NoticiaBlanco sobre Negro Manuel Márquez: «Me preocupa mucho escandalizar» Manuel Márquez Córdoba // F. HERNÁNDEZ Publicado: 30/04/2019: 21845 Entrevista al sacerdote diocesano Manuel Márquez Córdoba, nacido en Málaga en 1956 y ordenado en 1984. «Por Jesucristo estoy dispuesto a entregar mi vida y gastarla al servicio de los demás» ¿Qué te parece si empezamos con algo sencillito? ¿Para qué vivimos? ¿Por qué y para qué estamos aquí? Yo vivo para ser feliz y hacer felices a los demás. Estoy aquí porque Dios desde su eternidad me ha creado por amor y para ser amado. Y porque dos personas, mis padres, a los que les debo la vida, se amaron y fruto de ese amor nací yo. Estoy aquí para colaborar con Dios en su proyecto de amor sobre el universo y las personas. ¿Sabe alguien qué es la vida y qué sentido tiene? La vida es mucho más que respirar y tirar hacia delante. Mi vida tiene sentido porque un día me encontré con alguien que me dijo: “Yo soy, el camino, la verdad y la vida”. Vivir con sentido es saber qué quieres, a dónde vas, porqué luchas. Es vivir sintiendo lo que haces, aunque no todo lo que hagas siempre te agrade y a veces tengas que renunciar por vivir lo que estás viviendo. Hemos rezado que la vida es un valle de lágrimas. ¿Así es? La vida no es un valle de lágrimas, pero es sí es verdad que hay muchas cosas en la vida que nos hacen llorar y sufrir. A veces sufrimos por nuestros pecados personales, porque nos sentimos impotentes ante una enfermedad o un problema, porque no terminamos de sentirnos realizados y desarrollados… ¿Estamos aquí para hacer méritos para la otra vida y para glorificar a Dios? La otra vida es un regalo que Dios Padre nos ha dado al morir su Hijo en la cruz. Ya estamos salvados. Mis obras deberían ser expresión de lo que antes he recibido. El amor con amor se paga. Dar gloria a Dios debería de ser uno de los motivos de mi existencia y la manera natural de expresar con los demás lo que Dios está haciendo conmigo. Cuando busco vanagloriarme pierdo de vista la gratuidad y me enfado por dentro porque no me agradecen lo que hago. ¿Qué aporta a tu vida el Evangelio? El Evangelio, que siempre es buena noticia, aunque a veces también se me atraganta y otras veces me libera. Es para mí un encuentro con la Palabra de Jesús donde encuentro luz, verdad y vida. Me gusta decirme a mí mismo, que la catequesis, es interpretar la vida, a la luz del Evangelio. ¿Debe un hombre vivir para los demás, o eso es un mito cristiano humanista que no tiene nada que ver con la ley natural? Vivo para los demás porque sigo a alguien que vivió para los demás. Que me dice que debo olvidarme a mí mismo para seguirle y hacer la voluntad del Padre. Cuando nos damos somos felices y cuando somos egoístas lo pasamos mal. Me parece, por mi propia experiencia, que estamos hechos para darnos a los demás y no para mirarnos a nosotros mismos, aunque no siempre vivo entregado a los demás. ¿Quiénes son los enemigos de la vida? Los enemigos de la vida para mí pueden ser: el cansancio, la desesperanza, el sinsentido, la incoherencia, la doble vida, el miedo a la verdad… También el enemigo puede ser uno mismo, ¿no crees? Sí, por supuesto, porque puedo engañarme, vivir de la imagen, sentirme empujado a hacer tal cosa por las circunstancias o el ambiente. ¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? Escuchar, discernir y decidir por ti mismo. ¿A vivir se aprende? ¿Y a ser sacerdote? Se aprende a vivir porque la propia vida es un proceso donde la persona se va desarrollando y realizando a sí mismo. La propia vida te enseña a vivir y te hace vivir de una manera determinada. Nadie nace sacerdote, se hace sacerdote con el tiempo. Cuando miro mi vida, doy gracias a Dios porque he visto como he ido madurando y creciendo en saber, en estar y en servir. Me preocupa mucho escandalizar o dar mal ejemplo para los demás. En estos momentos sigo buscando cómo servir mejor a la Iglesia de balde y con todo lo que soy. ¿Crees que sabes vivir? Creo que sí, porque entiendo por vivir, vivir con consentido, sintiendo y haciendo lo que quiero hacer. Me gusta decirme a mismo que vivir no es respirar o tirar hacia delante sino afrontar cada día con sentido y sabiendo lo que quiero hacer, aunque suponga muchas veces negación, dolor y sufrimiento. ¿Has sufrido alguna crisis vital? ¿En qué o en quién te apoyaste cuando la sufriste? Todas las crisis que he tenido han estado relacionadas con mi tarea pastoral por responder desde el Evangelio, siendo Iglesia y sirviendo a la Iglesia. Llevo de sacerdote 33 años escuchando, que los niños deben bautizarse de mayores, que la catequesis sirve para poco, que las parejas se casan por tradición, que hay que crear comunidades vivas donde se perciba el Evangelio. En estos momentos sufro mucho con las situaciones irregulares que se dan en la Iglesia, ante muchos hermanos por su inclinación sexual, ante el papel de la mujer en la Iglesia, ante la falta de comunión en la Iglesia. Todo esto me hace vivir en crisis o lo que es lo mismo me lleva a estar siempre discernimiento qué debo hacer y cómo situarme. Siempre me he apoyado en el sacerdote Pepe Planas, en los sacerdotes MIES y en el ejemplo y la sabiduría de muchos sacerdotes diocesanos. En estos momentos sigo estando en crisis o mejor discerniendo los retos que tiene la Iglesia en la cual yo me sitúo como una más que tiene la responsabilidad de servir a una comunidad. En este momento de la vida en el que estás ¿crees que te ha queda algo por hacer? Acabo de dejar por voluntad propia la “Delegación de Catequesis” donde he dedicado los últimos quince años de mi vida. Ahora, estoy ilusionado cómo seguir trabajando en mi parroquia un nuevo estilo de catequesis que responda a momento actual. También estoy muy ilusionado con estar más presente en la parroquia y el barrio para conocer aún mejor a mis hermanos y a los vecinos donde estoy sirviendo. Tengo un reto por hacer que sería estar un año dedicado a niños y jóvenes en zonas marginadas para vivir esa experiencia. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Seguir ofreciendo mi experiencia en el tema de la catequesis y en el trabajo con niños y jóvenes. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra iglesia local hoy? Organizar las parroquias por unidades pastorales y el trabajar los sacerdotes por sectores más allá de los límites parroquiales. ¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar? La infidelidad en las parejas. ¿Cómo podemos escapar de las falsas necesidades? Viviendo siempre en la verdad, dejándome ayudar y acompañar, discerniendo siempre a la luz del Evangelio. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? Me importa la persona, las situaciones que viven los pobres, las injusticias, las desigualdades sociales, que la Iglesia sea creíble y realice su misión en este mundo. ¿Quién Jesucristo para ti? Es por el que estoy dispuesto a entregar mi vida y gastarla por él al servicio de los demás. Esta frase recoge lo que supone Cristo para mí: “Es mi camino, es mi verdad, es mi vida” ¿Te gusta complicarte la vida? Me gusta profundizar y encontrar sentido a todo lo hago. ¿Cómo te gustaría morir? En paz, sin miedo, con la confianza y esperanza de que Dios me quiere. ¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura? Que discierna bien su llamada, que se deja ayudar por otros, y que esté dispuesto a vivir como Jesús al servicio de los demás. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Lo dije al comienzo: Dios nos ha hecho para ser felices y hacer felices a los demás. La felicidad puede ser el estado que vive una persona que sabe lo que quiere y sabe a dónde va, aunque suponga sacrificio, negación u olvido de sí. ¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote? El comprender a los hermanos que habitualmente no participan en la Iglesia cuando vienen a solicitar algunos sacramentos. El comprender y respetar los procesos de los hermanos que habitualmente participan en la parroquia. El aceptar que la fe es un regalo donde tú lo que haces es ayudar o crear posibilidades para que ese regalo se acoja por las personas. No olvidar que lo mío es sembrar, no recoger; que todo lo haga por el Señor y de forma gratuita, sin esperar recompensa. Que lo importante no es el número sin la persona. ¿Qué preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal? ¿Por qué quieres ser sacerdote? ¿Por qué cree que Dios le llama? ¿Cuáles son los miedos o dificultades que tienes para ser sacerdote? ¿Qué le falta al presbiterio diocesano? Yo tengo que seguir creciendo en ser más cercano, preocuparme más de los hermanos sacerdotes, esforzarme por cumplir las normas y criterios diocesanos. ¿La felicidad es una pasión inútil e imposible? Pienso que es lo que mueve a la persona a luchar y buscar. Siempre será el resultado de con conjunto de cosas que viva la persona. ¿Dónde encuentras la felicidad? En lo que soy y estoy haciendo, aunque siga buscando como seguir creciendo en todo. ¿Eres un sacerdote dócil? Me gusta comprender las cosas y razonarlas, pero siempre he tenido claro que la humildad siempre ayuda a ser dócil aunque no siempre lo sea. Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Si es así ¿qué hiciste para abrazarlo? He tenido suerte siempre de vivir mi sacerdote con personas en comunidad. Llegar por las noches y compartir las alegrías y las penas ayudan mucho. Aún así pienso que el sacerdote necesita la soledad para leer, profundizar, escucharse a sí mismo, orar con el Señor. Yo busco momentos de soledad en esta vida un poco ajetreada. ¿Tienes algún hobbie que te rescate del hastío? Siempre he hecho deporte, lo necesito y me ayuda mucho en mi vida personal. ¿El regalo más bello que te ha regalo ser presbítero? El parecerme mucho a Jesús, en su tiempo, disponibilidad, pobreza, entrega. De hecho, me hice sacerdote por había poco curas y por ser lo más parecido a Jesús. A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote? Yo primero fui célibe, quería entregarme a los demás como Jesús, especialmente a los niños y jóvenes. Hoy, optaría por ser célibe y entregarme a los demás. Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le responderías? Que la vida es maravillosa y depende cómo tú te sitúes y la vivas con sentido. Yo le diría que la vida tiene sentido y hay que vivirla con sentido.