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Basílica paleocristiana Vega del Mar, San Pedro de Alcántara

Publicado: 25/08/2011: 14901

•   Está situada en San Pedro de Alcántara

Esta basílica, excavada a principios del siglo XX y de la que sólo se conservan los muros hasta aproximadamente un metro de altura, es un ejemplo claro de las iglesias visigodas de tipo norteafricano que se construyeron en el sur de la península durante el siglo VI, entre las que también podríamos destacar las de Alcazarejos en Córdoba, Casa Herrera y La Cocosa en Badajoz y Torre Palma en Portugal. El templo esta abierto al público todos los viernes laborables de 11.00 a 13.00 horas.

Por desgracia, como ocurre con todas las iglesias este grupo, no ha llegado hasta nosotros más que su planta por lo que resulta muy difícil poder hacernos una idea de su estructura completa.  La basílica de Vega de Mar, situada en San Pedro de Alcántara sobre la vía romana que llevaba de Cartagena a Cádiz, muy cerca del mar, próxima a unas importantes termas romanas y rodeada actualmente por un bosque de eucaliptos que crean un magnífico entorno, es de forma casi cuadrada, de unos 11,5 m. de lado y dividido en tres naves por una serie de pilares de traza irregular.

Como en todas las iglesias de este grupo, lo primero que llama la atención es la existencia de dos ábsides contrapuestos, uno semicircular al este y el otro, que era el ábside principal, al oeste en forma de herradura e inscrito en un rectángulo que forma dos aposentos laterales a su alrededor. De éstos, el situado al norte contiene una magnífica pila bautismal, tallada en una sola piedra con forma exterior de pez, de claro simbolismo cristiano, y cuatrilobulada en su interior con los siete escalones que corresponden a los siete grados del misterio del Espíritu Santo descritos posteriormente por San Isidoro: tres de descenso, el central y tres de ascensión. Este aposento tiene dos puertas, una al exterior y otra a la nave, como corresponde al rito según el cual el nuevo catecúmeno no debía entrar en la iglesia hasta haber sido bautizado.

Las entradas estaban situadas en los costados norte y sur donde quedan los restos de pórticos laterales, de los que el del lado norte ha sido utilizado para enterramientos. También hay una gran cantidad de tumbas de distintas épocas, que abarcan desde el Imperio hasta el siglo VII, alrededor de los ábsides conteniendo restos de gran interés entre los que se podrían destacar desde una botellita piriforme de vidrio, de clara tradición romana, y restos de cerámica del tipo de "terra sigilata" que, aunque de origen romano, se siguió produciendo en la época visigoda, hasta losas de mármol decoradas, una de ellas con dos aves enfrentadas, otra con un crismón constantiniano que es posiblemente el más antiguo encontrado en España. También el hecho de haber encontrado monedas desde la época imperial hasta de Liuva II indican que la basílica, o al menos la necrópolis fue utilizada durante un largo periodo.

La construcción es pobre como en todas las iglesias de este grupo, de mampuesto pequeño y ladrillo con mortero, de una calidad muy lejana a la de las iglesias cruciformes del siglo VII. Sin embargo en algunas zonas, fundamentalmente en los pilares se observa la existencia de otro tipo de construcción a base de grandes sillares mucho mejor tallados, lo que unido al hecho de que estos pilares están situados de forma bastante irregular respecto a la planta de la basílica y a la existencia de tumbas y de monedas de época anterior, hace pensar que este edificio del siglo VI fuera construido sobre los restos de un edificio anterior, posiblemente una basílica paleocristiana, quizá destruida en un terremoto que hubo en la zona el año 365.

Francisco Aranda Otero, director departamento de Patrimonio de la diócesis

Autor: diocesismalaga.es

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