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Rito de elección de los catecúmenos (Catedral-Málaga)

Rito de elección de catecúmenos en la Catedral de Málaga (ARCHIVO)
Publicado: 06/03/2022: 6206

Homilía pronunciada por Mons. Catalá durante el Rito de elección de los catecúmenos celebrado en la Catedral de Málaga el 6 de marzo de 2022

RITO DE ELECCIÓN DE LOS CATECÚMENOS

(Catedral-Málaga, 6 marzo 2022)

Lecturas: Dt 26, 4-10; Sal 90, 1-15; Rm 10, 8-13; Lc 4, 1-13.

(Domingo Cuaresma I – C)


1.- El libro del Deuteronomio invita al fiel creyente israelita, cuando se acerca a poner su ofrenda en altar del Señor (cf. Dt 26, 4), que recuerde la historia de salvación de su pueblo desde sus inicios. 

El fiel israelita hace memoria agradecida: «Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí como emigrante, con pocas personas, pero allí se convirtió en un pueblo grande, fuerte y numeroso» (Dt 26, 5). 

¿Cuáles son vuestros inicios de salvación, queridos catecúmenos y fieles cristianos? Cada uno tenemos una historia personal, que podemos recordar agradeciendo a Dios su amor por nosotros. Podemos preguntarnos: ¿cómo he encontrado a Jesucristo? ¿Quién me ha ayudado a acercarme a Él? Demos gracias a Dios por esas personas, que han sido instrumento del Señor, para que hoy me presente ante su altar para darle gracias y aceptar la invitación a seguirle. 
 
2.- La vida tiene también momentos duros, como dice el autor sagrado: «Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud» (Dt 26, 6). Es muy probable que hayamos sido esclavos de nuestros deseos desordenados, de nuestros planes alejados de Dios, de los estímulos negativos que nuestra sociedad nos ofrece, de las tentaciones como las que sufrió Jesús. Dios quiere liberarnos y romper las cadenas que nos atan a las diversas esclavitudes que sufrimos.

Por eso clamamos hoy al Señor, para que escuche nuestros gritos de angustia y nos saque de la opresión (cf. Dt 26, 7). Queremos ser libres, con la «gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8, 21). Queremos vivir con alegría el proyecto de vida que Dios nos ofrece; no el que teníamos planeado nosotros, o el que nuestra imaginación y nuestros deseos nos proponen.
 
3.- Dios sacó de Egipto a su pueblo con mano fuerte y lo condujo a la tierra prometida, «una tierra que mana leche y miel» (Dt 26, 9). Dios nos conduce también a cada de nosotros a través del desierto de la vida, con su sequedad, peligros y tentaciones, hasta la tierra fecunda en buen alimento y en aguas frescas, como son los sacramentos que Cristo nos ofrece mediante su Iglesia. 

El Señor os promete hoy, queridos catecúmenos, que recibiréis una vida nueva con las aguas regeneradoras del bautismo y participaréis en el banquete eucarístico, que es alimento de inmortalidad y de eternidad. Hoy damos gracias a Dios y le pedimos que nos fortalezca en este camino cuaresmal, para llegar a la Pascua de Resurrección. 

La Iglesia os admite hoy como los «elegidos» y os exhorta a responder gozosamente a la llamada de Dios para vivir el camino cuaresmal como preparación inmediata de las solemnidades pascuales. Os acompañarán en este camino y en vuestro proceso de fe los padrinos y la comunidad cristiana parroquial. 
 
4. El evangelio de hoy nos ha presentado las tentaciones de Jesús en el desierto, después de ayunar cuarenta días: «Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre» (Lc 4, 1-2). 

El tentador le pide a Jesús que venda su conciencia por un trozo de pan: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan» (Lc 4, 3); es decir, le pide que haga un milagro para saciar su hambre. Pero Jesús responde que, por encima de las necesidades del cuerpo, hay necesidades más profundas del espíritu y de la persona; el ser humano tiene otras “hambres” y necesita otro alimento mejor: «No solo de pan vive el hombre» (Lc 4, 4); porque el hombre es un ser con hambre de infinito, que solo Dios infinito puede saciar. Nada ni nadie, salvo Dios, puede saciar el hambre y la sed de infinito que tenemos en nuestro corazón.
 
5. La segunda tentación es una propuesta de ambición de poder y de esclavitud al mismo: «Te daré el poder y la gloria (…) si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo» (Lc 4, 7). 

Jesús responde que el poder y la libertad suprema están en servir, adorar y amar a Dios: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto» (Lc 4, 8). 
Por último, se le propone la tentación de la fama, el aplauso y la admiración de los idólatras. El diablo lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo» (Lc 4, 9), porque los ángeles te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece (cf. Lc 4, 11). 

Pero Jesús vence definitivamente al tentador y le responde: «No tentarás al Señor, tu Dios» (Lc 4, 12), haciéndole ver que Él es el mismo Dios. De ese modo nos enseña el camino de la victoria sobre las tentaciones. Servir a los ídolos del placer, del poder, de la fama y del dinero, al final equivale a perderlo todo sin remedio; si uno sucumbe a estas tentaciones se queda con las manos y el corazón vacíos.
 
6.- Esta celebración, queridos catecúmenos, puede que os suene a extraña o mistérica, porque no estáis acostumbrados a venir a la Catedral y menos a una celebración presidida por el Obispo y a unos cantos que, tal vez, no hayáis escuchado nunca.

En la pedagogía del catecumenado hay una etapa llamada “mistagógica”, que tiene como objetivo la explicación de lo misterios y ritos sagrados para poder saborearlos. La fe es un misterio, puesto que Dios es incomprensible para nosotros. ¡Tened paciencia y celebrad la Eucaristía, primero como catecúmenos y después como cristianos bautizados! Pero Dios siempre será un misterio inalcanzable y habrá cosas que no entenderemos nunca. 
Tampoco se entiende el amor; vemos sus efectos, pero no lo entendemos en profundidad, porque es un misterio, ya que Dios es Amor. 

Os pido paciencia, porque poco a poco el Señor se irá revelando a vosotros y saborearéis la liturgia, que es preciosa. Os animo a prepararos bien para gozar de la celebración de la Vigilia Pascual en la que seréis bautizados. Esa liturgia es especial y la más hermosa de todo el año litúrgico. Empezad a prepararos ya, para vivirla y celebrarla con gozo y alegría.
 
7.- Queridos catecúmenos, llamados por el Señor a seguirle, habéis manifestado ante la Iglesia vuestra voluntad de convertiros a la fe en Cristo Jesús, como Dios y Señor nuestro, para encontrar la salvación; porque, como dice san Pablo: «Si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo» (Rm 10, 9); recibirás la salvación: la eterna, la que vale para siempre. 

El Espíritu, que empujó a Jesús al desierto, os acompañe en el proceso personal de conversión y en el camino cuaresmal hacia la Pascua. 

Pedimos al Señor que nos fortalezca y nos mantenga en nuestra decisión de seguirle; y que la Santísima Virgen María que nos acompañe en este camino cuaresmal. Amén.

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