NoticiaEntrevistas Ana María Rivas: «El trabajador vuelve a ser mercancía de usar y tirar» Ana María Rivas Publicado: 20/02/2017: 13032 “Trabajo y pobreza, cuando trabajar no es suficiente para vivir dignamente” es el título del libro que Ana María Rivas, su autora, vino a presentar a Málaga hace unos días. Ana María es doctora en Sociología y profesora de Antropología en la Universidad Complutense de Madrid. “Trabajo y pobreza, cuando trabajar no es suficiente para vivir dignamente”, un título muy sugerente, que nos pone los pies en el suelo, ¿cómo se gestó esta obra? El libro lo escribí a petición de los amigos de la HOAC de Madrid, con los que he colaborado en otras ocasiones. El tema fue también a propuesta de ellos, puesto que conocen mi interés por el estudio del mundo laboral y las investigaciones que he desarrollado sobre las transformaciones en las formas de producción y organización de las relaciones laborales, y consecuentemente de las subjetividades obreras, en un contexto de capitalismo flexible y régimen neoliberal. El objetivo del libro es fundamentalmente analizar la precariedad laboral como un dispositivo de disciplinamiento de los trabajadores y trabajadores y un mecanismo de contención de su resistencia a las condiciones laborales actuales, como parte del proyecto de gobernanza neoliberal inspirado en los principios de la gestión empresarial, llevados al terreno personal –la ideología del emprendedor-, al terreno social –empresarialización de la sociedad- y al terreno de lo estatal – el Estado gerencial. Lo de trabajar para vivir y no vivir para trabajar, ¿lo hemos olvidado en nuestra sociedad? No se trata de olvidar o no, sino de conocer y desenmascarar la lógica neoliberal que representa el retorno a la concepción más grosera del asalariado como alquiler de un individuo para realizar una tarea puntual, incluyendo al trabajo y con él al trabajador/a en la categoría de las mercancías que se pueden “usar y tirar”; todo ello en nombre de un fundamentalismo cuyos dogmas de fe son la competitividad, la flexibilidad y la desregulación del mercado laboral y de las relaciones laborales como condiciones para el crecimiento económico. Fundamentalismo que se sirve del miedo y la vulnerabilidad como condiciones de existencia de la población para desactivar la resistencia y oposición social y política. ¿Qué tiene que decir hoy día la Doctrina Social de la Iglesia al mundo laboral de hoy? La Doctrina Social de la Iglesia tiene mucho que decir al mundo laboral, aunque se echa en falta un análisis más actualizado de los mecanismos y dispositivos políticos, económicos, sociales que utiliza el neoliberalismo para producir una nueva persona, sociedad y Estado. Haría falta una encíclica que al modo de la Rerum novarum de 1891, planteara la nueva cuestión social de un mundo en el que el trabajo asalariado no es garantía de integración social, sino que empleo y pobreza vuelven a ir de la mano como en el Antiguo Régimen, en el que el destino de cada persona dependía de su origen social y el trabajo era la obligación de los pobres. Un mundo en el que se está consiguiendo la igualdad, sí, pero por abajo, por las peores condiciones de existencia. ¿Es posible la conciliación laboral-familiar? En primer lugar, difícilmente se puede hablar de conciliación de lógicas, contextos, actividades tan opuestas como son las derivadas de la búsqueda del beneficio, el lucro, la ganancia y la acumulación como fines en sí mismo, y las derivadas del cuidado, el bienestar, y la sostenibilidad de la vida humana, que implican un fuerte contenido emocional y afectivo difícilmente sustituibles por el mercado, porque no pueden ser valoradas a precio de mercado. En segundo lugar, hablar de conciliación laboral y familiar, supone casi siempre hablar de la mujer, como si fuera un problema individual de las mujeres y no un problema social, colectivo y, por tanto, político. En tercer lugar, hablar de conciliación de la vida familiar y laboral es como si la vida de una persona, sea hombre o mujer, se redujera al empleo y la familia, olvidando el resto de dimensiones personales y sociales del individuo, como la participación en movimientos y asociaciones políticos, sindicales, culturales, religiosos, vecinales, o el desarrollo de actividades formativas, artísticas, lúdicas,... Por último, cuando se plantea el tema de la conciliación de la vida laboral y familiar, se incide más en el lado familiar que en el laboral, como si éste pareciese intocable y las medidas que se proponen son a modo de parches, que no cuestionan el sistema capitalista, en su versión actual de capitalismo flexible y desregulación laboral. ¿Qué podemos hacer para cambiar la situación? Muchas veces nos quedamos sólo en el análisis, pero desde Acción Católica siempre se nos invita a ver, juzgar y actuar. La resistencia y la oposición al sistema de gobernanza neoliberal y al proyecto de persona, sociedad y Estado que se está gestando, pasa en primer lugar, por la formación, es decir, tenemos que dotarnos de los instrumentos analíticos necesarios para comprender lo que está ocurriendo como fruto de la voluntad de los poderes políticos, económicos y geoestratégicos internacionales, y no como resultado de fuerzas imparables, inmutables e inalterables, que es como quieren hacernos ver lo que está pasando, como si se tratara de fenómenos de la naturaleza, con sus propias leyes y dinámicas, en las que no interviene la acción humana. En segundo lugar, esta labor de análisis, crítica y reflexión hay que hacerla de forma colectiva, asociada, rechazando ese individualismo atroz que nos encierra a cada uno y a cada una, frente al televisor, al ordenador o al escaparate de turno, produciendo autistas en masa. Solo la reflexión colectiva y asociada puede materializarse en compromisos de participación en la vida pública, política, pero no para ocupar puestos y sillones en las instituciones formales de la democracia representativa, que acaban fagocitando y bloqueando ideales y principios, sino para crear redes y plataformas de contrapoder, que controlen al poder político y económico.