El 14 de abril de 2020 vino al mundo el pequeño Juan. La Covid acababa de poner patas arriba el mundo y, en medio de ese horizonte desconocido, estos padres recibieron un nuevo hijo. «Era una experiencia nueva, sin recibir visitas, sin ver a nuestros padres ni hermanos, solos en el hospital, sin poder controlar nada, con el miedo y la novedad a la vez. Pero eso nos permitió vivirlo en una intimidad muy bonita. Creo que supimos aprovecharlo para hacer único ese momento, como único es cada niño que viene al mundo», cuenta esta malagueña. «Dar a luz en ese momento nos acercó mucho al misterio de Belén. Teníamos la mayor esperanza, recibir a nuestro hijo, y esa misma es la que debieron de vivir María y José para confiar, más allá de lo terreno, en que los planes de Dios siempre son perfectos». El confinamiento siguió siendo un tiempo de gracia, aunque en medio de la dificultad. «Imagína. La casa era una locura, teletrabajo, ocho niños, encierro... pero lo acogimos como una oportunidad de vivirlo juntos, sabiendo que pasaría, pero que cada momento era especial», cuenta María.

Junto a Juan, María y Álvaro son padres de Jimena, Hugo, Álvaro, María, Blanca, Jaime, Clara y Nicolás. «Somos una familia imperfectamente perfecta. Creada por Dios pero muy normal, una bendición en medio del caos de cada día, como imagino que sería ese portal de Belén. Nuestra referencia es dar ese calor que también inundaría ese momento único en el año 1. La familia es nuestro tesoro. Dios nos la ha regalado, y apostamos por ella con mucho sacrificio y entrega, pero Él siempre nos lo compensa», explica María. Cada nuevo embarazo es la oportunidad de descubrir, no que esperamos un hijo, sino de que un niño o una niña nos espera a nosotros, está confiando en ti, en tus brazos, en llegar a tu casa. Ese pensamiento es el que nace en el corazón de esta madre de familia numerosa.

«Para nosotros la Navidad siempre es especial. Es momento de alegría, de esperanza, de hacernos niños, viviendo con ilusión el nacimiento de Jesús, algo que para nosotros es tan bonito cada vez en nuestra familia, pero además del hijo de Dios. La Navidad es familia y siempre decimos que es una ocasión para coger fuerzas para todo el año, para redireccionar nuestra vida en el sentido correcto y decir: "venga, que es por aquí, que es con alegría, que es con paz, que es en familia". Me imagino el caos que habría en el portal de Belén, pero dentro de eso, hicieron familia, y a eso estamos llamados nosotros, a hacer hogar allá donde vayamos. Ser ese fuego que seguro también se encendería para hacer cálido ese pesebre», confiesa esta joven.

CON LA TRUPE A CUESTAS

En sus redes sociales, María no quiere dar la impresión de que todo es perfecto. «No vivo en las alturas, caigo ochenta mil veces cada día en la ira, en la soberbia... pero intento aportar cosas que me ayudan en esa lucha a mí misma. No hacerme modelo. Estoy muy alejada aún del cielo, me queda una escalera bastante larga, pero tengo el pie puesto en la lucha. Eso sí que lo puedo afirmar. Una y otra vez. Me alejo y vuelvo, y eso sin desesperanza, que también es otra de las cosas que nos deja la Navidad. El Señor cuenta contigo como eres, no como quieres llegar a ser, no con lo que crees que debes hacer, no. Como eres. Y eso me ayuda a ver a mis hijos, a quererlos como son, que muchas veces me equivoco queriendo hacerle como yo quiero que sea. Ahí descubro que me tengo que parar y quererlo como Dios lo ha creado». A María le encanta escribir, y el tiempo que le deja su vida y su familia, sus publicaciones en redes y sus imágenes quieren hacer llegar ese mensaje. «Me gusta dar luz, dar testimonio de familia muy real, muy normal, que lucha por quererse más cada día», apostilla.