NoticiaColaboración "Cottolengo, una casa alegre que confía en la Providencia" La Casa del Sagrado Corazón · Autor: S. FENOSA Publicado: 20/06/2014: 17385 Hace ya más de un año que asumí la responsabilidad de dirigir la Casa del Sagrado Corazón, conocida como Cottolengo. No niego que, al principio, sentí cierta inquietud al no conocer de cerca esta casa. Sabía y sé que con las Hermanas de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón, llevaba 48 años funcionando, sirviendo a los más pobres, los que no encontraban sitio en ninguna otra institución pública o privada, personas en situación de desesperación, vidas rotas, historias personales de sufrimiento, sin importar la edad ni las circunstancias personales, abierta a todos los que la sociedad, la nuestra, descarta, excluye. Sabía y sé que es una casa alegre que siempre ha confiado plenamente en la Providencia, en que Dios está al lado y del lado de los más humildes y mueve los corazones de tantas personas que ayudan como voluntarios, económicamente, llevando alimentos, ropas... ¿Alguien puede pensar que una casa con 40 personas acogidas, con estas circunstancias, sin pedir un céntimo a nadie nunca, se puede mantener durante casi 50 años si no fuera porque Dios está a su lado? Sabía que la Iglesia de Málaga iba a hacer todo lo posible y lo imposible por que esta santa casa se mantuviera con la misma finalidad, con el mismo carisma, siendo luz en medio del sufrimiento, de la pobreza y de la soledad. Hoy manifiesto mi inmensa alegría y gratitud, íntima, sincera, profunda. En primer lugar por tener la suerte de poder dedicar mi tiempo a esta preciosa tarea intentando poner los dones que Dios me ha dado y también con mis propias limitaciones. Pero también por muchísimas razones más: Por las personas acogidas, que me regalan su cariño, sus penas y alegrías, me enseñan, me hacen ser mejor persona. Por los voluntarios, que ponen lo mejor de sí mismos al servicio de esta misión, son verdaderos protagonistas de que la Casa del Sagrado Corazón pueda funcionar y cuidar al estilo de Jesús. Verdaderamente ver cómo vienen a regalar su tiempo y su vida, sin esperar nada a cambio, es para dar gracias a Dios mil veces. Por las personas que trabajan en esta casa, que son muy pocas para la tarea encomendada, pero en compromiso, miran por esta casa más que por la propia. Porque sigue habiendo personas que comparten su dinero o sus bienes. Muchos no dan de lo que les sobra, sino de lo que se tiene para vivir. Eso hace que nuestro respeto hacia cada céntimo que entra en la casa o cada kilo de comida sea absoluto. Y porque nuestra Iglesia está con nosotros pues son muchas las personas y comunidades que rezan y le piden a Dios para que sigamos adelante. Sigan rezando, sigan ayudándonos. Nos hace falta. Patricio Fuentes, director de la Casa del Sagrado Corazón