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Diego Gil Biedma, apóstol de la juventud

La parroquia Ntra. Sra. de los Ángeles ha sido el último destino de Diego Gil
Publicado: 19/01/2016: 11263

Nos ha dejado el cura Diego, una persona que  nos asombró a todos por su sencillez,  su coherencia evangélica, su estilo pastoral, su capacidad de trabajo apostólico. Nuestro obispo Jesús en su mensaje navideño nos invitaba a asombrarnos ante el misterio de Belén. El asombro nos espera en cada esquina. Pero para asombrarse hemos de cultivar la atención y la capacidad de silencio. Para poder conectar con el mundo,  lleno de detalles asombrosos, hemos de detenernos. Como el niño pequeño  que va a la escuela de la mano del padre y  se para en  toadas partes porque siempre hay algo que le asombra, que asalta su curiosidad. Los padres tienen que tirar de él y le van obligando poco a poco a dejar atrás las maravillas  de un trayecto que hace cada día. Pero  “quien es incapaz de maravillarse y  de sentir el encanto y el asombro está prácticamente muerto” (Einstein).

Perdonen mi  digresión,  pero es que la primera vez que conecté con  el cura Diego en su parroquia de Estepona, hace cerca de 48 años,  a donde me invitó para dar  cuatro días de charlas cuaresmales a los jóvenes, me asombré al ver a cerca de doscientos jóvenes  entusiasmados, deseosos de conocer más  a Jesús, de comprometerse en la renovación de la Iglesia y de la sociedad. Diego, con su actitud aperturista y crítica, con su  pastoral renovadora y conciliar,  siempre nos ha impresionado, nos ha asombrado.

En sus años de Vicario Episcopal en Ronda y su  Serranía se esforzó con ahínco por hacer presente la primavera eclesial que nos trajo el Vaticano II. Su trabajo tenaz con el Movimiento de Cursillos y sus largos años de párroco en Miraflores de los Ángeles, con su atención a los movimientos apostólicos de Acción Católica, sobre todo de la HOAC y del Junior, ha sido un ejemplo de apóstol comprometido, entusiasta  que contagiaba  siempre vida, entrega y  fervor apostólico y misionero. Podemos decir que con Diego pasó Dios por la barriada de Miraflores.

En él se han hecho carne las significativas palabras del papa Francisco: “La palabra de Dios es libre y es también sorpresa, porque nuestro Dios es el Dios de las sorpresas, viene y hace siempre nuevas las cosas. Es novedad. El Evangelio es novedad. Y nos pide docilidad a su novedad.  Jesús es claro  en esto, es muy claro: vino nuevo en odres nuevos. Dios debe ser recibido con esta apertura a la novedad”. Por eso, el cura Diego fue un hombre abierto siempre a lo nuevo, al cambio, a lo alternativo, al compromiso renovador. Hasta el final. Siempre nos ha asombrado, incluso en su penosa enfermedad, incluso después de su muerte. Dejó dicho que en su entierro no se leyera ninguna semblanza sobre  su persona.

En estos momentos en que lloramos su ausencia,  nos acordamos de las bellas palabras del gran místico medieval el maestro Eckhart de Hochheim: “Cuando oramos hemos decir  al Padre una sola palabras: Gracias”. Nosotros hoy ante la partida de nuestro hermano Diego también nos dirigimos al Padre y le decimos: ¡Gracias!

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