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Cuarenta años enseñando a soñar a los niños de la Palmilla

Publicado: 26/03/2014: 6651

Vivir en la Palmilla no significa tener menos oportunidades. Este convencimiento es el que mantiene a la comunidad educativa del Colegio de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, que educa a niños del barrio desde hace cuarenta años. Religiosas, profesores, limpiadoras, padres y alumnos están consiguiendo retos aparentemente inalcanzables para el centro, situado en un barrio empobrecido de la capital malagueña que sufre los estragos de la delincuencia y el tráfico de droga, y que afronta con esperanza retos como el absentismo o el fracaso escolar.

José Miguel Santos es el director del Colegio de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, y no se cansa de soñar: «queremos traer aquí lo que hacen otros colegios, lo último y lo mejor educativamente hablando». Como colegio concertado que es, este centro tiene muchas limitaciones económicas, pero nada que no sea superable con una pequeña dosis de valentía y mucho trabajo. Muestra de ello es el método AMCO de enseñanza bilingüe, que se ha comenzado a aplicar en los primeros cursos, sin coste alguno para las familias. También el área de infantil, que luce renovada con pinturas murales. Julián Delgado, profesor de educación física y plástica, fue el encargado de plantear el reto. No había dinero para dar luz y color a una zona del colegio que precisaba una mayor concordancia con el perfil de alumnos que la habitan, así que se pusieron manos a la obra para pintarla. Hoy esta parte del colegio es alegre y luminosa y su reforma ha movido al compromiso y la solidaridad de todos: padres, alumnos y profesores. «La idea es que todos se impliquen en la tarea educativa. Es una forma de ser misioneros en el colegio, -afirma Santos-. Aquí la gente está acostumbrada a pedir, y nosotros le tomamos la mano para darle una brocha y que pinte con nosotros para mejorar el centro, que es también suyo».

“NUESTROS PREFERIDOS”

«¡A ver si tengo suerte y entra mi niña!» dice un vecino del barrio en la puerta del colegio a su director. Y es que, en la actualidad, el colegio cuenta con una línea de educación infantil, primaria y secundaria, y sus plazas están muy solicitadas. Es todo un referente en la barriada, pero quedan aún retos por superar, entre los que destacan el absentismo y el fracaso escolar. El primero de ellos se trabaja con el seguimiento de los tutores, la vinculación con servicios sociales y la fiscalía. Pero la clave para superar ambos pasa, según afirman desde el equipo directivo, por el trabajo directo con las familias. «Gracias a esto, se consigue que el nivel de alumnos que no acude a clase sea mucho menor que en los centros públicos de la zona, afirma Santos.- Además, nosotros no nos conformamos con que vengan. Esto no es un corral, donde los niños tienen que estar recogidos. Son personas y queremos que reciban una educación con calidad y aprovechen el tiempo».

En ese proceso que supera lo exclusivamente docente, el colegio apuesta por seguir el carisma de la fundadora de la congregación, la beata Nazaria Ignacia March, cuya vocación de acción social la impulsó a decir «estamos perdiendo lastimosamente el tiempo si no bajamos a la calle». Y es allí, en la calle, donde las religiosas continúan trabajando. Desde 1974 viven en el barrio, y desde allí trabajan por elevar la dignidad de sus vecinos para llevarlos a Dios. Gracias al apoyo de Cáritas Diocesana (Programa Caixa ProInfancia), la actividad de este centro no se limita al horario escolar, sino que continúa por la tarde con actividades para las familias, acompañamiento de alumnos y refuerzo formativo. 

Dolores García, religiosa de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, ha vivido toda la historia del colegio, y tras estos cuarenta años confiesa sentir la misma ilusión que al principio. «¡Con qué respeto tenemos que tratar a esta gente necesitada! No podemos despreciar su vida, porque nunca la podemos llegar a captar como es. ¡Son los preferidos del Señor, nuestros preferidos! Y no son culpables, aunque a veces los encontremos en la cárcel de Alhaurín. A pesar de las dificultades, vivimos su educación ilusionados, porque sabemos que toda persona tiene unos recursos ilimitados y que hay que ayudarle a aprovechar».

Autor: Ana María Medina @_AnaMedina_

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