyas, viajes y comidas” escandalosas. Por eso el obispo Buxarrais reivindicaba “tiempo libre y turismo sin esclavitud y diversión sin corrupción”. Con esta homilía, el obispo Buxarrais mostraba el escándalo de la palabra del rico y de Lázaro (Lc 16:19ss) que se repetía en Marbella con la ostentación (y a la vez, el vacio) de la jet set. Y como en el caso del profeta Amós, el obispo Buxarrais denunciaba la pobreza que sufría la gente, un dolor que convivía con la poca deshonestidad de algunos políticos, la corrupción de los jueces, la explotación de los ricos y de los poderosos y el autoritarismo de los funcionarios. Por eso el obispo Buxarrais, por su testimonio evangélico, fue calumniado y vilipendiado, como lo fue Jesús, acusado por los fariseos y por los maestros de la Ley. El obispo Buxarrais nos hizo los ejercicios a los monjes de Montserrat, unas reflexiones que todos aún recordamos con afecto, porque con su buen humor y con su palabra, siempre acertada, nos transmitía, con gozo, el mensaje del Reino. 50 años después de su consagración episcopal, hoy damos gracias a Dios por el testimonio del obispo Buxarrais y por su vida de profeta de la verdad y de la justicia y defensor de los más desheredados. Hace unos años, el obispo Ramon definió muy acertadamente a la Iglesia (como lo ha hecho el papa Francisco, diciendo que ha de ser un hospital de campaña), como “aquel lugar donde la gente que lo pasa mal pueda sentirse bien”. Por eso es bueno dar a conocer al obispo Ramon a los más jóvenes, ya que su ministerio episcopal ha sido un auténtico servicio al Evangelio.