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Niños llamados a ser santos

Publicado: 20/04/2010: 637

Los más pequeños necesitan héroes cristianos a quienes imitar. Este domingo celebramos la Jornada de Oración por las Vocaciones.

Si preguntamos en cualquier colegio a los niños y niñas sobre las figuras que más admiran y a quienes les gustaría parecerse, no cabe duda de que la lista comenzará con nombres del universo mediático: estrellas del deporte, del cine, de la música y de la televisión. Los valores que representan estas estrellas son: fama, dinero fácil, diversión y belleza. Millones de padres se encargan de inculcar estos valores en sus hijos, como demuestran los datos de las escuelas deportivas o las largas colas en los castings para que los retoños participen en todo tipo de espectáculos.

Frente a estos héroes de relumbrón, la Iglesia propone otros modelos de vida, como son los santos. Gente, por lo general, no preocupada por su físico, poco dada a los lujos, normalmente despreciada e incluso perseguida, y cuya vida estuvo plagada de duras pruebas y sufrimiento. 

¿Cómo hacer atractivos estos modelos? ¿Cómo convencer a un niño de hoy de que acompañar a un enfermo de lepra en su agonía vale más que marcar un gol a Casillas? ¿Cómo explicar a una niña que en un convento podrá sentirse plenamente feliz sin necesidad de televisión, maquillaje, o ropa de marca? En un mundo dominado por la imagen, donde todo está hecho para entrar por los ojos, hay que dotar a los niños de unos ojos nuevos: los ojos de la fe. 

Hoy celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, y es verdad que hay que rogar al Padre para que mande obreros a su mies. Pero no pueden nacer vocaciones de especial consagración, como el sacerdocio o la vida religiosa, sin proponer antes la auténtica y más importante de las vocaciones: la vocación cristiana. Por eso, es tarea de padres, educadores y comunidades cristianas dotar a los niños de esos ojos “especiales”, para ver lo que los demás no pueden ver y despertarlos de la hipnosis a la que los somete la potente industria cultural.

Héroes infantiles como Spiderman, Harry Potter o Hanna Montana basan su éxito en que sus personajes tienen una doble vida que les hace ser especiales. Bajo su aspecto “del montón”, esconden un secreto, una vida interior mucho más profunda. A veces, atormentada; a veces, frívola; pero diferente. Y la diferencia, en un mundo que tiende a domesticar y a adocenar a los niños (buscando normalmente no otra cosa sino que consuman más), les hace sentirse únicos e irrepetibles. Descubren, así, un sentido a su vida, un porqué y un para qué existo. Tienen un don que les proporciona una misión, un objetivo apasionante.

 “No tengáis miedo a ser santos” repetía insistentemente Juan Pablo II. Ojalá podamos transmitir a los niños la vida de Jesús y de sus imitadores, los santos, con la fuerza con la que proponen otros sus héroes con pies de barro. El don de la fe, la misión del amor, el porqué y el para qué de la vida cristiana tienen un valor incalculable y son gratis. Los niños no son tontos, quieren ser felices y hacer felices a sus padres ¿Tenemos claro los mayores lo que nos hace felices a nosotros? 

(Artículo tomado de "Redacción" de la revista Diócesis)

Autor: diocesismalaga.es

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