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Funeral del Rvdo. José María Ortega Muñoz (Parroquia Santa Ana y San Joaquín-Málaga)

José María Ortega durante una celebración de la Eucaristía
Publicado: 27/12/2021: 1043

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, durante el funeral del Rvdo. José María Ortega Muñoz (Parroquia Santa Ana y San Joaquín-Málaga)

FUNERAL DEL RVDO. JOSÉ-MARÍA ORTEGA MUÑOZ

(Parroquia de Santa Ana y San Joaquin – Málaga, 27 diciembre 2021)

Lecturas: 1 Jn 1, 1-4; Sal 96, 1-2.5-6.11-12; Jn 20, 2-8.

(San Juan Evangelista)

1.- Hoy celebra la Iglesia la fiesta del apóstol y evangelista Juan. Él     testimonio de lo que ha experimentado: «Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida» (1 Jn 1, 1) 

Oír, ver y tocar son verbos relacionados con los sentidos corporales. Juan ha hecho experiencia humana, visible y palpable, del Verbo de la Vida. Ha podido escuchar la Palabra eterna de Dios, pronunciada por Cristo; ha visto el rostro invisible de Dios, humanado en Cristo; y ha tocado con sus manos la carne del Verbo hecho hombre. 

2.- Juan da testimonio de que el Verbo eterno se ha encarnado, manifestándose a los hombres: «la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó» (1 Jn 1, 2). 

Los cristianos tenemos la misión de dar testimonio de nuestro encuentro con Jesucristo; de dar a conocer nuestra experiencia de relación con Él.

Y los sacerdotes estamos llamados, por el sacramento del Orden, a expresar y anunciar nuestra experiencia de amor y de fe en Cristo, a quien representamos sacramentalmente. Hemos sido encargados de hacerlo presente entre los hombres, para que otros puedan verlo, escucharlo y tocarlo. 

3.- Hoy queremos agradecer a Dios el regalo de la persona y del ministerio sacerdotal de nuestro hermano José-María, quien anunció al Verbo eterno de la Vida en su tarea apostólica. 

Bautizó, perdonó, proclamó la Palabra de Dios y celebró el misterio pascual del Señor, facilitando la presencia de Dios entre los hombres y llevando la salvación a los fieles. Él hizo posible con su ministerio la Navidad y la Resurrección de Cristo.  Él hizo posible que otras personas pudieran encontrarse con Jesús: verlo, escucharlo y tocarlo. 

Muchos de los feligreses de esta parroquia de Santa Ana y San Joaquin fuisteis destinarios de su ministerio; y pudisteis encontraros con el Verbo de la Vida gracias al ejercicio de su sacerdocio. También muchos sacerdotes pudisteis gozar de su magisterio y de su docencia en el Seminario, además de su trabajo pastoral.

Ahora pedimos al Señor que lo acoja en su Reino de inmortalidad y de paz. 

4.- El anuncio de la experiencia de fe tiene como finalidad la comunión del ser humano con Dios: «Os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo» (1 Jn 1, 3). El objetivo es la unión con Dios y la comunión con los hermanos.

La fractura de la relación con Dios, provocada por el pecado de Adán, ha sido reparada por la obra salvadora de Cristo, el nuevo Adán. 

Dios ha restablecido su amistad con el género humano, gracias a la presencia sanante del Salvador. 

Y otra finalidad del testimonio es el gozo: «Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo» (1 Jn 1, 4). La alegría es fruto del encuentro del hombre con Dios. Una vez salvado, el hombre justificado queda lleno de luz, como dice el Salmo: «Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón» (Sal 96, 11); «alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre» (Sal 96, 12).

5.- El evangelio de hoy narra la visita de los apóstoles Pedro y Juan a la tumba vacía, donde estuvo enterrado el Señor.

El evangelista Juan vuelve a dar importancia a su experiencia personal de lo que ha visto: el sepulcro está vacío, los lienzos tendidos y el sudario enrollado (cf. Jn 20, 6-7).

Al hacer experiencia de estas cosas, su fe se renueva y se hace fuerte, como él mismo nos dice: «Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó» (Jn20,8). En San Juan “ver” y “creer” son prácticamente sinónimos. Ver a Cristo y su salvación lleva a la fe; y ésta ayuda a “ver” mejor.

¡Cristo ha resucitado! Esta es la profesión de fe que hoy nos pide la Iglesia ante los restos mortales de nuestro hermano José-María.

Él proclamaría en una ocasión como ésta su fe en la resurrección del Señor, como le habríais escuchado tantas veces los feligreses de esta parroquia; y él nos invita hoy, ante su cuerpo yacente, a que proclamemos que Jesucristo, nacido en Belén, resucitó al tercer día de su muerte.

Pedimos a la Santísima Virgen María su intercesión, para que acompañe de su mano maternal a nuestro hermano José-María hasta la presencia de Dios en su eternidad. Amén.

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