DiócesisHomilías Visita pastoral a la parroquia de San Antonio Mª Claret (Málaga) Publicado: 25/03/2012: 4074 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la visita pastoral a la parroquia de San Antonio Mº Claret en Málaga el 25 de marzo de 2012. VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET (Málaga, 25 marzo 2012) Lecturas: Jer 31, 31-34; Sal 50; Hb 5, 7-9; Jn 12, 20-33. (Domingo Cuaresma V-B) 1.- Saludos Muy querido Sr. Párroco, P. Edgar; Sr. Arcipreste, D. Antonio-Eloy; queridos sacerdotes que nos acompañan, ministros, diáconos. Querida comunidad cristiana de esta parroquia de San Antonio María Claret. Estamos celebrando una gran fiesta y se nos ha dicho en la monición de entrada como preparación a la Pascua, que la Visita Pastoral del Obispo intenta ser un momento de reflexión de la comunidad, de acción de gracias a Dios, de encuentro fraterno y de darnos mutuamente ánimos unos a otros. 2. Alianza nueva, que Dios hace con su pueblo Las lecturas de hoy, V Domingo de Cuaresma, nos presentan un tema que es precioso, que aparece a lo largo de toda la Biblia, empezando desde la Creación. El profeta Jeremías nos habla de una alianza nueva que Dios hace con su Pueblo. Dios ha hecho una alianza cuando Dios crea al hombre ya le invita a participar de su vida. Esa alianza empieza como origen en la Creación porque Dios quiere crear para que la criatura goce de la vida, es ya una relación personal de Dios con el hombre. A lo largo de las distintas etapas que ya conocemos, el Pueblo de Israel se constituye como tal después de salir de Egipto, pero previamente con Abraham el Señor hace un pacto de amor, lo hace con Moisés. Lo renueva con los profetas y hoy el texto del profeta Jeremías nos dice que el Señor quiere hacer una alianza nueva con el Pueblo porque las etapas anteriores no han ido bien, porque el pueblo no ha correspondido al Señor. Y esta alianza tiene unas características: «No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor– » (Jer 31, 32). 3.- Características de esta Alianza La primera característica de esta nueva alianza es que en vez de grabar Dios los mandamientos en unas tablas de ley, dice: «pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones» (Jer 31, 33) Segunda característica: no vale tener otros dioses. «Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Jer 31, 33). El pacto es de un Dios con su pueblo, no de un Dios con otros dioses, con muchos pactos, eso no vale. Y tercera característica de esta alianza: Todo quedará facilitado por la experiencia del perdón divino. «Cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados» (Jer 31, 34). Con esto se hace la alianza nueva. Y ahora hoy el Señor quiere hacer esta alianza nueva con nosotros, la ha hecho ya a través de Jesucristo. Esa historia de amor la ha culminado con la expresión de amor máxima que ha hecho el Hijo de Dios, cuando por amor se entrega a los hombres en la cruz. Y con cada uno de nosotros quiere hacer el Señor una alianza nueva. 4.- Aplicación a nuestro tiempo Vamos a retomar las tres características que hemos dicho de Jeremías y aplicarlas al día de hoy y aunque hayan pasado 2.600 años, sigue siendo válida esa palabra que pronunció Jeremías hace tanto tiempo, porque se han cumplido en Jesús y el Señor mantiene su palabra. Dios quiere inscribir su ley en nuestro interior. Y cada uno de nosotros, a través de su conciencia y a través de la formación en la fe, sabe perfectamente lo que es bueno y lo que no lo es, lo que es obedecer a Dios o lo que es desobedecerle. La ley está inscrita en nuestros corazones, el Espíritu Santo la ha marcado ya desde el día de nuestro bautismo. No se trata pues de un pacto escrito en papel, en piedra o en madera, sobre algo material, es algo que está grabado a fuego en nuestro corazón y eso no lo borra nada. 5.- Rememorar nuestro bautismo Hoy queremos hacer presente el bautismo. Este grupo de jóvenes que va a ser confirmado va a recibir el don del Espíritu como perfeccionamiento del bautismo, y en el bautismo recibió ya el sello del Espíritu, la marca en su corazón, la alianza de amor que Dios ha querido hacer en cada uno de nosotros. Hoy vais a ratificar esa alianza con vuestro sí; pero sobre todo hoy vais a recibir el don del Espíritu que signará, marcará esta alianza de amor. Todos la tenemos inscrita en el corazón. Por eso dice el profeta que nadie tendrá que pedir al otro que se la explique (cf. Jer 31, 34) porque es el Espíritu Santo que ilumina y la explica al espíritu de cada persona. «Yo seré su Dios» (Jer 31, 33) “Yo seré vuestro Dios”. Y ahora podríamos preguntarnos: ¿cuántos dioses tenemos? ¿Cuántos dioses están entronizados en nuestro corazón? Porque realmente en esta sociedad de la que formamos parte hay muchos dioses a los que mucha gente adora. Los sigue la gente y les rinde culto, los busca, porque lo que persigue la gente es la felicidad que al final tampoco se encuentra. ¿Qué dioses están en nuestro corazón? El Señor quiere estar Él solo en nuestro corazón. Un solo Dios, el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo. No tenemos que tener otros dioses: ni el poder, ni el placer, ni la gloria, ni… hay que eliminar los otros dioses de nuestro corazón. Y eso es lo que nos pide hoy el Señor. Para celebrar la Pascua con libertad hemos de entronizar sólo al Dios de Jesucristo. ¿Es posible hacer eso? Es posible tener un solo Dios porque el Señor perdona nuestro pecado. «Cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados» (Jer 31, 34). El perdón de Dios es perdón y olvido. Cuando Dios perdona, olvida. Decir que el Señor olvida es lo mismo que decir que borra; borra el pecado de la historia como si no hubiera ocurrido. Sin embargo, el estilo de nuestro perdón no tiene nada que ver con la manera en que el Señor nos perdona a nosotros. Todos recordamos esa frase, muy escuchada en nuestra sociedad, que dice la gente: “yo perdono, pero no olvido”. Pues si tú perdonas y no olvidas, no perdonas. El que no olvida no perdona. 6.- El perdón de Dios El profeta Jeremías nos recuerda el perdón de Dios: «Cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados» (Jer 31, 34), es decir, Dios olvida. Tenemos que aprender mucho del perdón de Dios. Primero, para disfrutarlo y, en segundo lugar, para aprender nosotros a perdonar a los que pensamos que nos han ofendido. Así lo rezamos en el Padrenuestro. El Salmo 50 que se recita hoy, después de la primera lectura, precisamente pide al Señor que nos dé un corazón nuevo: «Oh Dios; crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con tu Espíritu». Queridos jóvenes, eso vamos a pedir para vosotros hoy. Que el Espíritu Santo os renueve por dentro, que os trasforme. En el diálogo que hemos tenido antes de la Eucaristía os decía que el Espíritu Santo es como el fuego que purifica, el Espíritu purifica, quema lo que hay que quemar. El oro, después de ser purificado, aquilatado, sale más limpio. Hoy el Señor quiere purificaros. Toda la comunidad cristiana pedimos para que el Señor renueve vuestros corazones con el sacramento de la confirmación. 7. Morir para dar fruto. El mismo Jesús, en el Evangelio de hoy, ha dicho algo muy importante y muy bonito: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24). «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25). Él ha sido el grano de trigo que ha caído en la tierra, ha muerto en la cruz, ha sido sepultado y ha resucitado. Ese grano de trigo ha dado muchísimo fruto y de modo infinito. Nos guste o no, no hay otra manera de dar fruto. Si alguien quiere dar fruto sin renunciar a sí mismo y sin morir a sí mismo, a su egoísmo y a su propio pecado, no dará fruto. No hay otra manera y nos gustaría dar mucho fruto sin tener que morir a nosotros mismos. Pero lo siento, parece ser que no hay otro modo. No sé sí estamos convencidos de eso. Aun así, tendremos que convencernos. El Señor quiere que nos muramos a nosotros mismos, a nuestras pasiones, deseos, proyectos, anhelos. Igual que Él renunció a sí mismo y aceptó la voluntad del Padre en su vida, el Señor nos está diciendo en este V Domingo de Cuaresma que nos prepara para la Pascua, que hemos de saber renunciar a lo nuestro, a nuestros planes, a nuestros proyectos. Dios tiene otros proyectos para mí, pero a veces le pedimos en el Padrenuestro que más bien, inconscientemente, que, en vez de hacer su voluntad, le pedimos que haga la nuestra, porque le pedimos por nuestros planes. No acabamos de ponernos en la actitud de confianza plena y decirle que haga de cada uno de nosotros lo que Él quiera. Eso es lo más duro, lo más difícil, pero es lo que está más en sintonía con la cruz de Cristo. 8.- Seguir a Jesús y servirle También Jesús nos lanza esta exhortación «El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le honrará» (Jn 12, 26). El que quiera ser como Jesús y seguir a Jesús tiene que servirlo, seguirlo y servir es hacer obras. Seguimos a Jesús, servimos a Jesús. Obedecemos a Jesús, somos discípulos suyos. Eso no es lo que el mundo y nuestra sociedad nos animan a hacer. Nos animan a hacer justo lo contrario. Nos animan a hacer nuestra voluntad, a buscar la felicidad en los placeres y por otros derroteros que al final tampoco conducen a la felicidad. Queridos cristianos, nos toca ir contracorriente en este mundo, vamos contracorriente. No nos entienden, no comparten nuestra fe, no comparten nuestro pensamiento, no comparten las enseñanzas de Jesús, el Maestro de Nazaret. Pero ya que hemos sido invitados por Él, ¡qué menos que darle las gracias y pedirle para que podamos serle fieles! 9. Visita pastoral En esta Visita Pastora finalmente se ha pretendido un encuentro entre el Pastor, el Obispo, y los fieles. Un conocimiento más cercano, un diálogo de lo que nos preocupa, una revisión de lo que hacemos y un animarnos mutuamente a seguir a Jesucristo y a servirlo de todo corazón y a que sea Él solo nuestro Dios, como decía Jeremías. Quiero felicitaros. Querida comunidad, hablo ahora en singular, comunidad cristiana de Claret, sois una comunidad parroquial única al frente de la cual está un Pastor, el P. Edgar. Él es vuestro Pastor ordinario en colaboración mía, y ambos en obediencia al único y Buen Pastor, Jesús. Ni él ni yo somos en realidad vuestros Pastores. Vengo en nombre de Jesús y él está entre vosotros en nombre de Jesús. Pero el único Pastor al que tenemos que seguir es a Jesús, el Cristo, el Mesías, el Señor. Él es el único Pastor, el único Maestro, todos somos seguidores de Él. Y esta comunidad parroquial, única, por tanto, está formada y agrupada por distintas comunidades neo catecumenales o por distintos grupos y personas que no pertenecen a comunidades neo catecumenales, porque la Iglesia es muy rica y muy amplia y el Espíritu concede sus dones como quiere. Pero todos formáis la misma y única comunidad cristiana. Quiero felicitaros porque la llamada que habéis recibo para seguirle, al menos, lo estáis haciendo y estáis intentando seguirle y servirle. Otra cosa son nuestros fallos y pecados que todos tenemos. Para eso está la confesión. Pero me alegro de haberos podido encontrar y dialogar, al menos, con los representantes de las diez comunidades neo catecumenales y con otros miembros de la comunidad parroquial. Celebro haber observado las tareas que se hacen y haber intercambiado impresiones con las religiosas que también pertenecen a esta comunidad y con tantas otras personas que, con su presencia, su misión, su oración y el testimonio que dan, forman parte de la Iglesia. 10.- Vivir la fe con alegría Enhorabuena por vivir la fe con alegría, seguid así. Seguid siendo testigos del Señor. ¡No tengáis miedo! Al final resulta que somos, aunque pisoteados e incomprendidos por nuestros paisanos, más fuertes que ellos. Cristo, Jesús de Nazaret, cuando fue azotado, escupido, coronado, trapicheado, crucificado por nuestros pecados, fijaros en que Él mismo habla de cuando sea glorificado (cf. Jn 13, 31-32). La cruz es su glorificación, en la cruz está también nuestra gloria. En la debilidad se muestra la fuerza de Dios (cf. 2 Co 12,10). Por tanto, seamos conscientes de que Dios nos quiere y de que en esa debilidad el Señor nos da la fortaleza. Vamos a pedirle al mismo Jesús que siga fortaleciéndonos, que envíe su Espíritu para renovar la comunidad y sobre todo a estos jóvenes que hoy recibirán el don del Espíritu. Y también le pedimos al titular de la parroquia, a san Antonio María Claret, su intercesión; él fue un gran evangelizador. Las comunidades se caracterizan por ser evangelizadoras. Tenéis como patrón parroquial a un gran santo predicador del Evangelio. Le pedimos a la Virgen María que nos acompañe siempre y que no nos abandone, aunque quizás seamos nosotros los que nos alejamos de ella. Pero le pedimos que no nos deje alejarnos de su mano. Que estemos siempre acompañados de Ella para celebrar con alegría, con gran fruto, esta próximo Pascua que se acerca. Que así sea. Más artículos de: Homilías Anunciación del Señor (Catedral-Málaga)125 Aniversario de la Fundación del Colegio San José de la Montaña y confirmaciones de alumnos (Málaga) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir