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DOMINGO DE RAMOS: Jesús aclamado en Jerusalén

Publicado: 26/03/2015: 14031

Por Rosario Marín Malavé

En tiempos de Jesús no existían los fans, ni las alfombras rojas por las que hoy se pasean los famosos, ni los flashes de las cámaras de fotos, pero en su entrada en Jerusalén, él se encontró una multitud que le aclamaba y gente dispuesta a alfombrar el camino con sus mantos para que el Maestro pasara, montado en un borrico prestado.

Un paseo triunfal, niños cantando, ramos de olivos, palmas... Diríamos que Jesús está hoy en el “top ten”, que le está yendo bien en su papel de Mesías y por eso le gritan: “sálvanos”, “Hosanna”. Las multitudes lo proclamarían Rey de Israel si él quisiera. él sabe a dónde va, pero se somete a este jaleo del éxito con la misma mansedumbre con la que se someterá al sufrimiento inminente.
La liturgia del Domingo de Ramos no permite espejismos. La lectura íntegra de la Pasión nos muestra la entrega de Jesús en la cruz. La queja desgarradora del Salmo 21 nos acerca a sus sentimientos: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

La experiencia de Teresa

Teresa de Jesús, que relata en sus escritos un especial encuentro con el Señor ocurrido un día de Ramos al comulgar, hace en otro texto una consideración sobre este alto índice de popularidad que disfrutó Jesús muy poco antes de morir: «Acordaos cuál paró el mundo a Cristo Nuestro Señor, qué ensalzado le había tenido el día de Ramos... Jamás el mundo ensalza sino para bajar, si son hijos de Dios los ensalzados. Yo tengo harta experiencia de esto...». Contemplando la vida de Jesús -nos dice Teresa-, y hoy concretamente el comienzo de su Pasión con la entrada triunfal en Jerusalén, aprendemos cómo debe ser nuestra vida y cómo debemos vivirla. Y encontramos las claves para entenderla.

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