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«No he venido a ser servido, sino a servir», por Mari Carmen Ávila

Publicado: 05/01/2014: 9381

¿Qué hemos perdido la gente de Cursillos de Málaga con la muerte de Fernando? No puedo decir todo porque a Papá Dios no hay quien nos lo toque, que bien nos remachaba Fernando. Cómo nos quiere seamos como seamos. Cómo desde la eternidad lleva mi nombre grabado en la palma de su mano. Cómo nos quiere como somos aunque nos sueñe mejores, pero sí mucho, muchísimo… Un amigo, un consejero, un oidor, en muchos sentidos un padre.

Fernando llegó a Cursillos en 1998, recién vuelto de Caicara de Orinoco, la Misión de la Diócesis en Venezuela. Su vocación era profundamente misionera. En sus primeros años de sacerdocio estuvo en Tanzania. Quizás por eso encajó tan bien en Cursillos, por lo que nuestro método tiene de misión, de envío, de anuncio de la Buena Noticia.  Llegó, digo, en 1998 en un momento muy doloroso de la Escuela de Málaga. Estaba cerrada, al pasar por una profunda crisis tanto el Secretariado como la Escuela. Este cierre duró 3 meses en los que Fernando se fue entrevistando uno a uno con todos los que la formábamos para saber y discernir. Se fue a Córdoba a vivir su Cursillo de Cristiandad. Y la Escuela volvió a abrirse, con una Comisión, que no Secretariado, al frente de la que estaba él. Fórmulas especiales para momentos especiales.

A partir de ahí hasta el 8 de noviembre de este año, fecha en la que ingresó en la residencia de la Seguridad Social para una intervención sencilla que tontamente se ha complicado hasta llevárselo.  En la Escuela ha sido alguien muy importante y necesario. Nos ha ayudado a redescubrir y enriquecer la fuerza de la oración comunitaria (¡esas Eucaristías con él que ya no volverán!), nos ha formado en puntualidad, seriedad, en compromiso ¡en tantas cosas!   Su risa era contagiosa pero no le temblaba la voz cuando creía que tenía que llamar al orden a alguno.  Su risa y sus tonterías; decía que su otra vocación era la de payaso. ¿Quién de nosotros no recuerda a la célebre pulga Pepsi de la que era el domador? ¿Dónde estará ahora Pepsi? Tan sola como nosotros. 

Juntos hemos vivido ¡tantas cosas!... Desde sus 50 años de cura, el Encuentro de Dirigentes de Murcia que tanto disfrutó, las bodas de oro de Cursillos de Málaga… Cada martes como el primero en las sesiones de Escuela. ¡Y aquella peregrinación a Tierra Santa! Aquellos siete días no fueron más que un gran encuentro con Dios, en su tierra, en los hermanos de escuela, en Fernando y en Jesús, nuestros curas. Todos en la Escuela nos sabemos aquello que él nos decía: “No tengáis miedo”. Y ahora ¿qué?

Seguro que ha disfrutado en su Misa de corpore in sepulto. ¡Ha sido la Misa de Gloria más llorada del mundo! Nadie miraba el reloj, nadie tenía prisa. La Iglesia era claramente insuficiente, desde para los curas (más de 30, hasta alguno en la puerta de la sacristía); pero era la Iglesia donde celebró la primera Misa, era la que está frente a su casa, era aquella en la que ha estado celebrando estos dos últimos años. Su primera Misa y la última.

Han hablado varios curas, sus hermanos, la gente de su grupo, gente de la Escuela. Le han entrado a hombros su familia, sus sobrinos y algún sobrino nieto. Le han sacado a hombros sus hermanos, los curas de Málaga entre un De colores mezclado con una gran ovación y aplausos… Desde la fe sabemos que está con su Señor, en quien él profundamente creía, pero humanamente estamos muy tristes, como huérfanos. ¡Hemos perdido mucho!

Autor: Mari Carmen Ávila

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